Más de un lector se sorprenderá si digo que, desde siempre, cuando abro un grifo, considero una bendición que mane agua. Me pasa lo mismo con la luz, lo que en la vida avanzadamente electrificada que tenemos seguro que hará sonreír a más de uno. No puedo evitarlo. Vengo de un pueblo en el que la gente lavaba la ropa en los lavadores colectivos; de una tierra de campesino que es de regadío gracias al hecho de que abuelos y bisabuelos buscaron y supieron encontrar en el agua una salida para sobrevivir y progresar en el campo. Más de 100 años atrás, la gente se espabiló para hacer minas, pozos, pantanos (el primero inaugurado en 1919 y el segundo en 1973), complejos sistemas de distribución del agua y una infinidad de balsas para almacenarla. En definitiva, vengo de un entorno y arrastro unas vivencias personales en las que el agua tiene mucho valor.

Como la sequía que estamos sufriendo en Catalunya es intensa, persistente y muy preocupante, me ha parecido oportuno aportar algunas consideraciones sobre lo que nos espera y de qué manera podríamos aliviar un problema que todo parece indicar que ha venido para quedarse.

Un primer punto previo que debemos tener presente, por obvio que pueda resultar, es que el agua es un bien público, lo que quiere decir que proveniente de lagos, de ríos, de bajo tierra, caída del cielo, venga de donde venga, el agua es de todos, no es una propiedad privada. Sí que se permite hacer un uso privado, pero siempre que se disponga de la autorización correspondiente por parte de la Administración pública.

Un segundo punto servirá para situarnos en el contexto. La demanda de agua en Catalunya medida en litros persona y día se estima en unos 920 litros, aunque los consumos son muy diferenciados entre cuencas: en las internas (Girona, Barcelona y costa de Tarragona, donde vive el 92% de la población y se consume el 40% del total de agua) los consumos corresponden a uso doméstico un 44%, uso industrial 20% y uso agrícola, 36%; en las cuencas del Ebro (Lleida y Tarragona hasta el delta, donde vive el 8% de la población y se consume el 60% del agua) el 95% se destina a usos agrícolas. Así, el primer gran consumidor de agua en Catalunya es el sector agrícola, con más del 71% del total.

Sobre el consumo doméstico del agua, actualmente es de un poco menos de 120 litros persona/día, una cifra baja en el contexto internacional, con el añadido que evoluciona de manera favorable si se tiene en cuenta que, por ejemplo, hace 20 años cada catalán consumía en su casa unos 144 litros persona/día.

No hay que dar datos para ilustrar la gravedad de la sequía, nos llegan diariamente a través de los medios de comunicación y seguramente lo viviremos en propia piel si no llueve pronto y mucho. La imagen de de los pantanos secos, de las casas y de las iglesias que antes estaban anegadas, es por ella misma desoladora. De aquí donde estamos hasta la emergencia hídrica solo hay un paso si es cierto, como dicen la mayoría de científicos, que el problema va ligado al del cambio climático.

Parece bastante evidente que nos situamos en un escenario en que la escasez de agua será una constante. Si es así, nos tendremos que adaptar a la nueva situación tomando medidas paliativas y medidas de transformación, aplicables a dos grandes ámbitos: de dónde obtenemos el agua y qué uso hacemos de ella.

Paliar la sequía en su obtención quiere decir, entre otras cosas, recurrir mucho más que ahora a la reutilización del agua (previa depuración y potabilización). Las previsiones del ACA en este ámbito son de casi duplicar la regeneración en 4 años para llegar a los 100-110 hectómetros anuales. También quiere decir extraer más agua de los acuíferos subterráneos (mientras no se agoten) y resolver las pérdidas de agua en el transporte y la distribución. A nivel individual, paliar la sequía quiere decir regar menos los jardines, no cambiar el agua de la piscina... En el campo, lamentablemente, no habrá más remedio que regar menos las plantaciones. Todos juntos lo pasaremos como podamos mientras no lleguemos a un nuevo modelo de obtención y uso del agua diferente del actual.

En la obtención de agua, los principales cambios vendrán de recurrir a recursos que en Catalunya están poco explotados: desalinizar mucho más que ahora y profundizar en la reutilización tantas veces como haga falta y la tecnología lo permita. Una vía y otra son sustancialmente más costosas que las vías de obtención actuales, o sea que preparémonos para aumentos de precios, sobre todo en las cuencas internas. Con respecto a la manera como utilizamos el agua, dos apuntes a modo de ejemplo: hace falta una especie de revolución en el primer sector consumidor, el agrícola, en el que hay gran recorrido para el ahorro y la optimización; también harán falta cambios de actitud con respecto al agua en casa, como olvidarse de las bañeras, cerrar el agua de la ducha cuando nos enjabonamos, pasar a jardines que requieran poca o nada de agua y tal vez prescindir de las piscinas particulares...

Tocará estrecharse el cinturón hídrico y cambiar la manera como obtenemos y tratamos un recurso tan valioso al que mucha gente, hasta ahora, no le había prestado atención. Los precios pueden ayudar, y mucho.