Ante el rebrote alarmante de la pandemia, el Govern acaba de anunciar una serie de medidas restrictivas que afectan sobre todo a actividades de servicios que ya habían quedado profundamente tocadas con el estado de alarma del marzo pasado. Para frenar el rebrote y evitar medidas tan drásticas y generales como las que se tomaron durante el confinamiento, se restringe más la actividad en sectores que últimamente ya la tenían restringida, como son la restauración, el comercio al por menor y las actividades recreativas y deportivas. No son sectores menores desde el punto de vista cuantitativo:

  • Los servicios de alojamiento y restauración cuentan con 240.000 afiliados en la Seguridad Social, una parte considerable de los cuales ya venía de sufrir la parálisis del turismo; ahora le tocará además el frenazo temporal del mercado interior. Los ERTE volverán a crecer.
  • El comercio al por menor, que cuenta con 326.000 afiliados, también verá restringido el acceso a sus establecimientos, y los ERTE también volverán a crecer.
  • Las actividades recreativas y deportivas, que cuentan con cerca de 65.000 afiliados en la Seguridad Social, ya venían profundamente afectadas y lo seguirán estando, en este caso probablemente con un horizonte un poco más lejano de relativa normalización de la situación.

El panorama que se dibuja con las nuevas restricciones no sorprende a nadie, dada la magnitud de la ola de un rebrote que no se esperaba que llegara tan pronto. Personalmente, opino que las medidas que se están aplicando son necesarias aunque son económicamente muy dolorosas. Una vez más se nos sirve en la mesa el dilema de si aceptamos más muertes y afectados, a cambio de salvar un poco más la economía, o bien si primamos la salud a costa de ser más pobres.

Por suerte, y quizás por algo más que suerte, en Catalunya no se ha llegado a la situación de Madrid, donde el problema es de palabras mayores, de manera que ha requerido medidas también mayores. Ahora bien, a la vista de los mapas de riesgo de propagación del coronavirus en todo el Estado, las perspectivas no son buenas.

El panorama que se dibuja con las nuevas restricciones no sorprende a nadie, dada la magnitud de la ola de un rebrote que no se esperaba que llegara tan pronto

La afectación de la economía española a remolque de la pandemia es, lisa y llanamente, extraordinaria si la comparamos con otras economías europeas y del resto del mundo. Esta semana mismo, el FMI ha publicado la proyección de variación del PIB para el 2020 y lo ha situado en el -12,8%, la mayor caída de lo que el organismo denomina economías avanzadas (y recuperación del 7,2% en 2021). Le siguen Italia, Francia y el Reino Unido, todos ellos también fuertemente golpeados por la pandemia, con registros de caída del orden del 10% con respecto al año pasado. En una línea parecida, en sus previsiones The Economist sitúa la reducción del PIB español en el 12,6%. De los 42 países que contempla el prestigioso semanario, sólo un país se prevé que caiga más que España, Perú, con una previsión del -13%.

Otra gran variable macroeconómica que es muy indicativa de hacia a donde va la actividad es el nivel de paro. En este caso, el FMI estima que España acabará el año con una tasa del 16,8% de la población activa, frente al 14,1% del 2019. De las 38 economías europeas que detalla la institución, esta tasa de paro prevista es la segunda más alta, después de Grecia. Por suerte, se está parando el golpe de la crisis sobre las economías domésticas a base de los ERTE; y por suerte las estadísticas de paro no contemplan a los afectados por este mecanismo excepcional como parados.

Ahora bien, dadas la anticipación, la velocidad y la intensidad con las que se está desarrollando el rebrote, no sólo aquí sino también en otros países, mucho me temo que las proyecciones indicadas antes resulten ser optimistas. Más bien creo que nos tenemos que preparar para ver las tasas de paro alcanzar cotas del 25%, como en 2012 y 2013, y en Catalunya no tan altas pero por encima del 20%. Entre otras cosas porque algunos de los afectados por los ERTE son, de facto, parados que aflorarán cuando se acabe la medida de apoyo y cuando cierren, como se prevé, muchas empresas.

Sobre el PIB, lo que se preveía que sería una V, con recuperación del nivel previo, pasa a ser una W, con los tres palitos de atrás más bajos que el primero; eso si no estamos ante una sierra, con el primer palito alto y los demás, todos bajitos, antes que se encuentre una solución contra el maldito virus.