Subo la persiana. Hace sol, pero enseguida se ha tapado. He aprovechado la observación de este fenómeno para reflexionar sobre cosas que, como las nubes, también me van pasando por delante de los ojos.

Ayer fui al Tot es mou (TV3). De camino, en uno de los paneles informativos de la ronda Litoral vi un aviso de atasco con el siguiente texto: "B20 incidencia salida 2". Cuando pone esto no es muy difícil suponer que si no es un accidente o un coche averiado, que son las informaciones especificadas normalmente en estos paneles, de lo que estaban avisando es de un control policial, como así fue. No, lo digo porque se supone que no es muy normal avisar de los controles a través de la información oficial y permitir a la gente saltárselos.

Hoy he visto gente negando las imágenes donde todos hemos visto a Mariano Rajoy saltándose el confinamiento a base de aplicarse el famoso sistema conocido como "pormisgüebos". Que si eran un fake, que si no eran de ahora... Me ha recordado cuándo muchos culés decían que Hristo Stoichkov no había pisado al árbitro Urizar Azpitarte en aquel famoso partido del 5 de diciembre de 1990. Pero eso de negar la realidad tiene una explicación. Y nos la dará el ilustre periodista Eduardo Inda:

Y también he visto que aumenta la cifra oficial de infectados por el coronavirus. Y, curiosamente, eso coincide con el aumento de los test que se le hacen a la gente. Vaya por Dios... O sea, ¿cuantas más pruebas haces más positivos salen? Fíjese qué cosas pasan, ¿verdad? A ver si al final resultará que las cifras que nos están dando desde hace un mes no son reales...

Y mirando cifras, pero relacionadas con la economía, he visto que mientras todas las tiendas de mi ciudad que no son de alimentación están cerradas, Amazon no para de servir pedidos y lo está petando mucho en la bolsa de Wall Street y que el resto de empresas a servicio a domicilio han multiplicado por cuatro sus servicios. O sea, ya sabemos cuál será una de las cosas que cambiará el postvirus: adiós a miles de pequeños comercios de barrio. Y también he visto que para afrontar la crisis brutal que nos viene, empiezan a proponerse recetas. Una de las que he oído y he leído más es la llamada "tirar dinero desde un helicóptero". Consiste en que el Banco Central Europeo (BCE) imprima dinero sin parar y, para no generar inflación, lo reparta tanto entre quien tiene que generar oferta (las empresas que ahora están paradas) como entre quien tiene que producir demanda (los consumidores).

¿Eso es posible? ¿Es una solución? Como yo no tengo ni idea, decido preguntar la opinión a mi amigo doctor en economía. Él sabe de mi ignorancia y opta por darme una clase básica del tema. Me recuerda las dos líneas básicas de pensamiento económico, la liberal y la keynesiana, la corriente imperante en Europa y en todo el mundo... menos en los EE.UU.. Y entra en cuestión: "Los discípulos de Keynes piensan que la economía se tiene que intervenir. ¿Cómo? Enfriándola cuando se calienta, básicamente subiendo impuestos, y calentándola cuando se enfría, o sea, bajando impuestos. Cuando bajas impuestos, el dinero que iba al estado se queda en los bolsillos de los consumidores y por lo tanto se genera PIB (Producto Interior Bruto). El problema de la teoría keynesiana es que la aplican siempre mal. Tú no puedes subir impuestos cuando todo va mal, como se ha hecho tradicionalmente en España, por ejemplo con la subida del IVA de Rajoy. Y como cuando todo va bien, nadie sube impuestos, cuando el ciclo va a la baja y hace falta dinero, no hay. Es aquello de la cigarra y la hormiga.

Por lo tanto, los que dicen que son de izquierdas ahora tendrían que estar manifestándose gritando 'que pongan en marcha la máquina de hacer billetes', pero incomprensiblemente no lo hacen. ¿Por qué? No lo sé. Y, en cambio, muchos economistas liberales están defendiendo que el BCE imprima billetes sin descanso y los reparta a fondo perdido".

Y entonces le he pedido que me explique si la solución es regalarnos dinero. Respuesta: "Lo que ha pasado ahora no ha sido un final de un ciclo de bonanza o de crisis sino una interrupción repentina, un corte. ¿Cómo se soluciona? Hay que inyectar dinero, pero no con el famoso helicóptero sino con una financiación monetaria que no se tiene que hacer con billetes sino con una anotación en las cuentas corrientes y por dos posibles vías. La una es perdonando deuda a los particulares, que sería discriminatoria porque hay gente que no tiene deudas. La otra sería ingresando dinero en las cuentas de la gente, pero sería complicado de aplicar porque, ¿qué ingreso y a qué gente? Mil euros por familia en Andalucía no son lo mismo que en Catalunya o en Madrid porque hay inflaciones diferentes.

Por lo tanto, teniendo en cuenta que regalamos 60 mil millones de euros a los bancos, y digo regalar porque no hubo condonación ya que la gente o perdió la casa o siguió pagando la hipoteca, quizás es momento que los bancos nos devuelvan lo que les dimos. Yo apuesto por un sistema de ingreso directo y, para evitar la posible inflación, que no se pueda gastar en según qué y que una parte sea para reducir deuda de las familias. O si no una renta universal garantizada durante los próximos tres meses que sea el salario medio multiplicado por tres".

Ah, pues tomo nota. Aunque mi amigo me dice que todavía hay otra opción: "Prescindir de los bancos y que sea directamente el BCE quien abra las cuentas y allí ingrese tres veces el salario mínimo o 1/4 del valor del gasto corriente de las empresas. Pero claro, eso los poderosos bancos no lo permitirán".

Y mientras intento retener todo eso y usted y yo nos acabamos de convencer de que lo que vendrá, desde el punto de vista económico, será una cosa nunca vista (y ya llevamos unas cuantas), marco con una cruz roja otro día del calendario. El objetivo es pasar una jornada más pero sin mirar adelante. Se trata de mirar atrás para saber por donde hemos pasado ya e ignorar un futuro que seguimos sin saber cuándo empezará ni como será.