El Papa de Roma aporta confesiones en un nuevo libro (Let us dream), que ha escrito el periodista británico Austin Ivereigh y que anima a la gente a soñar. Soñar en positivo para salir y superar la tiniebla de la incertidumbre. El volumen, que sigue el método de ver, juzgar y actuar, presenta el panorama global, pone la luz del discernimiento y ofrece pistas para tomar decisiones. El Papa no ha querido someterse de nuevo a la típica batería de preguntas y respuestas, y se ha sentido más cómodo en este experimento de libro-entrevista donde ha podido decir que el mejor fruto de esta pandemia es la paciencia que ayuda a dejar espacio para el cambio o que ya que nada volverá a ser lo mismo, según él, hay que entender dónde poner las fuerzas y las esperanzas para no ser naïf, pero tampoco un cínico desesperado.

En el libro sale un perfil muy jesuita del Papa como la idea fuerza de "en todo amar y servir", la opción preferencial por los pobres y vulnerables, o la convicción de que no poseemos la verdad sino que es la verdad quien nos posee a nosotros mismos. En pocos días, el 17 de diciembre, será su cumpleaños. Él, que nació el año 1936, ha entrado ya en la condición de anciano que lo hace venerable y digno de ser leído y escuchado. Bergoglio incide aquí en un cambio de registro, y no se dirige como hace a menudo a los políticos, empresarios o educadores pidiéndoles ser responsables. El libro es más un compendio del director espiritual del mundo, las confesiones junto a la chimenea de un referente moral que apela a la conciencia de la gente corriente y sencilla. Como aquellos anuncios que había antes (los pequeños cambios son poderosos) que se dirigían a la gente de la calle, y no a sus jefes o directivos. Tú eres quien puede cambiar el mundo, sería la consigna.

Resiliencia, generosidad y creatividad, son estas las herramientas infalibles que Bergoglio aconseja para poder superar esta época de oscuridad, pero no de negrura absoluta

Me gusta que el Papa anime a pensar de manera poco convencional. De hecho, él es políticamente incorrecto. Por eso es poco querido entre quien tiene las consignas dogmáticas bien delimitadas. Amplía tanto el deber moral de actuar responsablemente que apela a todo el mundo, no sólo a quien ya le otorga legitimidad moral. La importancia del discernimiento es clave para entender este libro. El Papa ve en el tiempo del confinamiento y de crisis como el momento de la verdad. Las máscaras sociales caen, y quien actuaba de manera falsa ahora queda desnudo. Bergoglio no ha estado por encima del bien y del mal en esta pandemia. A él también se le ha muerto gente, y ha tenido acceso a muchos dramas. La imagen del mes de marzo del Papa, solo bajo la lluvia en la plaza de San Pedro, ejemplariza este líder reflexivo, preocupado y consciente. En el libro ha sido capaz de encapsular en poco espacio su vida prepapal y las lecciones que extrae de su mandato, que ya empieza a no ser de transición, como muchos deseaban.

En esta confesión hace referencia a la madre tierra, a los "covids" por los cuales él ha pasado durante su vida, al diablo (como le gusta a Bergoglio hacer referencia a las fuerzas del maligno), al egoísmo que ciega a las personas y las hace insensibles. Ante lo que ha vivido, resume sus consejos en tres ideas: resiliencia, generosidad y creatividad, son estas las herramientas infalibles que Bergoglio aconseja para poder superar esta época de oscuridad, pero no de negrura absoluta.