La mahonesa de Maó, la hamburguesa de Hamburgo, las lionesas de Lyon y las insurrecciones, como las espinacas, a la catalana.

¿Y, cómo es la insurrección a la catalana? Única en el mundo porque resulta que es pacífica. O sea, es una insurrección que no lo es. Lo ha explicado hoy en el juicio del Supremo un señor que no es nadie al cuadrado. O sea, todo el mundo sabía que quien estaba declarando era Daniel Baena, teniente coronel de la Guardia Civil, y todo el mundo sabía que cara hace porque su imagen es pública. Pero resulta que oficialmente no era él porque no nos lo han presentado porsu nombre sino con su número identificativo y se ha acogido a su derecho a no ser enfocado por las cámaras.

Por lo tanto, todos sabíamos perfectamente quién era aquel señor anónimo que declaraba, que era el mismo señor anónimo (presuntamente) que en twitter tenía una cuenta anónima denominada Tácito, que él dice que no era suya, y desde la cual se insultaban indepes y se presionaban periodistas. Pero no, él no era ninguno de los cuatro. Ni Baena era Baena, ni Tácito era Tácito, ni Tácito era Baena, ni Baena era Tácito. La cosa, pues, es que hoy ha declarado un señor que llamaremos "loqueconsteenlasdiligencias", en honor a la frase que ha repetido más veces cuándo esta tarde le ha tocado responder a las defensas.

Resulta que por la mañana, a preguntas de la fiscalía y la abogacía del estado, el señor que no era nadie ha calificado varias veces los días en torno al 1-O como un "periodo insurreccional" "que era "un polvorín que con cualquier pequeño acto habría explotado" ya que existía una gran "violencia ambiental". Pero cuando las defensas le han preguntado si esta terrible insurrección que se olía provocó muertos, heridos, detenidos, impidió algún registro o fue acompañado de llamamientos a la violencia y al enfrentamiento, para no tener que reconocer que no había sucedido nada de todo esto decía que "loqueconsteenlasdiligencias", que es la versión moderna del yoloquedigamimarido. Hasta que en un momento dado ha tenido que reconocer que en las conversaciones intervenidas siempre se hablaba de movimientos pacíficos. Pues vaya mierda de insurreción, ¿no cree? 

Me ha recordado aquella vez que en un restaurante me sirvieron un fideuá "a mi estilo" que estaba elaborada con maiz y "mi tiramisú", hecho con manzana y sin mascarpone. O sea, de la misma manera que aquella fideuá no podía ser fideuá porque no llevaba fideos, ni el tiramisú podía ser tiramisú, la insurrección no era insurrección.

Bienvenidos, pues, a la casi insurrección, prima hermana de la casi declaración. La del secretario de los atestados de la investigación de la policía judicial de la Guardia Civil, que estaba citado a continuación del señor que no era nadie. Pobre hombre, ha sufrido un ataque de vértigo y lo han tenido que dejar estar. Cuando le tocaba intervenir, en vez de aparecer él, ha salido un médico forense vestido como si fuera un constructor en un concierto de los nietos de Boney M en el festival de verano de Marbella. El señor ha ido hasta los dominios de Marchena para decirle que el declarante iba muy medicado (frase que acuñó en su día y con letras de oro Fèlix Millet) y que era imposible su comparecencia. Y así ha acabado una sesión en la que hemos aprendido a cocinar la insurrección a la catalana, que sería una especie de acelgas hervidas y sin ni un triste chorro de aceite.