La inmigración forma parte del modelo de crecimiento que ha seguido Catalunya en los últimos 75 años. Últimamente es de actualidad por diferentes motivos, entre ellos la más que probable regularización de alrededor de 500.000 personas en el conjunto del Estado, una cifra parecida a la de 2005, cuando se realizó una operación similar a la que se propone ahora.

En este contexto, para poner cifras al fenómeno, me ha parecido oportuno recoger algunos datos relativos a los extranjeros que trabajan en Catalunya a partir de los registros de afiliados a la Seguridad Social en los dos grandes regímenes existentes, el general y el especial de trabajadores autónomos. Entre los extranjeros se distinguen a los trabajadores de la UE de quienes no lo son. Los primeros se rigen por la libre circulación de personas, lo que significa que pueden trabajar en cualquier país miembro, sin necesidad de permiso de trabajo y tener acceso a la seguridad social y a contratos con las mismas condiciones laborales que los trabajadores del país. Al cierre del año 2024 estamos hablando de 190.000 personas (utilizo números redondos en miles), que representan un 28% de los afiliados extranjeros. El 72% restantes son de países no miembros de la UE.

Estos suman un total de 479.000 personas. Marruecos es el país que más aporta (80.000), seguido de China (36.000) y Pakistán (35.000). Sin embargo es América Latina la que en conjunto aporta más: los seis países con más afiliados (por orden descendente son Colombia, Honduras, Venezuela, Argentina, Bolivia y Ecuador) suman 125.000 personas, lo que representa el 26% del total de los no miembros de la UE. Entre 2023 y 2024 el total de afiliados no miembros ha aumentado en 30.000 personas; el número de miembros de la UE lo hizo en 6.800 personas.

No hace falta decir que los afiliados conforman el colectivo de trabajadores en situación regular, que realizan sus cotizaciones en el sistema de protección social que les permitirá cobrar las pensiones en el futuro. De los trabajadores extranjeros que no están dados de alta en la Seguridad Social no se sabe mucho, aunque se sabe que los hay y que es difícil conocer su cifra.

Prácticamente el 60% de la población extranjera vive en el Barcelonès y en las comarcas de su alrededor

Como muchos de los extranjeros que vienen a trabajar a Catalunya, tarde o temprano vienen con familiares, su presencia se traduce en cifras de población muy aumentadas. Esto se nota especialmente en aquellas partes del país donde hay mayor demanda de trabajadores del perfil que pueden cubrir los inmigrantes. Y así, prácticamente el 60% de la población extranjera vive en el Barcelonès y en las comarcas de su alrededor, que es donde se concentra más la actividad productiva catalana. Pero también hay muchos trabajadores y población inmigrante en la Garrotxa, Gironès, Segrià, Osona, Tarragonès, Montsià, Baix Ebre y Pla d'Urgell con porcentajes de alrededor del 20% de los que viven en estas comarcas.

¿En qué sectores trabajan los cerca de 670.000 extranjeros (sean o no de la UE) afiliados a la Seguridad Social? En cifras absolutas hay dos que destacan por encima del resto, son el comercio y la hostelería, con unos 100.000 trabajadores cada uno. Los sectores que tienen entre 60.000 y 80.000 trabajadores extranjeros son la industria manufacturera, la construcción y las actividades administrativas y servicios auxiliares. Pero tan relevante como el número absoluto es su proporción sobre el total de cada sector. En tres de ellos su peso es muy significativo: el agrario, donde representan el 70% de los afiliados al Sistema Especial de Trabajadores por Cuenta Ajena Agraria; los empleados del hogar, donde el 48,5% son extranjeros; y el sector de hostelería, donde representan el 36,3% del total de empleados. En estos tres sectores en Catalunya trabajan 140.000 extranjeros; 4000 más que un año antes. Ninguna de estas tres actividades parece ser lo suficientemente atractiva para la gente con nacionalidad española; seguramente por los salarios y las condiciones laborales.

Tampoco parecen suficientemente atractivos muchos trabajos en otros sectores que cada vez más ocupan personas extranjeras y que no han salido citados hasta aquí, como son el transporte y el almacenamiento, la información y las comunicaciones, donde ya representan alrededor del 20% del total de afiliados, por no citar a los 33.000 extranjeros que trabajan en las actividades sanitarias.

Todo ello, frente al déficit interno de mano de obra, el sistema productivo catalán recorre a mano de obra foránea con un efecto colateral relevante. Con el castellano como lengua vehicular de los extranjeros (como lengua propia en el caso de los inmigrantes de América Latina), el catalán retrocede de forma acelerada, incluso en los servicios de atención al público. Muchos extranjeros no quieren aprenderlo, pero también es el resultado de no ser necesario, entre otras cosas porque los contratantes (empresas, tenderos, propietarios de bares, la sanidad pública, etc.) no exigen ni el conocimiento ni la práctica de atender al cliente en su idioma. Se cubren puestos de trabajo, sí, pero la lengua, el signo más representativo de la identidad de país, queda dañada. Mucho trabajo, muchos puestos de trabajo, pero la identidad colectiva no va bien.

 

Modest Guinjoan, economista.