En el anterior artículo decía que el expresident de la Generalitat José Montilla era un hombre de obediencia españolista, maquiavélico y políticamente nada valiente. Este hombre sin verbo, sin ninguna habilidad de comunicación, y tanto si ahora lo sigue haciendo desde la sombra (donde se encuentra la mar de bien) como si no, ha dejado un rastro imborrable en sus herederos, que personalizo en la figura de quien ya hace años que es secretario primero del partido en Catalunya, el Sr. Miquel Iceta.

Iceta, como el diputado Zaragoza, defendió hace unos años posibilidades políticas para Catalunya que son las que hoy han determinado la persecución, el encarcelamiento y la condena severa a algunos de los que fueron compañeros suyos de profesión. Iceta, el 10 de septiembre de 2014, tampoco hace tanto, afirmaba públicamente en un mitin que si había una reforma de la Constitución y los ciudadanos de Catalunya votaban en contra, sólo quedaría un camino: una ley para hacer una consulta acordada sobre la independencia. Tantos condicionales y cosas que no se han cumplido, pero el hombre defendía en el Museu Marítim una propuesta que en aquel momento él mismo consideraba de sentido común.

Resulta relevante que un compañero de viaje del Sr. Iceta, el Sr. José Zaragoza, el mismo que hace pocos días asistía complacido al abrazo de otro Zaragoza (en este caso fiscal) con el jefe de la Guardia Civil del "Lo volveremos a hacer", defendía el derecho a decidir. Hasta qué punto llevó su posición este diputado "díscolo" que rompió la disciplina de voto del PSOE y fue degradado de sus cargos en el Congreso para pasar a ser un simple diputado. Eso era en 2013.

Montilla inició una conquista sorda del PSC, en una progresiva degradación de cualquier signo de catalanismo. Iceta ha consumado este proyecto

Desde aquellos años, en que Iceta bailaba con el derecho de autodeterminación, ha llovido mucho. El primer secretario de los socialistas catalanes ha cambiado como un calcetín. En 2017 el Sr. Iceta (y no digamos el ínclito catalán Josep Borrell) se abraza a Vox, al PP y Cs en su cruzada contra los malvados independentistas, y no se ha librado de ello. Al estilo de Lorena Roldán de Cs, que era independentista y ahora ha visto la luz hispana, Iceta y sus compañeros de partido han descubierto una nueva verdad. Con el merecido respeto, eso tiene un nombre: cinismo, porque o mentía antes, cuando defendía un referéndum, o miente ahora, cuando lo sataniza. Y si no es un cínico, es una persona de quien no te puedes fiar, porque piensa según de donde sopla el viento. En cualquier caso, da toda la impresión de que el Sr Iceta, como hizo el Sr. Montilla en su día, se aferra a la silla de la obediencia al amo, el PSOE.

A pesar de ser un político cínico y/o imprevisible, Iceta tiene la cabeza bien amueblada y sabe comunicar, aunque en los últimos años le hemos descubierto una faceta singular de su comportamiento. Es de un tipo que hace la pinta de tener una pizca de sensibilidad humana. Seguro que la tiene, pero se trata de una sensibilidad selectiva, capaz de convertirse en crueldad cuando se vuelven las tornas y te considera enemigo. Lo acaba de demostrar con su actitud con relación al político condenado Oriol Junqueras. Y lo demostró hace cerca de dos años con aquella actitud socarrona y ademán un poco sádico que captó una cámara de fotos, donde se le ve con Inés Arrimadas burlándose de Jordi Turull que ya se veía que se iba de cabeza a la prisión. Debe estar bien contento ahora el bueno de Miquel, por la venganza que le han servido los amigos del Tribunal Supremo.

Montilla inició una conquista sorda del PSC, en una progresiva degradación de cualquier signo de catalanismo. Iceta ha consumado este proyecto. Finalmente, el PSOE en Catalunya va a la estela de estos dos personajes que, por cierto, comparten una cosa que tampoco considero positiva en un político: son desagradecidos. El primero, Montilla, con la tierra donde se hizo políticamente y con los partidos que durante tantos años le dieron no pocos triunfos. El segundo, con sus orígenes, hasta perder, como dice el poeta, su identidad.

Los socialistas en Catalunya son una caricatura de lo que fueron. Desconozco si Iceta, Montilla y compañía representan el socialismo. De lo que estoy convencido, con todos los respetos, es que representan 1) la obediencia ciega a los poderes fácticos del Estado (que son las fuerzas de seguridad, el alto funcionariado y el aparato judicial) que ponen seriamente en cuestión la democracia, y 2) un españolismo de lo más rancio.

La "C" de PSC ya hace tiempo que es por el suelo de la mano de un político ideólogo sin ideología y de un ejecutor sin alma y de todos sus corifeos. ¿Por qué no se cambia el nombre del partido? Le quedaría mejor PSOE-Catalunya, con "ny", si puede ser.