Ha llegado la hora, ya está aquí, finalmente. Hoy podemos asegurar que el presidente Torra anunciará en los próximos días —quizás en las próximas horas— un conjunto de medidas para lograr la independencia real y efectiva de Catalunya como república soberana. Da igual que algunos políticos soberanistas continúen dando zancadillas, ejecutando su vuelo gallináceo. A través de la indiscreción de una persona cercana al presidente de la Generalitat he podido saber que, coordinadamente con el presidente Carles Puigdemont, este mes de octubre Quim Torra desencadenará la determinante ofensiva política que los electores independentistas están esperando desde la victoria electoral del 21 de diciembre del año pasado. Una ofensiva política inequívocamente rupturista que reúna, finalmente, al conjunto de todas las fuerzas políticas independentistas en una única dirección y de acuerdo con una única estrategia de unidad nacional. El minucioso plan de secesión de los dos Muy Honorables, como todo el mundo puede imaginarse, contiene un apartado que se debe mantener en secreto todo el tiempo posible para evitar la intervención del Gobierno español. Lo que sí podemos saber, ahora, es que la retirada del apoyo parlamentario al presidente Pedro Sánchez se hará efectiva en el mes de noviembre, de manera irrevocable. Y que durante este mes de octubre, la acción política no se limitará a los partidos que defienden una Catalunya Libre. De acuerdo también con los principales actores independentistas de la sociedad civil, las dos figuras presidenciales establecerán un calendario inminente que haga posible la ruptura con España de una manera totalmente democrática, pacífica y ordenada. En este sentido, sería bueno que las iniciativas particulares y espontáneas, por bien intencionadas que puedan ser, no erosionen el complicado juego de ajedrez que está a punto de producirse. Las movilizaciones populares, por supuesto, serán determinantes en los próximos meses pero sería un grave error que se anticiparan a la estrategia coordinada que han elaborado el Consell de la República y la Generalitat. Las calles serán siempre nuestras pero habrá que esperar sin nerviosismo el momento adecuado.
Carles Puigdemont, como prometió, volverá muy pronto a Catalunya, pero en el momento y de la manera más oportuna para asegurar su seguridad personal. El factor sorpresa y la determinación del pueblo libre de Catalunya serán esenciales en esta hora grave que se acerca. Los dos presidentes con el pueblo y el pueblo con los dos presidentes es una fórmula muy difícil de contradecir, retirando temporalmente otros intereses bien legítimos. Para ilustrar un poco mejor cuál es la estrategia que se prepara me ha venido a la memoria un episodio de Pedro el Grande, reportada por Bernat Desclot en su crónica titulada Llibre del rei en Pere d’Aragó e dels seus antecessors passats. Durante la batalla de Alcoll —la actual ciudad argelina de Collo— Arnau Roger, conde de Pallars, identifica a un contingente sarraceno enemigo formado por unos sesenta caballeros. En lugar de hacerles frente con la ayuda de sus soldados, se arma, monta a caballo y les va al encuentro solo, de manera temeraria y espontánea. El forzado heroísmo del noble acaba recibiendo una bronca de su general, el monarca, el responsable final de la estrategia: “E·l rey reptà-lo molt fort, cor meys de son manament avia passat lo vayl ne avia esperonat ves los sarraÿns (...). Anar ferir entre L cavalers ne entre LX, no és ardiment ans és foltat.” Gente con foltat, locura, nos sobran.