Si hace una semana nos dicen a usted y a mí que Pedro Sánchez tomaría posesión este sábado como presidente del Gobierno, hubiéramos dicho que sí, y que Manolo el del Bombo ha fichado por la filarmónica de Viena para tocar en el próximo concierto del 1 Enero. Increíble. En 7 días la situación ha girado como la producción anual de calcetines de Punto Blanco y American Socks. Como por citar dos marcas catalanas.

Esta corrupción que en España nunca penalizaba se ha llevado por delante un régimen que parecía impermeable. Y eterno. Y lo ha hecho con una moción de censura que empezó como aquello del "ay, llaman a la puerta. Voy a abrir y dejo un momento el sofrito en el fuego, que no pasará nada" y que ha acabado con un "creo que tendré que buscar piso porque el edificio donde vivía ahora son escombros por culpa del incendio que empezó en mi cocina". Todo ha pasado como por accidente y sin estar diseñado y tiene efectos que no son menores

Pedro Sánchez, el hombre a quien el poderoso aparato de su partido envió a los leones, el hombre por quien nadie daba un euro hace cuatro días, será presidente... ¡del Gobierno! Salió vivo del Coliseo, recuperó el control del partido y ahora transitaba tristemente por la actualidad política dirigiendo un partido que había sacado sus peores resultados electorales. Pero ahora preside España. Y sin querer.

Mariano Rajoy deja de ser presidente y, lógicamente, a corto plazo dejará de ser el líder del PP. Esto abre una guerra por la sucesión que será de todo menos amable. Soraya y Cospedal ya han ido a Albacete a proveerse de diverso material. Convenientemente afilado. Pero la solución quizás no será ninguna de ellas dos porque están demasiado marcadas por el Rajoyismo. Y quizás tampoco será Feijoo por culpa de las famosas fotos de aquel día de excursión marítima con un señor un poquito traficante. A ver si hay un tapado. O una tapada.

Albert Rivera ha quedado totalmente desplazado. Su estrategia se ha deshecho como un azucarillo. Por lo menos a corto plazo. El hombre a quien todo el mundo señala como el candidato del Ibex ha visto cómo hoy la bolsa subía un 1,76%. Y lo peor para él está por llegar porque un renovado PP irá a por ellos y muy a saco para recuperar el espacio que las encuestas dicen que están perdiendo. Hoy, durante la votación, con la cara pagaban.

EL PSC recupera el protagonismo perdido. Aquel partido a quién ya no se le podía marchar más gente. Aquel partido que tuvo que hacerse rotundamente "constitucionalista" e ir de la manita de PP y Ciutadans, porque no tuvo ninguna otra opción, resulta que ahora volverá a tocar poder. Hombre, fueron ellos de los pocos que apoyaron a "Pedro, aguanta. Líbranos de Rajoy y del PP" (Iceta dixit en una Fiesta de la Rosa) cuando Susana Díaz hacía puntería con el ahora Presidente. Y ahora podrían caerles un par de ministerios, quizás varios cargos importantes y unas cuantos de aquellas sillas que sirven para recuperar músculo.

Los indepes han dado apoyo a Sánchez, pero sin creérselo. Todavía recuerdan aquel "apoyaré" que se convirtió en un "disculpen, no sé de que me están hablando". Y ahora tienen en su mano dejarlo solo. Será demasiado tentador...

Y por el medio quedan algunas preguntas sin respuesta. Sobre todo dos referidas al ya expresidente:

1/ ¿Por qué no ha dimitido Rajoy? Si lo hubiera hecho habría parado la moción y el PP conservaría el poder. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué ha cedido a una moción multipartidista formada por sus máximos enemigos de entre los máximos enemigos?

2/ ¿Qué pasó la tarde-noche del jueves en el famoso restaurante del centro de Madrid? ¿Qué hizo Rajoy durante más de 8 horas allí dentro? ¿Con quién habló? Presencialmente y por teléfono. ¿Qué se decidió allí y por qué? ¿Por qué Rajoy no fue al Congreso de los Diputados? ¿Una persona tan correcta y tan mesurada como él, por qué hizo aquel desplante? ¿Y por qué sólo se lo reprochó Pablo Iglesias? ¿Sufrió alguna indisposición relacionada con la comida o el acompañamiento?

Quizás algún día lo sabremos. Y quizás será antes de que un servidor deje de pellizcarse para confirmar que todo esto ha sucedido.