— Tengo la serie.

— De qué va?

— Mmm... Un obispo que renuncia ante el Papa por su amor a una mujer. Pero da el paso, ¿eh?, no como Richard Chamberlain.

— Por mucho que pongas a un obispo, eso parece una copia...

— Espera. ¡La mujer es una psicóloga 14 años más joven, está divorciada con dos hijos de un padre musulmán! ¿Qué te parece? Y, esto es lo mejor... escribe novelas eróticas... y satánicas.

— Satánicas?

-— Sí, ponemos que ha escrito El infierno en la lujuria de Gabriel.

— Lujuria, eh?

— Ah, y el obispo es antiabortista y homófobo, un retrógrado, vaya. ¡E indepe! Le gusta salir en la tele y había dado apoyo a unas terapias de conversión de homosexuales. He inventado la asociación Verdad y Libertad, que da medicamentos a gais, practica electrochoques y castración química, y los hace abrazarse desnudos y bañarse en una piscina. He puesto a un exparticipante de las terapias que denuncia que el obispo casaba a los chicos que habían superado la homosexualidad, en contra de la voluntad de las familias.

— Ya.

— También aparece el personaje de una monja.

— Amiga?

— Amiga del papa, no del obispo. Ah, y de Messi... es argentina. Y acusa al obispo de estar trastornado y desequilibrado.

— Tú sí que estás trastornado.

— Y todo pasa en una ciudad pequeña, nada de Barcelona. Y acaban los dos instalados en el palacio episcopal. He imaginado un edificio neoclásico del siglo XVIII, con muestras del románico, del gótico y del renacimiento, con pinturas, esculturas, orfebrería...

— Y cómo quieres que viva en el palacio episcopal si dices que ha dimitido?

— Es que es obispo emérito! Y mantiene la casa, el sueldo, puede ordenar sacerdotes, dar la confirmación, celebrar misas privadas. Y todavía lleva el anillo, el bastón y mitra y exige seguir participando en las reuniones de obispos. Pero vaya, hago que acaba trabajando en el sector agrario, porque es ingeniero agrícola.

— Y el Vaticano lo deja?

— No! ¡El Vaticano envía a unos emisarios secretos para hacerle un exorcismo!

— Y no decías que había unos niños?

— Sí, los niños corren por el palacio episcopal mientras ella escribe novelas eróticas. ¡Miel de obispo! Y publica una novela por Sant Jordi y es la más vendida. ¡Y firman libros los dos!

— Ya. Mientras los persiguen a los exorcistas. Mira, chico. Vuelve a tu sitio y piensa otra cosa. Eso es demasiado rebuscado y no nos lo comprará nadie.