Antes de lanzarse a recorrer España para reconquistar el corazón roto de los socialistas y proponerles una nueva aventura bajo su caudillaje, Pedro Sánchez pasó por el confesionario de Jordi Évole. Fue una entrevista muy provechosa, porque gracias a ella conocimos un montón de cosas que jamás había contado ni a su partido ni a sus votantes. A saber:

1. Sánchez considera que en España los poderes corporativos y financieros determinan la voluntad de los partidos políticos a través de los medios de comunicación que controlan. Más específicamente: Sánchez sugiere que los 139 miembros del comité federal del PSOE que votaron por la abstención se sometieron al dictado de los editoriales del diario El País, dictados a su vez por un expresidente de Telefónica y por un par de bancos cuyos nombres rehúsa citar.

2. Sánchez opina que Podemos no es un partido populista y se arrepiente de haberlo calificado así. Es más, lamenta no haber reconocido antes la verdadera fuerza progresista y renovadora de un partido del que, dice, los socialistas tienen mucho que aprender.

3. Sánchez propone una línea estratégica consistente en una alianza estable de “las izquierdas” para formar un frente político destinado a combatir y derrotar a “las derechas”. Ello implica una convergencia estratégica entre el PSOE y Podemos en la que ambos se relacionen en un plano de igualdad.

4. Sánchez admite que estuvo negociando un acuerdo de gobierno alternativo con Unidos Podemos, los nacionalistas vascos y los independentistas catalanes. Hoy sabemos que estaba embarcado en esa negociación mientras en público y en los órganos de su partido decía promover un acuerdo transversal con Ciudadanos y con Podemos.

De hecho, Sánchez piensa hoy que no debió haber aceptado la prohibición del comité federal de negociar el apoyo de los partidos independentistas a su investidura. Aunque en realidad no la aceptó, pues mantuvo esa negociación secreta hasta el último día.

Sánchez cree que España es una nación de naciones, una idea que se guardó de formular mientras fue secretario general

5. Sánchez cree que España es una nación de naciones (cita dos: Catalunya y el País Vasco) y que ese hecho debería ser reconocido constitucionalmente. Una idea que muchos compartimos, pero que se guardó de formular mientras fue secretario general y candidato a la presidencia del Gobierno de España, ni figura en la declaración de Granada. Seguro que a los dirigentes territoriales de su partido y a los ciudadanos les hubiera gustado conocer su pensamiento a ese respecto cuando les pedía el voto.

6. En cuanto a Catalunya: Sánchez está convencido de que la solución del conflicto pasa por el reconocimiento formal de Catalunya como nación y el ejercicio del derecho a decidir en el marco de una reforma constitucional. En eso coincido, pero me pregunto si ha llegado a esa conclusión en la última semana.

Sánchez está convencido de que la solución del conflicto pasa por el reconocimiento formal de Catalunya como nación y el ejercicio del derecho a decidir en el marco de una reforma constitucional

Afirma, además, “categóricamente”, que se debe negociar con los partidos independentistas, tanto sobre el futuro de Catalunya como sobre la gobernabilidad de España.

7. Sánchez “no se reconoce” en la figura política actual de Felipe González, aunque sí en la de 1982 (fecha en la que él tenía 10 años). Por un lado niega haber engañado a González (lo que equivale a decir que este mintió) pero, a continuación, admite haber considerado con él la posibilidad de abstenerse en la investidura de Rajoy.

8. Sánchez reprocha a la comisión gestora de su partido que no propusiera al comité federal la “abstención técnica” de 11 diputados socialistas para permitir el gobierno del PP. Según él, aquella fue una decisión “ad hominem” que sólo pretendía forzarlo a él a abandonar el escaño y debilitarlo en la carrera del futuro congreso partidario.

Lo llamativo es que en aquel comité federal sus partidarios no propusieran formalmente esa fórmula ni hicieran el menor intento de enmendar en tal sentido el texto propuesto por la mayoría. En su lugar, mantuvieron férreamente hasta el final el 'No es No' como una cuestión de principios. Digo yo que no sería tan de principios si ahora reclaman a toro pasado esa abstención técnica que entonces les parecía vergonzante. ¿Puede ser que no lo hicieran porque el PSC no se lo permitió?

9. Sánchez relata que evaluó seriamente la posibilidad de abstenerse; y que decidió no hacerlo cuando Rajoy le transmitió que, además de un compromiso de investidura, necesitaba uno de gobernabilidad. No hallarán rastros de esa circunstancia en el discurso de Sánchez a lo largo de estos meses, ni consta que haya informado de ella a los órganos de dirección de su partido. Quizá conocerlo les hubiera permitido analizar colectivamente la situación con otro enfoque y  precisar ante el PP los límites estrictos de su contribución al desbloqueo (que, por cierto, es lo que ha hecho Javier Fernández).

En resumen:

Por todo lo revelado en las últimas horas, Sánchez ha ocultado a su partido y a la opinión pública las claves de su estrategia política durante todos estos meses de bloqueo. No desveló su intento de formar un gobierno respaldado por Podemos y los independentistas, ni los detalles de sus conversaciones con Mariano Rajoy, ni su planteamiento sobre la unidad de España y sobre el conflicto de Catalunya, claramente alineado con las tesis del PSC y contrapuesto a la declaración de Granada.

Sánchez ha ocultado a su partido y a la opinión pública las claves de su estrategia política durante todos estos meses de bloqueo

Lo que Sánchez realmente ha anunciado ahora es su decisión de armar una tendencia organizada (o un sector, o una corriente, o una facción, o una sensibilidad, llámenlo como más les guste) dentro del Partido Socialista bajo su liderazgo. Según le dijo a Évole, lo de su candidatura a las primarias, depende: si ve que va a ganar, se presentará. Si no, lanzará a otro para que se coma la derrota.

Para dar cuerpo y contenido a lo que hasta ahora ha sido un embalaje vacío, Sánchez se propone ocupar la posición del ala izquierda del PSOE para contraponerse al ala derecha supuestamente representada por Susana Díaz bajo el padrinazgo de Felipe González y la tutela de los poderes financieros. Su emblema estratégico sería “la unidad de las izquierdas”, adiós para siempre a los señuelos transversales.

Con este planteamiento, Sánchez gana dos firmes aliados: Podemos y el PSC, cuyos discursos ha hecho propios. Está por ver hasta qué punto ello le servirá para ganar la batalla interna del PSOE, aunque sospecho que muchos de los que le han acompañado hasta aquí se fueron a la cama preocupados la noche del domingo.

Cuando el legado de un dirigente es una sucesión de derrotas electorales y la fractura de su propia organización, lo más a lo que puede aspirar es a un olvido rápido y piadoso. Quien lo quiera bien debería explicárselo.

La historia es implacable. En el próximo congreso del PSOE habrá más de un candidato a la secretaría general, pero entre ellos no estará Pedro Sánchez. ¿Van unas cañas?