El caso de las niñas de Tenerife es terrible. Cuando pienso en la madre de las criaturas no soy capaz de imaginar tanta desesperación. Y dolor. Y ahogo. Desde el primer momento decidí no dedicar ni un solo segundo a ver ni oir nada que tuviera que ver con el espectáculo sensacionalista que acompaña el tratamiento mediático de estos temas. Ni siquiera para poder criticarlo de la manera más a saco posible. Objeción de conciencia informativa. Si no remueves mierda es muy probable que no acabes salpicado de mierda.

Pero hoy he visto una derivada que no me puedo callar. Repugnante es poco. Sobre todo viniendo de una persona que representa lo que representa y que, se supone, ha tenido la oportunidad de disponer de una mínima educación. Se llama Fernando Báez Santana y trabaja de sacerdote en una parroquia de Gran Canaria. Y la barbaridad que ha excretado no la ha dicho en una homilía en que, vaya usted a saber si por el calor, el vino de misa, la neurona perjudicada o las tres cosas juntas hacen que acabes diciendo una inhumanidad fuera de carta. No, no, lo dijo en una emisora de radio, en algún vídeo que circula y lo escribió en facebook, de donde lo borró después del alboroto. Sin ninguna más explicación. Ni rectificación. Ni desaparición del planeta Tierra. Para hacer un bien a la humanidad. Más que nada.

Sostiene el tal Báez que el presunto asesino de las dos niñas es "otra víctima de la ruptura matrimonial" que tiene el origen en "la infidelidad" de la madre. Y añade que las niñas estarían vivas si ella "no hubiera roto el matrimonio" porque "antes el hombre aguantaba a las mujeres aunque se volvieran locas". Y lo remata con un "la madre ha recogido lo que sembró".

No perderé ni una milésima de segundo en comentar las imbecilidades de este trozo de carne podrida con ojos. No hace falta. Es un agujero negro argumental que se autodestruye en la miseria mental de su autor. Pero sí me detendré en quien le permite ejercer como cura. Porque, a ver una cosa, ¿en qué momento este saco de estiércol consideró que estaba transmitiendo la palabra de Dios? ¿Y una vez lo hizo, por qué su iglesia no lo ha fulminado públicamente con un rayo purificador marca de la casa? Porque es que este señor y su iglesia se han otorgado la potestad de señalar a sus fieles el camino de la moral. Y les dice qué está bien y mal. Y los creyentes, como su propio nombre indica, se creen lo que esta gente les dice porque, se supone, transmiten la palabra de Dios. Y no, no soy experto, pero me temo que Dios no ha dicho nunca en el cielo el vómito de Báez en la Tierra. Pero se ha dicho. Y no ha pasado nada. Como siempre.

Pero el problema, y muy grave, para la sociedad no es sólo este mosén y quien le permite rebuznar estiércol por aspersión. No, no, la cuestión es que hay partidos políticos que piensan lo mismo que él, hacen bandera y otros partidos que se dicen demócratas lo han normalizado. Y lo aceptan. Y pactan con ellos. Y se manifiestan de la manita. Hoy lo hemos visto. Una vez más. Durante el minuto de silencio y de condena por los hechos celebrado en el ayuntamiento de Madrid. Mírese esta foto de la pieza que ha hecho La Sexta. Todo el mundo sostiene la pancarta de condena menos Javier Ortega Smith, portavoz de VOX en el consistorio. Es el que se ha situado a un par de metros.

Ortega Smith​Y acompañando este numerito ha ido incluida la censura del partido de este señor "a que se use el caso de Tenerife para criminalizar a la familia y a la paternidad". ¿Qué, nivel, verdad? Es imposible subestimar un argumento unineuronal tan fracasado, por lo tanto, dejémoslo estar. Miras la foto y lees la cosa del cura este que cuándo llegue al Infierno el demonio en persona lo sacará a puntadas en el paladar diciéndole: "perdone, usted sobra incluso aquí" y no puedes evitar preguntarte: si todos venimos del mono y respiramos el mismo aire, ¿en qué momento se estropeó esta gentuza? Y la sociedad, ¿cómo se puede proteger de ellos?