Después de un proceso de votación democrática, algunas voces del llamado establishment empresarial han puesto el grito en el cielo sobre el peligro de que la Cambra tenga una junta de perfil soberanista. Uno de los argumentos que utilizan es que pondrán la institución al servicio de la causa independentista y que eso desvirtuará su función de estar al servicio de la empresa y de su competitividad. Sería un error que dejaran de hacer estas últimas funciones y estoy seguro de que eso no pasará. Que tengan in mente la independencia es tan legítimo como que no la tengan, como han hecho juntas previas, que no quiere decir que el tema no les haya interesado.

La Cambra tiene un departamento de estudios económicos formado por gente competente y con un prestigio ganado a lo largo de muchos años. En su largo currículum de trabajos sobre economía catalana publicados, hay de un amplísimo abanico de temáticas, entre las cuales el déficit fiscal y también la independencia. No hablo de estudios elaborados desde hace dos meses. Hablo de estudios de años atrás.

Previamente a entrar en el tema, creo oportuno indicar que en el lejano 2011, el profesor Xavier Cuadras y yo publicamos un estudio sobre el impacto económico de la independencia centrando la atención en un aspecto que no había sido analizado hasta aquel momento, como eran las consecuencias de un boicot comercial mutuo, entre Catalunya y España. En el libro (Sense Espanya) estimábamos que el impacto sería limitado y que, vista la magnitud del déficit fiscal (en aquellos momentos todavía se publicaba esta información), los números salían muy favorables para Catalunya. Un análisis posterior y diferente, en este caso añadiéndose al equipo el economista Miquel Puig, fue el trabajo Com Àustria o Dinamarca. La Catalunya possible, donde comparábamos el país con países pequeños avanzados europeos. Y el resultado era que, técnicamente, era razonable pensar que podíamos aspirar a jugar en la misma división.

Fue en aquellos años que la Cambra también hizo aportaciones importantes sobre el tema. En 2012, su servicio de estudios económicos recibe el encargo del presidente Miquel Valls de elaborar un documento técnico de trabajo sobre las Consecuencias económicas de un estado propio en Catalunya. Este documento se ha colgado en el sitio web de la institución hace relativamente poco. En 2014, el mismo departamento de estudios, también a instancias del presidente, elabora otro documento de trabajo titulado El sector empresarial en Catalunya y España. Impacto económico de diferentes escenarios políticos. Uno de los escenarios que se dibujaba era que Catalunya se convirtiera en un estado propio. El estudio se colgó en el sitio web de la Cambra desde el primer día. Tanto el de 2012 como el de 2014 eran documentos internos técnicos de trabajo, y fueron presentados a los medios de comunicación por parte del titular del departamento de estudios económicos, no por Miquel Valls.

No contamos con el hecho de que el estado español declararía sin escrúpulos una guerra económica, judicial, policial, represiva e incluso la guerra sucia al servicio de su causa

¿Qué decían estos trabajos? He querido recuperar el del 2012 para destacar cinco puntos extraídos de la conclusión final:

  1. Un estado propio dentro de la UE implica riesgos económicos significativos a corto plazo (sobre todo por la percepción de inseguridad jurídica), pero a largo plazo es una oportunidad para unas políticas públicas mejor financiadas y ajustadas a las necesidades específicas de Catalunya.
  2. Un estado ágil y eficiente posibilitaría convertirse en una economía más en el grupo de las pequeñas economías que lideran la libertad y la prosperidad.
  3. En una Catalunya con estado propio dentro de la UE, la solución del déficit fiscal es un paso importante, pero no suficiente. Habría que dotarse de instrumentos políticos adecuados que le permitieran liberar todo el potencial de su economía productiva.
  4. El estado propio no representa unos beneficios asegurados... Lo que ofrece es la responsabilidad, como país, de afrontar los riesgos y aprovechar oportunidades.
  5. Ni la única solución imaginable al déficit fiscal es la independencia, ni los costes de la transición hacia el estado propio, por elevados que sean, superarían los beneficios potenciales para futuras generaciones.

Este es el tipo de visiones técnicas que había hace 7 años, antes de que pasaran tantas cosas como han pasado en el país. Ni el departamento de estudios de la Cambra ni la mayoría de economistas que trabajamos el tema nos atrevimos a cuantificar ni el tiempo ni los costes de transición hasta ser un país normal y corriente, miembro de la UE. Eso sí, creo que todos dábamos valor a los procedimientos democráticos y pacíficos, y pensábamos que con eso tanto España como la UE responderían positivamente.

No contamos con el hecho de que el estado español declararía sin escrúpulos una guerra económica, judicial, policial, represiva e incluso la guerra sucia al servicio de su causa, impropias (creíamos) del siglo XXI. Tampoco contábamos con que la UE mirara desvergonzadamente hacia otro lado, dejando claro que este es un club económico, no político.

Y sin embargo, a pesar de unos costes de transición más altos de los previstos porque ha fallado la palanca de la democracia, es evidente que una Catalunya con estado propio sería viable y muy favorable para la población catalana y para el sistema empresarial. Así lo entiende ahora la Cambra públicamente y así lo descubrió internamente ya hace unos cuantos años.