Usted está en una habitación con un león. Hambriento (el león). Pero usted sostiene que en la habitación hay un gatito. Perfecto. Todo el mundo es muy libre de negar la realidad como crea conveniente. Sólo faltaría. Pero el león le da un arañazo y se le lleva un brazo. Mientras el animal se come lo que fue uno de sus dos apéndices superiores, usted sigue afirmando que allí hay un tierno gatito que sólo quiere jugar. Y cuando el león le arranca el otro brazo, en vez de gritar de dolor, usted opta por llamar (con el pie claro, porque ya no le quedan brazos) al Globo de los gatitos para que le traigan un poquito de jamón york al simpático felino doméstico. Pues bien, si después de arrancarle las dos piernas y hacerse unos peúcos con la piel de su cráneo, usted sigue defendiendo que aquel león es un gato, usted está haciendo —sin saberlo— lo que se conoce como un Puigdemont.

Hacer un Puigdemont: efecto de ir por el mundo diciendo que alguien es un fugado de la justicia y resultar que este alguien es un eurodiputado que se mueve tranquilamente por Europa y que todas las sentencias y decisiones que se toman sobre su persona siempre le son favorables. ¡SIEMPRE! O sea, que no, que lo que hay en la habitación no es un gatito, hostia, que es un león. ¡LE-ÓN! Y por mucho que quieran que coma pienso de gato, les acabará arrancando todos los apéndices que le pongan enfrente. Porque los leones comen carne y no pienso del Globo de los gatos. Porque el president Puigdemont no es un huído. Por mucho que lo repitan. Una vez y otra. Como repiten que para recibir un indulto hace falta arrepentimiento o que los indultos pueden ser reversibles, como las cazadoras de los años 80.

Y hoy el león, que no gatito, les ha dado otro arañazo en forma de decisión del Tribunal General de la UE (TGUE) paralizando provisionalmente la suspensión de su inmunidad parlamentaria. Esto traducido quiere decir que el Tribunal Con Sumo Agrado Supremo pidió hace tres meses que se levantara la inmunidad parlamentaria a los tres eurodiputados exiliados de Junts: Carles Puigdemont, Toni Comín y Clara Ponsatí. Y el TGUE les dijo que de acuerdo. Pero como ahora el Parlamento Europeo se reunirá en Estrasburgo, el vicepresidente de este organismo dice que suspende aquella decisión hasta que se acabe el procedimiento en curso porque de no hacerlo así "eso podría causarles un perjuicio grave e irreparable y que su probable detención o la limitación de su libertad de circulación vulneraría su derecho a desarrollar sus funciones de diputados europeos".

Resulta que limitarle la libertad de circulación a un huído-fugado y a sus dos peligrosos secuaces "vulneraría sus derechos". Atención, ¡¡¡eso querría decir que "el fugado" tiene derechos!!! Caray, pues qué huído más extraño, ¿no cree? Cómo ha cambiado el mundo de lo que sería la fuga, ¿verdad? ¡Antes sí que había huídos de verdad! Corrían sin cesar delante de sus perseguidores pasando aventuras con mucho riesgo y resoplando mucho (de tanto correr). En cambio ahora los huídos están en parlamentos de 705 diputados, con centenares de asistentes, asesores, ayudantes y periodistas y salen por la TV pronunciando discursos. Y viven en una casa que todo el mundo sabe donde está. Vaya, que a los huídos los ven centenares de miles de personas en lugares públicos y, mientras todo el mundo los observa, nadie hace nada para que dejen de estar huídos.

Yo no entiendo mucho, pero a ver si al final resultará que Puigdemont no es ningún huído. Y que Comín y Ponsatí tampoco lo son. Yo, es que empiezo a sospecharlo...