Es urgente que salga alguien y nos diga la verdad: "Señoras y señores, ¿saben eso el virus? Pues no tenemos ni idea. Hacemos ver que dominamos la situación, pero vamos improvisando en función de lo que va pasado, que no sabemos ni cuándo pasará ni por qué". Ahora mismo la sensación es que estamos en manos de la suerte y del azar, que nadie sabe hacia donde vamos y se ha optado por la vía del "ustedes vayan haciendo como si no pasara nada y que la diosa fortuna nos tenga presente en sus oraciones". Ojo, pero no sólo aquí, sino en todas partes.

Ahora, cuatro meses después, en Catalunya serán obligatorias las mascarillas tanto por la calle como en locales cerrados y tanto si se respeta la distancia de seguridad como si no. En cambio la OMS decía el once de marzo que "las personas sanas sólo necesitan llevar mascarillas si tienen contacto con alguien sospechoso de estar infectado". Los expertos entonces afirmaban que eran "una protección relativa. Hay menos contagio lavándose las manos, que probablemente es la medida que ayuda más a cortar la cadena de muchas infecciones". Y el 2 de junio nos explicaban que "la obligatoriedad de la mascarilla al aire libre no es necesaria".

También al principio de junio nos decían que el virus "tiene todos los componentes de un comportamiento estacional y la tendencia natural de la enfermedad es a desaparecer". Un mes después el virus debe haber desaparecido en Raticulín y ser estacional en Ganímides, pero no en Lleida. Ah por cierto, las citas de los expertos son textuales, pero no pongo el nombre de sus autores porque la intención no es criminalizar a nadie sino constatar la realidad.

También habíamos quedado en que el virus venía de China, como las naranjas, pero ahora resulta que no. Lo dice un estudio de la universidad de Oxford según el cual la COVID-19 estaba latente desde hacía tiempo en todo el planeta y unas determinadas condiciones lo "despertaron" de su hibernación. Eso explicaría las conclusiones de aquel otro estudio realizado en BCN y según el cual en marzo del 2019 ya había restos en las aguas residuales del área metropolitana. ¿Y, cómo se transmite el virus? Pues hasta ahora estaba en superficies que tocábamos (pomos de puerta, botones de ascensor, mostradores de fruterías o mesas de bares) y por eso llevábamos guantes y nos lavábamos tanto las manos. Los guantes ya hace días que desaparecieron de nuestras vidas (pero no descartamos que vuelvan) y nos seguimos lavando mucho las manos, pero varios científicos están pidiendo a la OMS que rectifique y que diga oficialmente que nos contagiamos por vía aérea. Ah por cierto, y ahora también -a diferencia de antes- nos dicen que quien lo ha pasado no queda inmunizado sino que puede volver a pasar la enfermedad.

Y después está la lógica de las órdenes que recibimos. Las asumimos, sobre todo las que nos convienen, pero si las analizamos, algunas son difíciles de entender. Ayer mismo, bar-restaurante. Entra un chico de unos 16 años, sin mascarilla, preguntando si tienen hielo. La camarera le dice que se ponga la mascarilla. El chico, con muy mala educación (este sería otro tema apasionante) señala las mesas llenas de gente cenando y le dice: "¿Y todos estos qué?". Y, claro, a pesar de ser un cretino tenía una cierta razón. No es muy normal que tengamos que entrar en los restaurantes con unas mascarillas que después nos quitaremos durante todo el rato que dure la comida.

Y mientras, en nuestro país estamos sin director de la Agencia de Salud Pública desde el 28 de mayo, cuando se fue el señor Joan Guix. Y desde el 8 de junio está suspendido el contrato de rastreo y seguimiento de los contactos de positivos firmado con Ferrovial. Servidor desconoce si es imprescindible la existencia de un director de la Agencia de Salud Pública, pero si había uno, sería porque hacía falta. Tampoco me meto en el contrato con Ferrovial, pero si consideraron oportuno hacer un rastreo y un seguimiento, sería porque lo era y, por lo tanto, habría que seguir haciéndolo. Y si no lo era, ¿por qué firmaron el contrato?

En España, en cambio, tienen al motero Simón diciendo que Lleida se tendría que haber cerrado antes. Y lo dice quien pertenece a una administración a quien no le dio la gana cerrar Madrid, a pesar de las evidencias. Una administración gobernada por un Pedro Sánchez que nos repitió hasta aburrirnos que el Estado de Alarma era imprescindible para evitar el movimiento de personas y para que pudiera haber ERTE. Y ahora sin estado la alarma se ha cerrado Lleida y una zona de Lugo y siguen habiéndo ERTE.

Pero volvemos a los expertos. Aseguran que el virus es limitadito. Vaya, que no piensa. Actúa sin ninguna estrategia y simplemente se propaga como manera de sobrevivir. Pero de momento ya se ha instalado en varios personajes que se reían de él: Boris Johnson, Ortega Smith, Abascal y ahora Jair Bolsonaro. Falta Trump, que debe estar inmunizado porque se inyectaba aceite de freidora mezclado con vinagre de 50 céntimos la garrafa de 10 litros. O una cosa parecida.

Suerte que todo irá bien, ¿verdad?