La semana pasada este diario se hacía eco de una conferencia que el diputado Joan Canadell ofreció en la Llotja de Barcelona sobre cómo podría ser el presupuesto de la Generalitat sin déficit fiscal. Fui a esta conferencia y me ha parecido oportuno recoger de manera un poco ampliada los datos que se aportaron, en un tema, el del déficit de la balanza de Catalunya con el sector público central, que es como una enfermedad crónica, muy difícil de curar, con la cual convivimos porque no hay más remedio, pero que vale la pena ir recordando que la sufrimos.

Lo que propuso Canadell fue un ejercicio catalogable como de economía-ficción: dibuja un escenario del tipo "qué podríamos hacer con el dinero que se va si lo tuviéramos nosotros". Sin embargo, resulta de gran utilidad para hacernos una idea de lo que nos perdemos con la asfixia premeditada a la que se somete a Catalunya, tal como denunciaba hace casi 40 años el economista Ramon Trias Fargas. El tema no ha perdido ni una pizca de vigencia, todo lo contrario: sucede cada año, cada día, cada hora en la relación que mantenemos con el sector público estatal. La cifra base, un 8% del PIB de media histórica, Canadell la sitúa el año 2022 en 21.650 millones de euros, 56,5 millones diarios, 2,4 millones cada hora, o lo que equivale a cerca de 2.700 euros por persona y año, o 7 euros y 30 céntimos por persona cada día.

Lo que presentó Canadell fue el presupuesto hipotético que podría tener Catalunya sin déficit fiscal, que alcanzaría los cerca de 60.000 millones anuales respecto a los 41.000 millones del presupuesto de 2023.

La cifra de ganancia debida al no déficit fiscal la distribuyó en dos bloques: una cierta reducción de los impuestos actuales y un aumento de gasto público. Con respecto a los impuestos, propuso una reducción de 3.000 millones de euros que vendría de un menor IRPF, de la bonificación del 99% del impuesto de sucesiones y de la eliminación del impuesto sobre patrimonio. Con eso, del déficit fiscal de 21.650 millones, quedarían 18.650 para hacer más gasto público.

El presupuesto hipotético que podría tener Catalunya sin déficit fiscal alcanzaría los cerca de 60.000 millones anuales, respecto a los 41.000 millones del presupuesto de 2023

A dónde iría este dinero lo decidiría el gobierno de turno. Lo que Canadell propuso, a caballo entre la finalidad ilustrativa y de las preferencias de su partido, es en síntesis lo que sigue a continuación. Para hacerlo breve, cito dos bloques de políticas sectoriales destinatarias del aumento del gasto/inversión, concretamente, las cuatro que más aumentarían en valores absolutos y las cuatro que más aumentarían en valores relativos, ambas con respecto al presupuesto efectivamente vigente en Catalunya en 2023.

Las cuatro políticas que se verían más favorecidas en volumen de gasto total en la propuesta de Canadell serían: salud, que recibiría 4.400 millones euros más, para mejoras salariales del personal sanitario, más plantillas, más atención primaria, reducción de listas de espera, y otros; educación, 4.000 millones más que ahora, para la FP, educación infantil, más becas, entre otras cosas; protección social, 2.300 millones más que actualmente, para eliminar listas de espera en residencias, renta garantizada, complemento de pensiones, y otros; e infraestructuras y movilidad, 2.000 millones más que ahora, para rescatar autopistas y otras vías, inversión en infraestructuras, entre las cuales Rodalies...

Con respecto a las políticas que propone con mayor aumento porcentual con respecto al que se le destina actualmente, estas serían las cuatro primeras: acción exterior, crecimiento del 196%, para llegar a más de 300 millones de euros (relaciones externas, delegaciones territoriales...); investigación, desarrollo e innovación, crecimiento del 103%, para situarse en cerca de 1.800 millones de euros (y llegar a un 3% del PIB en I+D+i, entre otros); medio ambiente y ciclo del agua crecería un 95% para alcanzar la cifra de cerca de 2.400 millones (ACA, residuos, transición energética...); y cultura, con un aumento del 74%, para situarse en los 350 millones (lengua, patrimonio...).

Canadell también expone las consecuencias del no déficit fiscal sobre el PIB catalán, el cual en el primer año sería un 8-9% superior al actual y un 15-20% superior a medio plazo. También propone que la Generalitat asumiera un aumento del 5% de las pensiones. En conjunto, el PIB por habitante y el IPS (índice de progreso social) sería parecido al que tienen regiones de Dinamarca y Holanda.

En definitiva, el ejercicio de asignación presupuestaria en caso de la no existencia de déficit fiscal sirve de recordatorio de un problema que, a raíz de su persistencia, parece que hemos interiorizado. Por otra parte, permite visualizar cómo se podrían mejorar las dotaciones de servicios públicos y, en definitiva, el bienestar de todos los catalanes, que de manera silente pero persistente son más pobres de lo que podrían ser.