Comemos demasiada carne, respetamos poco el ritmo natural, contaminamos los ríos. Escuché atentamente las preocupaciones del doctor en Ciencias Ambientales, Josep Maria Mallarach, en la lección inaugural de la Fundación Joan Maragall, que tuvo lugar en el Seminario de Barcelona, donde este doctor habló sobre el reto de recuperar el vínculo espiritual con la naturaleza en el cristianismo. Este experto mundial en ecología y conservación de la naturaleza quiso demostrar que hay una conexión entre la espiritualidad y la naturaleza, y que algunas tradiciones la respetan más que otras. Mallarach, que es consultor en temas medioambientales desde hace más de 30 años, citó las ecoparroquias, por ejemplo, que aplican los principios ecológicos que el Papa Francisco pidió en la encíclica Laudato Sii. Y se preguntó por qué no hay más universidades, seminarios, entidades, colectivos, que apliquen acciones para proteger mejor la naturaleza.

Mallarach es muy crítico con el sistema global, de cómo vivimos y malbaratamos recursos. De cómo un 85% de los recursos mundiales pueden ser disfrute de pocos. Este profesor, que ha sido invitado a los foros internacionales de más alto nivel y ha pisado todos los continentes, nos explicó que la tradición cristiana ortodoxa, por ejemplo, dedica 120 días al año a no probar la carne, no por razones de dieta, sino por motivos estrictamente espirituales. Un ayuno que permite reequilibrar el ecosistema natural y que al mismo tiempo hace que la persona sea más ascética y consciente de que hemos maltratado la naturaleza. Una naturaleza, advirtió, que también se desborda. Por eso pide una "conversión ecológica" que tenga en cuenta también a los más vulnerables, que son quienes más sufren también por la falta de recursos. Mallarach creó, con Thimio Papayannis, la Iniciativa Delos, que promueve espacios naturales sagrados en países tecnológicamente desarrollados. También es miembro de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas de la UICN y asesor del Programa Lugares Patrimonio Mundial de interés religioso. La tesis de Mallarach es que el materialismo nos ha llevado a vivir desbocados, malbaratando la Tierra (la madre Tierra, la llama él). Madre Tierra no es una manera pagana de dirigirse a la Tierra, como sostienen algunos detractores de todo lo que suene a ecología dentro del cristianismo.

San Francisco ya inició esta vía ecológica. En el texto de la Laudato Sii, justo al principio, el Papa ya recuerda que la Tierra, es nuestra casa común y es una hermana que clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios colocó. Hemos pensado que éramos propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. Hay resistencias en la vía ecológica también en el seno del catolicismo: hay quien lo ve un avance del neopaganismo. Otros lo encuentran demasiado kumbayá. Muchos sostienen que todo es fruto de conspiraciones exageradas y confían en que haya agua limpia, aire puro y tierras fértiles para todo el mundo. O para ellos, vete a saber. No es una casualidad que el Papa de la Laudato Sii se llame Francisco, como el santo de Asís.