Marta Salicrú es la comisionada de Uso Social del Catalán de l’Ajuntament de Barcelona. En los términos del PSC, esto significa que Marta Salicrú es la comisionada del Desuso Social del Catalán en el Ajuntament de Barcelona. Elegida tras la polémica de Teatro sin papeles, su figura es clave para entender de qué manera los socialistas buscan confundir apariencia y realidad para sacudirse la responsabilidad del proceso de sustitución lingüística y cultural que vive el país. Marta Salicrú es quien habló de defender políticas que “no generen antipatía” a los expats. Marta Salicrú se refirió a los datos de uso habitual del catalán en Catalunya como un elemento que no nos “deja ver el bosque de un paisaje musical en catalán espléndido”. Marta Salicrú ha llenado titulares explicando que “la defensa del catalán debe alejarse de la xenofobia”. Marta Salicrú dice ahora que la beca de ochenta mil euros para “explicar” Barcelona en castellano es una iniciativa para fortalecer la imagen de Barcelona como capital literaria global

Cuando dice que hacen falta políticas para los expats que no “generen antipatía”, en realidad está vinculando catalanidad y antipatía tal como lo hace el españolismo

La política lingüística del PSC se lee entre líneas y Marta Salicrú es su altavoz. Es una política lingüística que, en realidad, refuerza el marco que acorrala aún más el catalán y hace de lubricante de la minorización. Porque, cuando dice que hacen falta políticas para los expats que no “generen antipatía”, en realidad está vinculando catalanidad y antipatía tal como lo hace el españolismo, y está haciendo que el uso del catalán dependa de la voluntad del extranjero y no de un ejercicio de autoridad autocentrado. Porque, cuando menosprecia los datos de uso social del catalán poniendo el foco en el panorama musical en catalán, en realidad emite el mensaje de que ya está bien si el catalán es algo folclórico de cuatro canciones. Porque, cuando explica que la defensa del catalán debe alejarse de la xenofobia desde la tarima que le ha comprado el PSC, presenta el catalán como la lengua del poder con la que someter al más débil, cuando la realidad de los catalanohablantes y los datos evidencian que el catalán es la lengua débil. Porque, cuando admite que es necesaria una iniciativa para fortalecer la imagen de Barcelona como capital literaria global, difunde la idea de que la capitalidad de Barcelona en cualquier ámbito debe ir desvinculada de su catalanidad.

El PSC se ha sacado de la manga un comisionado para la lengua que refuerza la estructura ideológica que está acabando con la lengua. Marta Salicrú es la encargada de rebajar las polémicas; de atemperar la sensación de alarma de los catalanohablantes; de dar la vuelta al marco en que el catalán es la lengua minorizada y el castellano la lengua mayoritaria y homogeneizadora; de pacificar el conflicto cada vez que la obviedad del panorama lingüístico hace saltar chispas en la conversación pública. Marta Salicrú es la cara que el PSC ha escogido para poder hacer de día y deshacer de noche tranquilamente, sin el miedo a que el autoodio que vertebra el socialismo catalán se haga demasiado explícito: sin el temor a que el españolismo que late en el fondo de esta forma de hacer política los acabe situando en el escaparate junto al PP y a Vox, que es donde están. 

Marta Salicrú es la personificación del programa de limpieza de imagen constante con el que los socialistas pretenden permanecer inmóviles mientras el catalán se funde, y permanecer inmóviles sin que nadie pueda acusarlos de culpables. Los socialistas han entendido que, en la fase en la que nos encontramos, si no mueven ni un dedo, la castellanización total de Catalunya es cuestión de tiempo. Y que lo único en lo que merece la pena centrar los esfuerzos es en anestesiar a los catalanohablantes para que se queden sin herramientas para resistirse a ello: que la desaparición de su lengua les parezca algo fortuito, inevitable, e incluso necesario para su propio bienestar. Que el autoodio sea el sinónimo del sentido común. Marta Salicrú es la encargada de evitar que la españolización de Barcelona que promueve Jaume Collboni tenga consecuencias para Jaume Collboni. Mientras a algunos nos queden dedos para escribir, sin embargo, continuaremos ofreciendo las herramientas que el discurso del PSC niega para que los catalanohablantes puedan librarse de él.