Octubre del 2017. Carles Puigdemont duda entre convocar o no convocar elecciones. A través de terceras personas recibe un mensaje de Mariano Rajoy: "Si convocas elecciones no habrá 155 y respetaremos el resultado de las urnas. Pero si no las convocas, habrá 155 y actuaremos con la violencia que haga falta contra la población civil que salga a la calle". El President tiene decidido convocar elecciones y el decreto está redactado, pero quiere una confirmación directa desde Moncloa de que no habrá ni 155 ni violencia. Esta confirmación no llega nunca, aunque estas terceras personas siguen prometiéndole que si no hay elecciones no hay 155. Esto, sumado a los movimientos internos existentes en Catalunya, que se explican entre otros lugares en el libro "Toda la verdad" más otros detalles que se sabrán cuándo quien tiene la información considere que es el momento de explicarla, hace que Puigdemont opte por ir a elecciones. Es aquello del "visto lo visto...".

Dos años después, Mariano Rajoy publica unas memorias donde reconoce que el 155 se habría aplicado igualmente sí o sí. Eso demuestra varias cosas. Las dos más importantes, y que cuelgan mutuamente en sí, es que en Madrit (concepto) en ningún momento existió voluntad de diálogo ni de acuerdo. Y por lo tanto la decisión de actuar con todas las armas judiciales estaba tomada desde el primer momento independientemente de lo que hiciera la parte catalana. Querían escarmentar el independentismo actuando como actúan contra los disidentes los estados que necesitan pasarse todo el día diciendole a todo el mundo que son una democracia muy homologada y que aparece muy bien situada a los rankings de democracias con una gran salud democrática. Y dos huevos duros.

Pero Rajoy también reconoce, entiendo que sin querer, que él no tomaba las decisiones relativas al tema catalán. Es el momento aquel en que, hablando de una reunión del año 2017 con Carles Puigdemont en Moncloa, recuerda que le preguntó al presidente catalán si él creía que permitiría el referéndum. Rajoy detalla así la respuesta: "Todavía hoy me produce perplejidad su respuesta: 'No lo autorizarás, porque, además, no puedes'".

Efectivamente, en aquellos días, cada vez que le preguntaban por el referéndum, Rajoy estaba en el "es que no puedo permitirlo". Y consciente de lo que implicaba decir eso, posteriormente le añadió un "ni quiero". Y es que no podía porque el Estado del cual él era un simple empleado ya había decidido la vía del "a por ellos". Sólo hay que ver quien y cuando se empiezan a usar palabras como sedición o rebelión.

Y en este aspecto es muy recomendable un trabajo de Jesús María Usunáriz, de la universidad de Navarra, titulado "¿Cómo atajar una rebelión? Tácito y su influencia en los autores españoles del siglo XVII", donde el autor escribe cosas como: "Fueron varias las revueltas, motines y conspiraciones que tuvieron un especial protagonismo en la monarquía hispánica durante el siglo XVII, sobre todo las de Cataluña, Portugal, Nápoles o Mesina, entre otras. (...) Tácito, sus traductores e intérpretes, ofrecieron un buen número de consejos para hacer frente a tales sublevaciones con diferentes medios: rapidez, negociación, disimulación, engaño...". Y ahora no hace falta que le recuerde quién se llamba Tácito en su cuenta de twitter y como sus informes sirvieron para construir la trama judicial.

Por lo tanto, en sus memorias, Mariano Rajoy explica la verdad. La cuestión es que esta verdad desenmascara a unos cuantos y deja con el culo al aire a unos cuantos más.