Carlos Mazón —el todavía residente en el Palau de la Generalitat Valenciana, a pesar de los 229 muertos— dice que quiere acudir al funeral de Estado por respeto a las víctimas de la DANA. No se puede ser más cínico, y no podía haber elegido peor palabra para acompañar a su persona en este o en cualquier otro acto, mientras no dimita él y todo su gobierno. Recordemos siempre que, por intensa que fuera la lluvia, las víctimas se hubieran podido evitar.

Mazón no podrá devolver nunca la vida a los muertos y tampoco podrá consolar de ningún modo la herida que estas vidas arrastradas por el barro y el agua han dejado en sus familiares. Solo por eso ya debería quedar relegado de la vida pública. No sé qué piensa el Partido Popular, porque ahora ya la mancha es común: un año después solo hacen que seguir agrandando la vergüenza y la indignidad de su actuación. Carlos Mazón no estuvo a la altura de las circunstancias el día del desastre, pero aún lo ha estado menos en los días posteriores. Se lo dicen en cada manifestación, por mucho que siga queriendo silenciar a la ciudadanía. Se lo volveremos a decir a él y a todos los suyos: ¡deberían hacer lo posible por no dañar más a un pueblo que no es que no quiera a Mazón, es que no soportar verle!

Mazón encarna mejor que nadie la deriva que está teniendo la política en España, la chulería con la que se sale adelante sin asumir responsabilidad alguna, por gordo que sea el error, y no hay ninguno más gordo que la muerte de alguien. En este caso, de muchos ciudadanos y muchas ciudadanas que confiaron en que las autoridades —tal y como era el deber que tenían encomendado— les avisarían de la avenida. No fue así, y todo el mundo se confió, porque deberían haber recibido una alerta que mandaron tarde y mal.

Carlos Mazón no estuvo a la altura de las circunstancias el día del desastre, pero aún lo ha estado menos en los días posteriores

El respeto a las personas implica cumplir, en primer lugar, las obligaciones adquiridas con ellas. En el caso de un cargo como el de Mazón y su gobierno, las más altas, y eso no es compatible con estar desaparecido horas, a pesar de que el riesgo estaba más que anunciado. Aquí la primera barbaridad, sumada a la inacción del resto de autoridades. Ahora bien, ¿qué clase de respeto muestra a la ciudadanía si para ocultar unos hechos escandalosos lo que se genera es una y otra vez un relato lleno de mentiras, de versiones revisitadas? ¿Dónde estaba la famosa tarde del 29 de octubre de 2024? Tampoco muestra nada de respeto ni hacia las víctimas y sus familiares, ni hacia el conjunto de la ciudadanía, la falta de información. Es muy difícil hablar de respeto cuando no se da toda la información sobre la cadena de hechos ocurrida, y aún menos si desaparece la información. No se puede justificar de ninguna de las maneras que a estas alturas la jueza aún no sepa qué hizo el president de la Generalitat de Valencia en el intervalo de tiempo más crítico. ¿Qué esconderá la agenda de Carlos Mazón? A lo mejor nada, pero el secreto que envuelve sus acciones no es compatible con el cargo que ocupa ni con ningún otro cargo público. ¡Nadie se merece esta clase de políticos!