Tal día como hoy del año 1899, hace 123 años, en Lorda (Occitania-Francia), moría Rafael Tristany i Parera, que había sido president de la Generalitat restaurada efímeramente por los carlistas catalanes durante la Tercera Guerra Carlista (1872-1875). El 26 de julio de 1874, Carlos María de Borbón y Austria-Este (denominado Dom Carles por sus seguidores catalanes) firmaba en Lizarra (Navarra) el decreto de restitución de la Generalitat (liquidada en sangre y fuego en 1714), que sería emplazada provisional y efímeramente en la Seu d'Urgell. La Generalitat carlista tuvo una vigencia de trece meses, hasta que a principios de agosto de 1875, el general liberal Martínez Campos ocupaba la capital carlista de Catalunya y la derogaba.
El general Rafael Tristany había nacido el 16 de mayo de 1814 en Ardèvol (Solsonès) en una familia de propietarios agrarios de ideología conservadora. Su tío paterno, mosén Benet Tristany, sería una de los líderes militares más destacadas del carlismo catalán durante la Primera Guerra carlista (1833-1840). Rafael Tristany, que al inicio del primer conflicto tenía diecinueve años, tendría, también, una destacada participación. De hecho, Tristany fue el único oficial de alto rango del ejército carlista que participó en las tres guerras carlistas: 1833-1840, 1846-1849 i 1872-1875. También participó en el levantamiento carlista de 1855-1856 y en una expedición absolutista a la península italiana en 1860 —durante la guerra de unificación— en defensa de los Estados Pontificios.
A diferencia de otros líderes militares carlistas, Tristany no estuvo nunca implicado en robos (como Savalls) o en masacres (como el conde de España). Eso le confirió un aura de prestigio entre la sociedad catalana de la época (incluso entre sus rivales liberales) y le reportó la confianza del pretendiente Carlos María de Borbón, que en la Tercera Guerra carlista (1874-1875), conflicto que se libró, exclusivamente, en Catalunya, lo nombraría comandante general, equivalente al capitán general que el régimen liberal mantenía en Barcelona y presidente de la Generalitat. Al acabar el último conflicto carlista (1875), se exilió en Lorda (Occitania-Francia), se casó y se dedicó a la explotación agroganadera.