La provincia almeriense es una potencia agrícola. En un contexto general en el que la agricultura no para de perder peso relativo en los países desarrollados y también en los menos desarrollados, la provincia se ha convertido en un centro de producción hortícola de primer nivel en Europa, fundamentalmente utilizando invernaderos. Hasta qué punto eso es verdad nos lo indican los datos de afiliación a la Seguridad Social en el régimen agrario. El municipio con más afiliados es El Ejido, con más de 11.000 personas. Con unas cifras del orden de la mitad encontramos Roquetas, Níjar, Huércal de Almería, entre otros. La inmigración en estos municipios es alta, tanto la regular como la irregular.

Tomando El Ejido como paradigma, en esta ciudad de 89.000 habitantes, 30.000 son extranjeros (empadronados, no empadronados es un misterio). Con sus 12.500 hectáreas de invernaderos conforma la mayor superficie de Europa en este tipo de equipamiento productivo, en el contexto de una provincia que se conoce como el "mar de plástico". La ciudad tiene un amplio historial de conflictos entre la población autóctona y los inmigrantes, entre los cuales los marroquíes, que son, de lejos, el grupo más numeroso.

Las últimas elecciones andaluzas han traído la irrupción del partido ultranacionalista español Vox. En su ideario encontramos, entre otros, postulados claramente contrarios a la inmigración. De hecho, el partido, en su negociación con el PP y con Ciudadanos sobre la Junta de Andalucía, ha propuesto expulsar a 52.000 inmigrantes irregulares. Aunque la Junta no tiene competencias en la materia, se afirma que la Junta encubre a la inmigración irregular, dado que dispone de la documentación necesaria para proceder a la expulsión pero que no la comparte con la Policía Nacional.

Parece que en los municipios indicados están un poco hartos de los inmigrantes y seguramente que es por eso que Vox fue el partido más votado en las últimas elecciones a la Junta en El Ejido; en Roquetas fue el segundo más votado; en Níjar el tercero, y en Huércal de Almería el segundo.

Si la propuesta de Vox prospera, ¿quién cultivará, quién recogerá, quién encajará, quién cargará los camiones de tomates, pepinos, pimientos, judías, calabacines, coles, sandías, etc.?

Cierto que el éxito de Vox en estos enclaves de producción hortícola tan importantes no tiene que ver directamente con la agricultura, sino con la convivencia en algunos barrios, con la gran presencia de inmigrantes en los servicios de educación, de sanidad, de guarderías, de comedores, en los bares, etcétera. Una avalancha tan grande de inmigrantes naturalmente que debe alterar los equilibrios sociales y de servicios.

El choque que se produce entre una realidad social compleja a remolque de la inmigración y una necesidad de mano de obra para trabajos agrícolas, no tiene una solución fácil. Centrándonos exclusivamente en la actividad productiva, El Ejido ilustra un fenómeno económico especial: por una parte, un amplio tejido de empresarios que invierte en la agricultura; y de la otra, una población autóctona que no quiere trabajar en la agricultura, concretamente en los invernaderos, a pesar de ser la primera fuente de ocupación potencial de la ciudad. Seguramente que detrás de este fenómeno encontraríamos unos salarios de miseria para los trabajadores irregulares, largas jornadas de trabajo, incluidos festivos, economía sumergida, y una larga retahíla de factores explicativos. Tal vez la elevación del salario mínimo corregirá un poco las cosas y hará más atractivo el invernadero para los autóctonos, pero lo dudo. El campo hace muchos años que no tiene appeal a pesar de ser una salida profesional que es tan digna como cualquier otra.

En cualquier caso, imaginemos que la propuesta de Vox prospera y se expulsa a miles de inmigrantes irregulares. Si a los autóctonos el trabajo no les interesa, ¿qué harán los empresarios? Una salida sería aumentar sustancialmente los salarios y operar siempre con contrataciones regulares, sean de donde sean los trabajadores. Ojalá. Pero mucho me temo que si se expulsan los que hacen trabajos que los locales no quieren hacer, el empresariado tiene un problema gordo: ¿quién cultivará, quién cogerá, quién encajará, quién cargará los camiones de tomates, pepinos, pimientos, judías, calabacines, coles, sandías, etc.?

En El Ejido el empresariado ha creado una estructura productiva y han creado miles de puestos de trabajo que no interesan a nadie más que al mismo empresariado y a los inmigrantes dispuestos a hacer lo que haga falta al precio que haga falta. En Catalunya también pasa en algunos sectores, pero de eso hablaremos otro día.