El santoral, como todo últimamente en la Iglesia católica, ganaría infinitamente si se renovara. Se podría incluir a la pacifista, rebelde y periodista Dorothy Day, un personaje que inspira por su humanidad y lucidez. Day creía que no podemos cambiar el mundo", pero sí "hacerlo más tolerante". Tolerancia es un concepto que no ha triunfado. Tolerar parece que implique una actitud paternalista y superior de condescendencia, pero Dorothy Day se refería a un mundo más habitable, con más armonía y buena convivencia, y no a "perdonar la vida" a los otros. Tolerar no aceptando las cosas aunque no  esté de acuerdo, sino intentando que estas no rompan la coexistencia.

George B. Horton, el promotor de la causa de canonización de Day que se ha abierto desde la diócesis de Nueva York, me explica entusiasmado que esta mujer es "un puente" entre un activismo por la justicia social impresionante y un espíritu devoto y místico como pocos. Dorothy Day (1897-1980), que nació y murió en Estados Unidos, fue una defensora de valores tan básicos como la amistad y el bien común. Nacida en Brooklyn, en una familia protestante y humilde, no fue hasta la edad adulta que se convirtió al catolicismo, que le parecía la opción más pacifista y coherente con sus ideas sobre la justicia social. Los años en la universidad le resultaron inútiles y optó por escribir artículos en periódicos como Call o New Masses, ya que le parecía más incisivo y productivo. Dormía muy poco y era batalladora. Tuvo diferentes parejas, se quedó embarazada, abortó.  En el momento de su conversión, ya madre de una hija a quien bautizó, abandonó a sus parejas y optó por una vida dedicada solo a la causa.

Esta mujer es conocida por ser la fundadora del movimiento obrero católico, el Catholic Worker, que fue tanto una entidad social como un periódico. Por eso se la asocia con ideas marxistas y proletarias, aunque no hacía nada más que aplicar los contenidos de las encíclicas papales en la acción social. The Catholic Worker llegó a tener una difusión de 150.000 ejemplares. La entidad creó una red de casas de acogida que todavía existe. Durante una época compaginó las protestas con el acogimiento y ejerció de enfermera.

El papa Francisco habló de Dorothy Day en la sede del Congreso de  Estados Unidos como modelo y evocó "el activismo social, la pasión por la justicia y por las causas de los oprimidos". Era una mujer sencilla que paradójicamente conoció a la madre Teresa y a Fidel Castro, y quien por su 80º aniversario recibió una felicitación del papa Pablo VI. Para el papa Francisco, el nombre de Dorothy Day está al lado de nombres como los de Abraham Lincoln, Thomas Merton y Martin Luther King. Bajo el pontificado de Juan Pablo II en el 2000 se inició el proceso pora que llegue a ser santa. Ha sido muy estimada por los sindicalistas cristianos, por los movimientos próximos a los benedictinos y por los pacifistas. En sus artículos denunciaba las pésimas condiciones salariales de muchos trabajadores, especialmente afroamericanos, y se hacía eco de las huelgas y del trabajo infantil, que se tendía a esconder. Un cáncer se la llevó.

Larga soledad, su autobiografía, es una perla sobre el amor y la comunidad. El santoral quedaría mucho mejor con mujeres como Dorothy Day, con los pies en el suelo y que utilizaron su vida interior para tomar fuerzas y cambiar este mundo, aunque solo fuera un poco.