Durante el juicio del Procés hubieron momentos ciertamente delirantes. Muchos. Para mi gusto, demasiados y todo. Gente que se presentó allí para declarar y mintieron con toda la cara y que sólo permitiendo el visionado de las imágenes a las que se referían habrían quedado retratados -ellos y el propio juicio-, fiscales que ni se habían preparado los temas, una acusación particular que a medida que excretaba palabras se iba deshaciendo como un azucarillo... Vaya, un disparate que ha pasado a la historia como "aquello que tuvieron que hacer para justificar todo lo que habían hecho y estaban haciendo".

Pues bien, en pleno acueducto de la purísima Constitución Sagrada (Amén), la actualidad nos sirve en bandeja el recuerdo de uno de los momentos más ridículos, esperpénticos y humillantes de todo aquel vodevil judicial: la declaración de un sargento de la Guardia Civil que se presentó allí diciendo que, en un momento dado de la cosa, había visto "una bandera de Òmnium Cultural". Cuando la abogada Marina Roig, del equipo que defendía al presidente de la entidad Jordi Cuixart, le preguntó detalles de aquella supuesta bandera, aquello se convirtió en El Club de la Comedia (Benemérita). El señor aquel diciendo cositas y sin parar de hundirse en la miseria intelectual a cada palabra que iba expresando. Fue tan cómicamente grotesco que los acusados, sus abogados y el público no podían parar de reír. La entidad decidió hacer este vídeo:

Pues bien, el experto mundial en banderas (y en palos de bandera) presentó una demanda reclamando diez mil euros a Òmnium por lesionar el derecho a su propia imagen. En primera instancia ya le dio un abrazo muy cordial con folre y manilles el juzgado 57 de BCN. Pero mister Flags no tuvo bastante y presentó un recurso que ahora ha fulminado definitivamente la Audiencia de BCN con, básicamente, tres argumentos: 1/ Òmnium "hizo uso de su derecho a la libertad de expresión, un derecho fundamental que hay que proteger", 2/ si, tal como afirma el demandante "fuera delito utilizar la voz de alguien que ya ha sido publicada oficialmente, no se podría hacer ningún programa de humor, ni cabe crítica ni ninguna recopilación con finalidad historicista" y 3/ el vídeo de la entidad soberanista no tenía ninguna finalidad publicitaria ni comercial, sino informativa y de denuncia. Y servidor añade: ojalá las sentencias relativas a críticas humorísticas fueran siempre en este sentido.

Realmente el momento es para mojar la producción anual del gremio de panaderos, pero si rascas un poquito es de un inmenso patetismo constitucional. ¿Hace falta que un Estado haga ir a sus cuerpos de seguridad a un juicio para hacer el ridículo de esta manera? Y una vez te han hecho hacer al bufón, ¿no sería mejor -entre todos- dejarlo correr en vez de insistir en el esperpento del recurso en ver si suena la banda de flautistas? Ahora bien, por encima de todas las consideraciones, la que dice que si para defender tus tesis tienes que caer en este espectáculo quizás quería decir que no tenían muchos argumentos, ¿no? Pues bien, con estas absurdidades y con la consistencia y veracidad de otros de parecidos que también vimos en el juicio, allí fueron repartidos cien años de prisión como quien reparte flyers a la salida del Construmat. Y sin ninguna bandera con rayas y palo reglamentario. Y eso no hizo, ni hace, ni nunca hará ninguna gracia.