Convertida en una figura política degradada y completamente aislada, seguida de forma fanática por un grupo de seguidores tan ingenuos como acríticos, la Muy Honorable Laura Borràs se ha convertido en la mejor candidata que puede tener Junts para las ambiciones hegemónicas de Esquerra Republicana de Catalunya. La imagen de la gran dama, irritada en el palco de invitados del Parlament, se parece demasiado a la impotencia de la reina Ginebra encarcelada en la torre del castillo del que debería salvarla el caballero Lancelot. Se parece demasiado a la imagen de una nueva prisionera política o de una nueva exiliada, como si en Catalunya fueran necesarios más presos o exiliados. Y no, ahora ya no vendrá nadie todas las noches a desearle buenas noches.

La posición política de la gran esperanza blanca del independentismo legitimista ha acabado tornándose negra, calcinada por su propia incapacidad política, por la imposibilidad de rectificar que demuestra, por no saber corregir errores ni ir más allá de su propio martirologio biográfico. Es una política bloqueada y solitaria. El martirologio que se ha esforzado en buscar sigue y exagera aún más al patrón grandilocuente del presidente Torra. Laura Borràs, más allá de sus buenas intenciones, que es evidente que las tiene y sabe explicarlas, no está en política para desbloquear la situación política de Catalunya. No trabaja para llevar a la mayoría natural de más del 52% del voto independentista a la confrontación con el Estado y a la independencia de Catalunya. Porque más allá de las buenas palabras, los hechos son los hechos y los movimientos nos delatan a todos. En la vida todos acabamos con un buen retrato. Y los hechos indican que Laura Borràs trabaja para sí misma, que Laura Borràs se ha acabado convirtiendo en la única causa de Laura Borràs, desviando al electorado, una vez más, del auténtico objetivo del separatismo. No, Catalunya es una causa mucho más importante y noble, popular y desinteresada, que la peripecia personal de la señora Borràs.

Naturalmente a Esquerra Republicana le parece fenomenal que en Junts estén todo el día peleándose y todo el día demostrando que sus auténticos ideales no son la independencia ni solucionar los problemas de la gente. Esquerra gana en intención de voto en todas las encuestas porque Junts no es ninguna amenaza, porque Laura Borràs no hace oposición y Jordi Turull primero trabaja para mantener el gobierno de coalición de Pere Aragonès y después, siempre después, cuando la votación de la militancia de Junts opta por romperlo sale con esta pregunta retórica y admirable modelo de hipocresía: “¿Creen que por cuatro despachos y coches oficiales renunciaremos al alma de Junts?” Cuesta olvidar por qué a Jordi Turull se le llama también Canelons Turull. Cuesta olvidar también el libelo que Jordi Llovet escribió contra Laura Borràs y que demuestra, al menos, dos cosas. La primera, que el conflicto es propio de la biografía de Laura Borràs mucho antes de que entrara en política. Mucho antes de que se hiciera independentista Laura Borràs ya trabajaba exclusivamente para Laura Borràs, la causa más noble del mundo en su modestísima opinión. Y que sus formas autoritarias, individuales, tramposas, egocéntricas, clientelares, son siempre las mismas. Laura Borràs fue perseguida allí donde puso los pies.

La segunda cosa que ha demostrado el libelo de Llovet, con el que tengo una larga, fecunda y sincera enemistad africana, es que Laura Borràs no ha dejado de intimidar y amenazar a sus críticos allá donde ha ido. La abrupta retirada del libelo es un ejemplo luminoso. Porque coincide, esencialmente, con el informe que Magda Oranich acaba de presentar públicamente y que, en cualquier país, supondría la inmediata dimisión de Francesc de Dalmases y de Laura Borràs. Ahora quizás algunos quisieran que me dedicara a hacer una escalivada con estos dos políticos completamente desacreditados, repasando con detalle el informe Oranich. No lo haré porque yo soy partidario de la independencia de Catalunya y opino que lo mejor que podría pasarnos a todos, como país, es renovar completamente la plantilla de nuestros políticos. La vida sería mucho mejor si nos dedicáramos a trabajar por la independencia y nos olvidáramos completamente de Laura Borràs. No sufran, sospecho que no tendremos tanta suerte.