Con la energía de una erupción solar, sentí desde el ventanal el grito feliz de las gaviotas y me hizo añorar menos el mar. Tú, venías hacia mí con decisión y ternura, como las olas acuden a la playa a lamerle los pies. Esbozabas sonrisas al viento. Tenías luz. Tu alma era tan buena como el corazón de la alcachofa y aquel momento era sólo nuestro. No sé si sentías lo mismo que yo pero intuía que podrías y me sentía volar, suspendida en el aire sin tiempo ni espacio, como las motas de polvo que flotan ingrávidas, atrapadas dentro de un delgado rayo de sol matinal que se escurre por la ranura de la persiana.

Y así de repente, como un San Pablo deslumbrado cayendo del caballo, en medio de este desconocido viejo silencio del nuevo mundo, te das cuenta de que hay voces que no eran tan imprescindibles y palabras que tampoco se echan de menos tanto y que, en cambio, hay miradas que están siempre y que te vuelven a casa de un soplido. Y separas el grano de la paja y pasos el cedazo y aprendes a discernir sonrisas y a enamorarte de la paciencia y de la rebeldía furtiva. Hay un no sé qué en la tentación de desobediencia innata de algunas personas que me atrae como un planeta a su satélite.

Hay canciones y personas donde quieres quedarte a vivir

Después, para cuando el sol pase de nuevo por tu calle ya habré llegado con las cervezas y los bocadillos bajo el brazo. Te llamaré por el balcón y bajarás corriendo a abrazar el día y pasearemos bajo un cielo raso. Brindaremos por la vida y la amistad y haremos maldades divertidas sin maldad. Pasaremos el día juntos sin mirar el reloj, ni sufrir por el tiempo y nos reiremos de todo y de nada como si no hubiera mañana, porque de hecho no hay y no nos persigue nadie. Que los amigos son intemporales y los caminos todavía se tienen que desbrozar y pondremos la música que tanto nos gusta escuchar y cantaremos y bailaremos como si nos fuera la vida, a pleno pulmón, como a pleno pulmón nos abrazaremos. Hay canciones y personas donde quieres quedarte a vivir.