Si hay que hacer caso de lo que nos quisieron mostrar y de lo que pudimos ver durante la proclamación de Susana Díaz como candidata a la secretaría general del PSOE, la política que hacen las mujeres auténticas y reales se parece bastante, por no decir demasiado, a la política de los infames machistas habituales, tan reincidentes y malvados, como siempre tan patriarcales veterotestamentarios. La señora Díaz Pacheco dijo que quiere mandar para conseguir la Victoria, la Victoria en mayúscula y por antonomasia, y así, de este modo, que si tal y que si cual, dado el caso, su partido volvería al poder y, allí, ella y sus ilustres acompañantes volverían a mandar mucho. Ovación. Es lo que reclaman siempre los nostálgicos, ya sean nostálgicos del régimen del general Franco, o del general De Gaulle o del general (secretario) Felipe González, que gobiernen siempre los mismos, y si es con la conformidad del pueblo mucho mejor todavía. Más allá de los proyectos políticos, ellos y su grupo son el auténtico proyecto. ¿Por qué, a ver tú, si José Antonio Girón de Velasco, por ejemplo, el famoso “León de Fuengirola”, quien instauró la paga extra de julio para los funcionarios, la prestación de desempleo y las vacaciones pagadas, a ver tú si este señor se convirtió en un nostálgico del franquismo, por qué Susana Díaz no puede ser una nostálgica del socialismo real del PSOE, cuando la beatiful people los necesitaba? Si han vivido ella, Felipe el millonario y Bono y muchos otros como Pérez Rubalcaba y Zapatero, y Patxi López y la mujer de Patxi López y el padre de Patxi López y el hijo de Patxi López. Y Carme Chacón y el hijo de Carme Chacón —el que su madre no quiere que un día tenga que elegir entre ser catalán y ser español—, y Alfonso Guerra y su hermano Guerra, y los pretores del caso Pretoria, y aquellos comisionistas del AVE y aquellos otros beneficiarios de Flick y de Flo, y los fileses, maleses, time-exports y los mercurios, y los de los ERE y ciertos constructores de pisos y también algunos vendedores de cepillos, de rodillos y de cal viva. Son tantos y tantos, y están tan bien avenidos y lo hicieron tan y tan bien que se entiende perfectamente que pidan, una vez más, el voto para el PSOE, más allá de cualquier otra consideración.

¿Son los que denuncian mejor que los acusados? ¿Y hasta qué punto los acusadores pueden acusar? 

La proclamación de Díaz no fue entendida por algunas personas poco ilustradas, precipitadas en sus juicios, que no entendieron que, como en una especie de pesebre viviente, alguien quiso hacer una escenificación del conocido episodio bíblico de Susana y los viejos. La palabra 'Susana' significa literalmente el cono, la parte cónica, la flor o la pureza misma de la flor, rodeada de los viejos que la codician no precisamente por sus virtudes teologales. Según la leyenda, Susana o el cono se baña con aceites y esencias aromáticas cuando es sorprendida por los viejos que no la convencerán de trato físico alguno. De ahí que la difamen y la acusen de adúltera. Por su negativa pierde riquezas y estatus social. Quizás lo que nos están preguntando es esto: ¿son los que denuncian mejor que los acusados? ¿Y hasta qué punto los acusadores pueden acusar? ¿Qué virginal pureza tiene, por ejemplo, la prensa, en su conjunto, para señalar y ridiculizar a Susana Díaz? La prensa española que mantenía y sigue manteniendo no sólo relaciones carnales sino incestuosas con los partidos políticos de poder.

Para conservar la perspectiva de lo que ha hecho doña Susana, recordamos que Marine Le Pen se ha presentado de manera muy diferente, como dueña y señora de su partido, como una alternativa real de poder en Francia, infinitamente más creíble que la señora Díaz, tan ultraderechista como ustedes quieran, tan repelente como les apetezca. Pero como una mujer que no ha quedado atrapada por la turbia mirada de los viejos, la mirada de la nostalgia. A su señor padre, Jean-Marie Le Pen, presidente y fundador del partido, un día, después de que hubiera pronunciado el enésimo chiste antisemita, le clavó tal patada que lo echó del partido. Al fundador. Al padre. Susana, en cambio, con toda aquella pandilla, no ganará para viejos.