Oriol Junqueras vino a decirle esta semana a Gemma Nierga que quiere elecciones catalanas lo antes posible. Los consellers Budó y Buch, de Junts per Catalunya, le han contestado inmediatamente que ahora no toca, que la prioridad es "centrarse y concentrarse" en combatir el coronavirus. Cada uno tiene sus argumentos y sus intereses partidistas, pero da la impresión de que aún no se han dado cuenta de que la crisis lo cambia todo y que si continúan fastidiándose mutuamente, el Estado, en situación desesperada, pero sobre todo la historia, los borrará del mapa.

Pedro Sánchez ya ha cambiado de mayoría parlamentaria, por lo tanto, el concurso de ERC ya no será necesario, por no decir directamente rechazado. Si la gestión de la pandemia adoptada por el gobierno español ha sido desde el inicio autoritaria y recentralizadora, cómo no será la fase de reconstrucción con el cataclismo económico que se avecina. Varios medios de Madrid ya han informado de cómo se prepara la policía... y el ejército. Habrá protestas y habrá represión y en Catalunya el soberanismo sólo resistirá la ofensiva si es capaz de sumar todas sus fuerzas.

Ahora ERC quiere elecciones lo antes posible antes de que el vicepresident Aragonès se vea obligado a recortar por todas partes. Además, si la legislatura se alarga, habría que negociar unos nuevos presupuestos para el 2021 que inexorablemente serán los más impopulares de la historia. Y los grupos de la oposición, desde Ciudadanos a la CUP, ya reclaman una comisión de investigación que sólo tiene como objetivo desgastar el Govern en su conjunto, pero a base de reprobar específicamente la gestión de la consellera de Salut y del conseller de Treball, Afers Socials i Família, ambos de ERC.

Si se convocan elecciones, Catalunya estará sin gobierno propio efectivo durante la crisis más grave del siglo. El Estado prepara una ofensiva para garantizar el orden público cuando estallen las protestas. El soberanismo sólo resistirá si es capaz de sumar todas sus fuerzas. Puigdemont y Junqueras no se juegan el poder, sino la biografía

Junts per Catalunya considera que ahora la gente no está para elecciones ni debates electorales, porque la preocupación principal es la salud y las consecuencias económicas de la pandemia. Todo muy cierto, pero también una circunstancia difícil para una candidatura de JxCat que aún no ha encajado el guirigay de los diversos grupos que componen una coalición que sólo puede encabezar Carles Puigdemont... desde el exilio.

Así que ERC quiere las elecciones cuanto antes y JxCat intenta retrasarlas todo lo que pueda, a ser posible hasta 2021, asumiendo incluso el riesgo de que irrumpa el Tribunal Supremo inhabilitando al president Torra. Los designios del alto tribunal son inescrutables por arbitrarios. Aún no ha decidido si admite a trámite el recurso del president Torra contra la sentencia del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya. Parecería inaudito que no le reconozcan al president catalán el derecho a la segunda instancia, aunque la Fiscalía sostiene que como Torra se autoinculpó —de poner pancartas a favor de la libertad de los presos— el recurso no tiene sentido. En los círculos judiciales se prevé que, para evitar más pleitos en los tribunales europeos, el Supremo admita a trámite el recurso, lo que alarga el proceso algunos meses porque se dará voz a las partes, acusadores y defensores antes del veredicto definitivo.

No hay que perder de vista que, sea cuando sea y sea como sea que se convoquen las elecciones, se abrirá en Catalunya un periodo de interinidad política que en el mejor de los casos no será de menos de seis meses, entre el proceso electoral, la constitución del Parlament, la elección de nuevo president y la formación de Govern. Catalunya no tendría un gobierno propio efectivo ni un interlocutor válido con el Estado cuando el país esté sufriendo la peor crisis del último siglo. Para el Estado, una Catalunya sin gobierno en plena ofensiva para no perder el control del país será tanto como la invitación a un paseo militar.

Sin embargo, Oriol Junqueras ha encontrado trabajo en el archivo del monasterio de Poblet donde trabajará cuatro días a la semana durante doce horas cada día. Consta que en Poblet están muy modernizados y digitalizados, así que seguro que disponen de un wifi potente. Tienen tiempo, pues, Puigdemont y Junqueras para hacer un encuentro telemático por Skype, uno o todos los que sean necesarios, para verse las caras, decirse y reprocharse todo los que tienen pendiente de reprocharse, hacer toda la catarsis necesaria, y empezar a pensar conjuntamente lo que conviene al país. No se juegan el poder, se juegan la biografía.