Como problema sanitario que es, una parte importante de los recursos públicos y privados, tanto humanos como económicos, que se destinan a luchar contra la pandemia van destinados al sector de la salud. No obstante, los valores más grandes que los estados se gastan a remolque de la pandemia van destinados a mitigar el impacto sobre la actividad económica.

Para conseguir parar los contagios, atender a los afectados y minimizar el número de muertes y evitar el colapso del sistema sanitario, se ha tenido que restringir drásticamente la movilidad y proximidad. La consecuencia ha sido una caída global de la oferta y de la demanda, y la necesidad de líneas de apoyo a empresas y a trabajadores. Pero ni la caída ni el apoyo han sido iguales para todo el mundo, razón por la cual puede resultar útil segmentar el problema.

A nivel general, la pandemia está llevando asociada una caída global del consumo privado y un aumento del consumo público, en buena parte debido al mayor gasto sanitario. Como el problema es planetario, las exportaciones (y las importaciones) este año serán mucho más bajas que las de un año normal.

A nivel de empresas (tanto sociedades como empresas individuales), la principal medida que ha arbitrado el Estado ha consistido en facilitar la financiación, con créditos y avales cuantiosos y en condiciones muy favorables. Con eso se ha parado el golpe de las tensiones de liquidez, que habría llevado al cierre de muchas empresas. Para las personas asalariadas, la principal medida ha sido aplicar prestaciones por ERTE, un mecanismo de apoyo eficaz que, al mismo tiempo, sirve para evitar que las cifras de despidos y de paro alcancen niveles insoportables. Tan eficaces han sido las medidas que el gobierno del Estado piensa mantenerlas hasta que sea necesario. Sin embargo, hay unos grandes ausentes, que son los autónomos.

¿Quién cobra las cotizaciones de los autónomos a la Seguridad Social? ¿Quién tiene capacidad de endeudamiento? ¿Quién tendrá acceso a los fondos europeos para paliar los efectos de la pandemia? ¿Por qué se discrimina a los autónomos? La respuesta es el Estado

Tanto los reales como los falsos autónomos (aquellos que trabajan para una empresa sin tener una relación laboral), lo que hasta ahora han recibido para aguantar la caída de la actividad (dramática en algunos casos) han sido ayudas puntuales (aplazamiento de liquidación de obligaciones tributarias, prestaciones por caída de ingresos, etcétera), sin facilidades para conseguirlos y siempre del todo insuficientes. Lamentablemente, no se ha arbitrado un esquema estructurado, estable y duradero como los ERTE. Se puede afirmar sin demasiado riesgo que los autónomos son los grandes olvidados en el contexto del apoyo al sistema productivo afectado por la pandemia.

La Generalitat quiere y no puede. Intenta ayudar al colectivo en cuestión, pero no lo puede conseguir, porque ni le toca hacerlo, ni tiene dinero para hacerlo. Se agradece el gesto de intentarlo, pero el riesgo de quedar mal es altísimo. Los más de 500.000 autónomos que hay en atalunya absorberían una fortuna si se las aplicara unas prestaciones equivalentes a los ERTE. Según mis cálculos, unos 300.000 necesitarían apoyo para aguantar la caída de actividad. Unas prestaciones de 900 euros al mes sumarían un total de 270 millones de euros mensuales. En cinco meses estaríamos hablando de 1.350 millones de euros; en diez, 2.700 millones. Ante estas cifras, que la Generalitat esté removiendo cielo y tierra para dar ayudas de 27,5 millones, como hizo hace poco, ya se ve que no lleva a ningún sitio, bueno sí, a la frustración de la mayoría. Ahora promete 200 más. Iremos viendo...

¿A ver, quién cobra las cotizaciones de los autónomos a la Seguridad Social? ¿Quién paga los ERTE? ¿Quién tiene capacidad de endeudamiento? ¿Quién tiene capacidad normativa en los impuestos principales (IVA, IRPF, impuesto de sociedades, impuestos especiales...)? ¿Quién tendrá acceso a los fondos europeos para paliar los efectos de la pandemia? ¿Quién tiene gran parte de los instrumentos crediticios? ¿Por qué se discrimina a los autónomos? La respuesta es el Estado. El mismo que cobra cotizaciones mensuales a los 500.000 autónomos. Teniendo en cuenta estos ingresos, la factura del apoyo a los 300.000 afectados por la caída de actividad se reduciría un 60% aproximadamente, es decir que con poco más 100 millones de gasto neto mensual adicional el Estado daría a los autónomos una ayuda totalmente necesaria. Eso sería ayudar, y no el chocolate del loro que se puede permitir dar nuestra autonomía, que es lo que tenemos por el momento.