Subo la persiana. Llueve. Pero después ha hecho sol. Es lunes, pero lunes-lunes. Lunes de "sin novedat en la frente" y parafraseando a aquel suegro que decía "hemos perdido a un hijo pero hemos ganado una habitación", hemos perdido a un humorista pero hemos ganado a un héroe que cuando acabe eso tendrá que comprarse otro pecho para ponerse todas las medallas que le caerán:

En la comparecencia de hoy de Salvador Illa, la primera frase ha incluido el concepto "frente de batalla" y la segunda "combate contra el virus". O sea, no lo pueden evitar. Y les lame un pie ser el único país del mundo que juega a soldaditos. Increíble, pero cierto. Y mientras aquí, donde con Illa sale la ministra Nadia Calviño repitiendo que nada de pararlo todo porque hundiríamos la economía, en los EE.UU. empiezan a tomárselo seriamente. Empiezan. En Miami, por ejemplo, empiezan a cerrar empresas, pero la gente aprovecha el buen tiempo para hacer barbacoas con amigos y salir en barcos de recreo a comer y beber. Me lo explica la amiga que trabaja en el aeropuerto de la ciudad, que alucina como están llenos a tope los centros comerciales de jardinería.

Pero, curiosamente, la suerte que tienen allí son, precisamente los jardines. Hay tanto espacio entre casa y casa y se usa tan poco el transporte público, que es difícil el contacto entre personas y, por lo tanto, contagiarse el virus. Ahora bien, ahora que la gente empieza a estar en su casa, se ve un fenómeno nuevo. En una ciudad donde las zonas residenciales son kilómetros y kilómetros de viviendas, sin ninguna tienda ni ningún centro urbano, nunca ves a nadie por la calle caminando. Claro, no hay un lugar donde ir. Pues bien, resulta que ahora la gente sale a pasear. Y sin ninguna protección. Por lo tanto, ahora hay un riesgo de contagio que antes no existía.

A lo largo del día veo en las redes varios vídeos de cuerpos de seguridad que van a las puertas de varios hospitales a rendir homenaje a los profesionales sanitarios. Van con sus coches patrulla haciendo sonar todas las sirenas a la vez. En algunos casos son 10, 12 o 15 vehículos. Realmente el ruido es atronador. Y la pregunta es: ¿hace falta? ¿No se puede hacer el homenaje a un volumen menor? Sobre todo pensando en los enfermos.

Media tarde, me llega esta noticia sobre Juan Luís Cebrián donde aprovecha la oportunidad para torpedear el Gobierno Sánchez. Y con toda la deslealtad de la que es capaz. Cebrián, que desde el 2012 al 2018 cobró 15,3 millones de euros como presidente de PRISA, mientras la empresa perdía 3.332 millones de euros, no puede estarse callado. Hablo con mi colega en Madrit (concepto) que siempre "sabe cosas" y le pregunbto por la cuestión: "Hombre, que menos que ser fiel a quienes lo convirtieron en hipermultimillonario. Su problema es que ni él ni el felipismo a quienes representa ya no son nadie. Pero no perdamos el tiempo en cosas menores. Eso que te diré ahora ya te lo desarrollaré -me suelta, y cuando me suelta esta frase, tiemblo-, ¿pero te imaginas que el coronavirus afectara al rey emérito? Un señor ya mayor, muy enfermo... No sorprendería. Sería un impacto muy fuerte, pero quedaría muy tapado por la actual situación de crisis. Y ahora no podría haber funeral de Estado, cosa que solucionaría incomodidades. Y dentro de tres o cuatro meses, cuando se pudiera celebrar, vete a saber dónde estamos Si eso sucediera ahora, el Estado solucionaría un grave problema de la manera más discreta, elegante y más faltada de consecuencias. No estoy diciendo nada, sólo que pensaba en ello ayer mientras me tomaba un Hibiki. Mañana te lo amplío". Y me ha dejado así.

Como puede imaginar estoy contando los segundos que faltan para que mañana me llame y me explique más. Mientras, me tengo que entretener recordando cosas como este tuit amenazante que no me puedo quitar de la cabeza:

Cotización

O este otro, que de momento gana el premio mundial a la inoportunidad:

Tuit Salud público

O un momento de la historia de la humanidad que sólo ha sido posible gracias a un virus y que nos sitúa ante nuestro pobres ojos castigados por el confinamiento un Emiliano García-Page convertido en poco menos que en estadista:

Pero todo eso son migas que no nos alimentan ni formando parte de un pan de 30 kilos (en canal). Lo que realmente nos reconforta con la especie humana es el retorno de John Cobra. En unos momentos tan duros, es importante que de dentro de la sociedad emerjan los líderes que tienen que conducirnos a un nuevo mundo. Las crisis son una oportunidad y, sin dispararme un tiro en el pie, quiero romper dos lanzas poniendo sobre la mesa los valores sobre los cuales no nos tenemos que hacer trampas al solitario. No soy epidemiólogo, pero John nos señala el camino a partir del cual construiremos otro mundo...