Pedro Sánchez sabe que le conviene hacer movimientos relacionados con Catalunya. Para pagarle al PSC la factura de su apoyo en los momentos (muy) difíciles, sí, pero también porque lo benefician electoralmente. ¿Por qué? Bien, al final ha resultado que hay más españoles de los que nos pensábamos que creen que el Estado ha ido demasiado lejos con esto de la prisión preventiva. Y coincide en que son votantes o posibles votantes del PSOE que, además, buscan una cierta estabilidad y sosiego frente esta carrera de PP, VOX y Ciudadanos a ver quién la suelta más gorda.

Y Sánchez también sabe que con la prisión preventiva se han cruzado demasiadas líneas rojas y que con la instrucción de Llarena han ido tan lejos que quizás alguien se acaba haciendo daño. Y como las cosas nunca pasan por casualidad, vaya usted a saber si la inesperada moción de censura no fuera un movimiento del propio Estado para reconducir el descontrol desaforado existente hasta aquel momento.

Pero Sánchez también sabe que estos movimientos hacia Catalunya no puede hacerlos directamente. Ni él ni nadie de su gobierno. Y ha sido lo bastante hábil como para ver claro que tenía que subcontratar el tema a una empresa externa.

Y justamente pasaba por allí un Pablo Iglesias que, por fin, se ha convencido de que nunca podrá superar al PSOE, tal como alguien le hizo creer en un momento dado. Pero sabe que de la mano del PSOE, la vida puede ser más bonita (y menos complicada). Y es así como el líder de Podemos es quien ha ofrecido ser esta empresa que Sánchez necesita para intentar mover la roca granítica que construyó el PP.

Y ha sido Iglesias quien ha visitado dos veces a los presos. Y es Iglesias quien habla con mucha más gente de lo que creemos. Y es Iglesias quien quizás pronto irá a ver Puigdemont a Waterloo. Porque quizás Puigdemont e Iglesias hablan más a menudo de lo que nos creemos.

Y las collejas le caen a Iglesias, "el populista que negocia con golpistas" en lenguaje cavernario y tabarniario (por cierto, qué callada está últimamente Tabarnia, ¿verdad?). Y Sánchez hace como si la cosa no fuera con él. Para no salpicarse. Pero Iglesias no haría todo lo que está haciendo si no tuviera la complicidad ni, sobre todo, un objetivo común con Sánchez. ¿Qué objetivo? Ampliar la base de la izquierda española. Sí, ya sé que la palabrita "ensanchar" ahora mismo tiene mala prensa, pero eso no quiere decir que no esté en el diccionario. Y que haya gente que la utilice.

PSOE y Podemos saben que están condenados a trabajar juntos en la parte centro-izquierda del espacio electoral de los dos bandos divididos que se dibuja en España. Y saben que no tiene ningún sentido pelearse y que les resulta más beneficioso complementarse. Por este motivo Iglesias hace de vicepresidente de asuntos catalanes del Gobierno Sánchez.

¿Para conseguir qué? ¿Para llegar hasta dónde? Bien, de momento, para intentar encontrar un camino para resolver el tema de los presos, que dependiendo de cómo acabe puede ser un (muy) grave problema para España y para su estabilidad. Y en Madrit (concepto), lo saben.