Vaya, ahora resulta que el exministro Jorge Fernández Díaz y su aparcacoches Marcelo dedicaron recursos públicos (dinero y varios miembros de los cuerpos de seguridad bautizados como 'la policía patriótica') a organizar el robo de la documentación que demostraba la trama de corrupción del PP y que estaba en poder del extesorero del partido (y alguna cosa más) Luis Bárcenas (Luis, sé fuerte). Y también resulta que por allí en medio de la cosa había gente como el Barbas, la Pequeñita o el Polla. ¿Ah sí? ¿Quieren decir? Pues qué sorpresa más sorpresiva, la verdad. No me lo hubiera imaginado nunca. Me están diciendo que quien aparece relacionado con 1/ la Operación Catalunya (de la cual estaría bien saber algún día cuánto nos ha costado, en dinero y en vulneración de varios derechos y legalidades), 2/ la Fiscafina de conspiración con el juez y jefe de la Oficina Antifraude Daniel de Alfonso, 3/ los jarrones con orejas, 4/ la destrucción del disco duro de Bárcenas (que no fue formateado ni una, ni dos, ni tres, ni 17, ni 29 sino 35 veces y sólo les faltó que se le hicieran caca encima), 5/ el envío en octubre del 2013 de un señor disfrazado de cura que a punta de pistola secuestró a la mujer, al hijo y a la asistenta de Bárcenas para intentar robarles tres lápices de memoria con la contabilidad B del partido y los pagos irregulares a altos cargos del partido...

Mosén

... o 6/ com la compra de acciones de medios de comunicación afines con dinero negro...

ABC

... ¿me están diciendo eso? ¡NO PUEDE SER! ¿Sí? Pues me pinchan y no me sacan sangre. Sobre todo por lo inesperado de la cosa, ¿sabe?

Realmente es un problema crear y mantener un Estado paralelo para que te haga el trabajo sucio. Bien, más que sucio, marrano. A corto plazo fulminas a tus enemigos, sí, pero a la larga tiene peligros. Porque los enemigos se pueden revolver. En esto pasa como con los clanes de la mafia. Si tú quieres eliminar la competencia para poder tener más negocio, no dudes que la competencia, tarde o temprano, hará alguna cosa. Para defender lo que es suyo, pero también por venganza. Y cuando la gente actúa por venganza está para pocas hostias. Ojo, y no digo que estemos hablando de mafia, no, sólo pongo un inocente ejemplo comparativo. Y en eso estamos.

Pero es que, aparte, aquí también está el Estado normal. Este Estado que ha visto como lo obligaban a enviar a Emérito I al desierto. Y en pleno verano. Con el calor. ¿Pero, qué se pensaban, que no responderían? ¿Creían que se quedarían de brazos cruzados sin hacer nada? El Estado paralelo tiene papeles, grabaciones y medios de comunicación donde filtrarlo todo, claro, pero el Estado "normal" también tiene cositas. Y tiene una cosa muy poderosa, la fuerza de la ley. Y la puede aplicar como lo crea conveniente, cosa que por aquí ya hemos visto sobradamente. Y si el amigo de Marcelo y su gente no tienen cromos para intercambiar, quizás acaben ante un tribunal. Y una vez allí, nunca se sabe, ¿verdad? Antes que ellos, muchos otros ya han caído.

El caso Villarejo es una lucha a tres bandas entre quien construyó un Estado paralelo para hacerle encargos al excomisario y a la gente que trabajaba para él, quien sufrió los encargos y el Estado "oficial". Ahora se trata de sentarse y esperar a ver quién gana. De momento la partida de ajedrez ha visto como dos bandos perdían a las reinas en forma de rey huido y de Villarejo en prisión. Lo interesante será seguir los movimientos de los peones que defienden a los reyes respectivos y observar como todo esto afecta a esta España-Estado que se deshace como un azucarillo, y no sólo por los efectos de la pandemia.