"La caída de Puigdemont liquida la farsa del Gobierno en el exilio" es el título con que abría portada el diario español de referencia el lunes 26 de marzo de 2018. En un subtítulo, el diario sostenía que "la justicia alemana estudia su entrega a España para que se le procese por rebelión" y para celebrar el acontecimiento, la propia portada destacaba el artículo de su redactor más inflamado titulado "El desplome de un mito”. Sostenía que “la caída de Puigdemont obedece a un error de cálculo, causado muy probablemente por un exceso de confianza en sus propias ensoñaciones. Quiso creer que Europa entera, contra toda evidencia ofrecida por sus gobernantes e instituciones, amparaba su aventura”.

Nadie sabe cómo acabará ni cuándo lo que el articulista en cuestión consideraba una "aventura", pero sí sabemos que la justicia alemana no accedió a entregar a Puigdemont por rebelión porque, según la sentencia del Tribunal de Schleswig-Holstein, "los hechos acusatorios del antiguo presidente catalán no constituyeron ninguna infracción alemana de alta traición ni tampoco de desórdenes públicos. No se ha llegado a ningún grado de violencia en los acontecimientos en España, tal como requiere la regulación de la alta traición. Se ha descartado la responsabilidad penal por desórdenes públicos, porque Carles Puigdemont sólo se ocupaba de organizar el referéndum".

Ha sido la confianza plena en los valores democráticos que fundamentan la Unión Europea lo que le permitió el lunes a Carles Puigdemont tomar posesión de su escaño en el Parlamento de Estrasburgo

También sabemos que las instituciones europeas, el Tribunal de Justicia y el Parlamento sí han amparado al presidente catalán en defensa de sus derechos a pesar de los esfuerzos de la justicia española, los sucesivos gobiernos del Estado y de los partidos españoles representados en la Eurocámara en silenciar al candidato electo más votado de Catalunya.

No ha sido un exceso de confianza sino la confianza plena en los valores democráticos que fundamentan la Unión Europea lo que le permitió el lunes a Carles Puigdemont tomar posesión de su escaño en el Parlamento de Estrasburgo. Ha sido un hecho bastante significativo como para que el diario de referencia, tan interesado como estaba en las vicisitudes del presidente catalán en el exilio, no le haya dedicado una sola línea de texto en su portada. Ni portada ni ningún comentario del relator. Y no será porque el asunto les haya dejado de interesar, porque dos días antes el diario de referencia sí abrió la portada de papel celebrando la noticia de que "La Eurocámara retira a Junqueras el acta tras el fallo del Supremo".

Durante muchos años, generaciones de periodistas nos reconocimos en el libro de estilo del diario de referencia, pero los tiempos han cambiado. Los mismos que lo proclamaban ahora se consideran estrellas que, siempre dispuestos a jugar a caballo ganador, no respetan la verdad ni la familia y acaban recordando la historia castellana del "maestro Ciruela, aquel que no sabía leer y puso una escuela".