Ha llegado ya la campaña electoral. Ahora los partidos pueden pedir directamente el voto. Ahora disponen de todavía más espacios gratuitos en los medios (públicos) de comunicación. Y durante este periodo tienen que abrir unos libros de contabilidad ad hoc. En eso los de Gürtel tienen muchos muchos másters, hasta ahora al módico precio de cero euros a devolver. En este periodo las trampas se incrementan exponencialmente y la histeria, real o fingida, va por las nubes.

De histeria hay que hablar hoy en relación con los incidentes del pasado jueves en Bellaterra, en la Universidad Autónoma de Barcelona. De histeria de unos y de otros. Histéricos lo que intentaron —afortunadamente no lo consiguieron— hacer callar a la candidata cunera del Partido Popular por Barcelona, Cayetana Álvarez de Toledo (¿CAT quizás para los íntimos?). Histeria la de ella en su casi bélica alocución (ni un paso atrás) y su lanzamiento de epítetos a borbotones contra los alborotadores. Fue una cadena de palabras, a troche y moche y el atributo de pijos fue el más chillón por parte de la abucheada. Inefable.

Empezamos por los estudiantes. En un acto político un grupo de estudiantes querían oponerse a la invitada de una forma nada democrática tapándole la boca. ¿Cómo? Abroncando a los organizadores y a los oradores, creando un clima para que la intervención de los invitados no pudiera llevarse a cabo. Es un acto censurable sin excusa.

Además, es un acto estúpido, ridículo. Ridículo, ya lo sabemos, porque nos lo recordó Tarradellas. Es lo que no se puede hacer nunca en política. Una gamberrada que ha servido para presentar como una nueva Agustina de Aragón (que era catalana) a Álvarez de Toledo. De este incidente y del maltrato recibido, calificado hiperbólicamente de totalitario, se hablará. Ya se encargará la candidata cunera de hablar y que se hable. No es quizás más tontería que hacerle la publicidad gratis al contrario.

No es excusa que estos disturbios sean moneda corriente en las universidades por todo el mundo, piel de toro incluida. Santiago Carrillo también fue recibido, con ocasión de su doctorado honoris causa por la Universidad Autónoma de Madrid en el 2005 por los ultras como ellos creían que se merecía.

Como estamos en campaña electoral donde reina, con permiso de la Junta Electoral, la máxima libertad de expresión, los políticos reciben muy mal las protestas ruidosas a su presencia en sitios. Fuera de estas fechas señaladas no se acercan nunca como pasa con la universidad, a la que maltratan legal y económicamente. Los mercados no parecen tampoco un ecosistema propicio: en algún caso tuvieron que desaparecer del mapa, como le sucedió a Rajoy, en un mercado de Collblanc en el 2006 en su campaña en contra del Estatuto.

Como estamos en campaña electoral donde reina, con permiso de la Junta Electoral, la máxima libertad de expresión, los políticos reciben muy mal las protestas ruidosas a su presencia en sitios

Fuera de los recintos-cápsulas-autobombo, los de la Gürtel eran espectaculares y sin coste para el partido, los políticos parecen como peces fuera del agua. Así, una nota fuera del guion se percibe como una agresión y se exagera hasta el infinito y atribuyen a los adversarios este ataque injustificable.

Así reaccionó la marquesa de Casa Fuerte. Como si le hubieran proyectado granadas de napalm. Y aquí radica su error que en nada la beneficia a su carrera política. Si los rufianes ensalzaron torpemente, a la candidata magnificando la intempestiva irrupción, demuestra que no hubo para tanto y empequeñece los resultados que ella querría próximos al martirologio.

Es más, reaccionó de forma primaria y se revolvió con aspereza contra los que la obstaculizaron. Fue una reacción elemental, propia de un político poco sutil, una reacción propia de un tribuno de la plebe, más próximo a recibir el aplauso de los suyos que a la reacción de un cónsul, más predispuesto a actuar con amplitud de miras y sin olvidar una buena dosis de ironía e incluso de sarcasmo. En política, son de las mejores armas. Muchas veces, demasiadas, la verborrea se confunde con la retórica verdadera. Dicho más sencillo: gritar no es razonar.

Un aspecto positivo tuvo el censurable incidente de Bellaterra —sin rasgarse las vestiduras—. Y como fue positivo, los medios de comunicación del régimen, tanto los arruinados como los que tienen ya sus candidatos decididos hace tiempo, lo escondieron. Me refiero a la reacción de los mossos de esquadra. Pusieron orden -a veces hace falta un poco- y la comitiva electoral pudo salir sin más perturbaciones del recinto universitario. Los mismos mossos que cada día nos dicen otras policías que van contra la ley, en connivencia contra los malhechores referendumistas.

Los pijos la pifiaron se mire como se mire. La candidata no supo estar a la altura y respondió de forma muy básica. Y los medios de comunicación oficiales hicieron lo que saben: recortar aquello que es sobrero por su mantra, es decir, manipularon.

En fin, el lector o lectora se podrá preguntar qué hace Voltaire en el título de este artículo. Bien sencillo: un partidario de la libertad de expresión casi sin restricciones, más todavía en periodo electoral (nada que ver con lo que hay ahora), no puede olvidar una frase falsamente atribuida a Voltaire: "no estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero moriría porque usted lo pudiera decir". Un poco el dramático, pero un buen punto de partida para dejar de tener la piel tan fina, unos y otros.