Se van conociendo las diferentes reacciones de los gobiernos occidentales para intetar atenuar la plaga sanitaria y humana que es la pandemia del coronavirus. Sus consecuencias económicas pueden ser importantes. La caída del PIB en 2020 está prácticamente asegurada, sólo es cuestión de la intensidad de la caída y del tiempo que dura. Será así en Catalunya, en España y en los estados afectados por la pandemia, que son prácticamente todos, después de que el problema naciera en la segunda economía más importante del mundo, China, y que ahora ya afecta a la primera, los Estados Unidos. No se debía imaginar hace unos días el Sr. Trump que tendría que socorrer al gigante que preside. En el intermedio, han ido cayendo, uno detrás del otro, todos los países que el lector conoce.

Centrándonos en el ámbito económico, para contrarrestar los efectos de la pandemia, hay emprendidas una gran variedad de acciones por parte de los diferentes gobiernos. Por interés personal, y porque son la clave de la generación de renta y del nivel de vida de los países, me centraré en algunos puntos del ámbito empresarial.

Para tener un referente de los efectos inmediatos del "confinamiento light" que ha decretado España, y del confinamiento voluntario más hard que preconiza el gobierno catalán, fijémonos en nuestro entorno más inmediato: los establecimientos abiertos al público están todos cerrados excepto alimentación y farmacias, lo cual genera una visión fantasmal de ciudades y pueblos de una cierta dimensión. Tiendas, bares, restaurantes, hoteles, peluquerías, despachos profesionales, gimnasios, oficinas bancarias con la mitad de personal o cerradas, y un largo etcétera, todo cerrado. Detrás de todos ellos, empresas o bien empresarios autónomos. Fábricas cerradas porque no se vende (o no se puede vender por el cierre minorista), fábricas cerradas por falta de suministro de productos intermedios, fábricas con la mitad de empleados por razones personales y/o familiares diversas relacionadas con la pandemia.

Si hay caída de ingresos pero sigue habiendo gastos, ya se ve que eso lleva al cierre, a la quiebra, más pronto que tarde. Además, el panorama que tenemos delante previsiblemente durará más de lo que nos habían dicho. No nos tendría que extrañar que la salida del túnel no se produzca antes de 2 o 3 meses.

Uno de los mayores riesgos que se cierne sobre la gestión del coronavirus es que, a causa de la pandemia, tengan que cerrar empresas. Esperemos que no pase o que sea residual, porque sería fatal

¿Qué respuestas se han dado al problema? En el estado español las dos medidas específicas empresariales más importantes son 1) la facilidad para hacer ajustes de personal, a través de la agilización y rebaja de las cargas de los expedientes de regulación temporales de empleo (ERTE), y 2) medidas para atenuar los problemas de financiación: una línea de avales de 100.000 millones para empresas. A nivel catalán, la respuesta para las empresas es más limitada, de acuerdo con el potencial económico de la Generalitat: 7,5 millones en ayudas a autónomos con ingresos perjudicados por el coronavirus. La autonomía no da para mucha cosa más.

Otros países han reaccionado con medidas tanto o más contundentes y todavía más amplias. A modo de ejemplo, un pequeño inventario, no exhaustivo, del tipo de actuaciones que han emprendido o emprenderán en un futuro inmediato países con grandes economías afectados por el coronavirus como Alemana, Francia, Italia, Gran Bretaña y los Estados Unidos. Se vierten cantidades ingentes en: préstamos con garantía de los estados, aplazamientos de liquidación de impuestos sin penalización, facilidades para reducir las jornadas de trabajo, suspensión (o en algunos casos reducción) de cotizaciones sociales, suspensión de pago del alquiler en pymes y autónomos, estímulos en sectores directamente afectados por la pandemia, asunción de créditos por parte del Estado, ajustes directos a autónomos que se queden sin trabajo, entre otros. El menú para las empresas es variado y la decisión con que se afronta el reto indica la gravedad de un problema ya de por si lo bastante grande en los ámbitos sanitario y personal, que amenaza con afectar a la madre del cordero de la renta, que es el sistema empresarial.

Más allá de la tormenta que está cayendo, uno de los mayores riesgos que se cierne sobre la gestión del coronavirus es que, a causa de la pandemia, tengan que cerrar empresas. Esperemos que no pase o que sea residual, porque sería fatal. Cuesta mucho crearlas y cuesta mucho hacerlas crecer. Catalunya se había reforzado enormemente en este sentido después de la última crisis, hasta volver a disponer de un tejido altamente competitivo en muchos ámbitos. Sería triste (y una pérdida terrible de cara a la generación de renta para el futuro) que desaparecieran por un simple virus. Por eso se actúa y se tiene que actuar todavía más decididamente.