Urbs Jerusalem Beata Dicta Pacis Visio. Es lo que reza esculpido en el frontispicio de entrada del Monasterio de Montserrat. Que para los que no sabemos latín sería 'Bienaventurada Ciudad de Jerusalén, llamada visión de paz'. Lo que, por cómo sigue yendo el mundo, suena a sarcasmo. No solo por Gaza. O por Cisjordania. También por el Líbano o Siria, dos de los estados fallidos hoy que rodean Israel. Pero si bien vivimos rodeados de guerras con las que convivimos con normalidad, ésta tan nuestra —por mediterránea y por tradición cultural— es la más apasionada por los veredictos a favor de unos y otros, que se formulan con una convicción estremecedora. Da igual si se matan en Ucrania, en Yemen o en Tierra Santa. Porque no en balde las almas de todos los que mueren ocupan el mismo espacio en el Cielo o en el Infierno. El mundo no se para por ninguna guerra. Todos siguen a lo suyo. El sitio de unas almas en la tierra lo ocupan otras. Lo que nadie le quita a Montserrat es el sitio de su bienaventurada "Morena de la serra". Allí, inmortal, catalana y universal.

El mundo seguirá girando, caiga quien caiga. Y Montserrat en su sitio, haciendo de imán para todos los que aman esta montaña, su historia y todo lo que representa

Yo seguiré subiendo a Montserrat, al monasterio o la Santa Cova. Por el Camí dels Degotalls de Mossèn Cinto. Desde Sant Benet o Monistrol. O bien por el Camí de les Aigües. O desde Collbató y sus Coves de Salnitre. O nos seguiremos subiendo a las agujas, a Sant Jeroni o Santa Magdalena. Accesibles a todos los caminantes. O a las escarpadas que guardan los secretos de los escaladores. Seguiremos subiendo, atraídos por su belleza, por su misticismo, por su encanto cautivador, por su espiritualidad y simbolismo. Y en Tierra Santa se seguirán matando, sin tregua, invocando al mismo Dios que honra este monasterio, que acaricia el millar de años. Con sus monjes, custodios del santo lugar. Con el germà Pau, incombustible, haciendo proselitismo a los gentiles. Con el padre abad Manel Gasch, que preside una comunidad que aún sigue plenamente identificada con el país. Con el prior Bernat Julio, conduciendo el Milenario y gestionando el sostén del monasterio y su comunidad.

El mundo seguirá girando, caiga quien caiga. Y Montserrat en su sitio, haciendo de imán para todos los que aman esta montaña, su historia y todo lo que representa. De pie, en la sombra de unos riscales que ni los aviones franquistas osaron desafiar. Con su carlista Tercio de Montserrat, afecto a la Cruzada mientras el Govern Companys protegía el monasterio, impedía su destrucción y lo ponía al servicio del ejército republicano y sus heridos de guerra, a manos, también, de los voluntarios del franquista Tercio. En Montserrat conviven también las contradicciones, las sensibilidades, pecados y virtudes. Todos bajo el mismo techo cuando el Pare Abat haga hoy su homilía a la Misa del Gallo. Una misa que ahora también me atrae, por donde se hace, por quien la protagoniza. Por su sagrado simbolismo como expresión de la voz de la basílica más catalana e internacional.

Es extraño como se puede llegar a convivir con tantas contradicciones y asumirlas, como no siendo de misa te puede atraer una misa, como no siendo católico, un monasterio de tanta significación.