Martes 24 de marzo. Catalunya Ràdio, 9.30 h. Tertulia de cuatro economistas asiduos y expertos en la materia. Escucho con interés sus análisis y propuestas sobre cómo Europa y España tienen que proceder para paliar los efectos del coronavirus. Todos parecen estar de acuerdo en que primero hay que tomar todas (!) las medidas que hagan falta para resolver la "crisis sanitaria", porque nos va la vida en ello; y después (no mucho más tarde, porque hay muchos sectores económicos que no pueden esperar mucho) habrá que abordar cuáles son las medidas que se tendrán que tomar para resolver la "crisis económica" que nos caerá encima como otra plaga bíblica inevitable (y ya llevamos dos, así por encima). En este momento, una voz autorizada (pero no la única) insiste que, tan pronto como se nos dé "el alta sanitaria" a nivel social/global, hay que volver a la situación anterior y recuperar la actividad económica allí donde la habíamos dejado, porque de ello depende nuestro trabajo y dinero.

Quizás ha llegado el momento de hacer una pausa y aceptar que el capitalismo nos pone enfermos a todos sin excepción: a la naturaleza, desencadenando una crisis climática sin precedentes; a los humanos, extendiendo unas crisis sanitarias que si no ponemos remedio de raíz, podrían ser recurrentes a partir de ahora

Y aquí me saltan todas las alarmas: es incuestionable que a corto plazo tenemos que invertir todos los esfuerzos, también económicos, para erradicar la enfermedad; pero que la solución a esta crisis (a medio y largo plazo) sea volver al capitalismo depredador anterior es una receta que me gustaría, si no cuestionar (porque no soy economista), sí al menos poder repensarla desde una perspectiva más amplia, global (?) y quizás filosófica. En primer lugar, ¿el coronavirus será el causante de la crisis económica que vendrá? Así se nos dirá; pero, ¿y si fuera al revés? David Hume (s. XVIII) nos acostumbró a desconfiar de las relaciones causales, porque las conexiones entre una causa y su supuesto efecto son empíricamente incomprobables; sin embargo, sí que admite que hay secuencias temporales en el orden de los acontecimientos. De tal manera que quizás lo que "veremos" los meses que vendrán es como (primero) un sistema económico capitalista neoliberal y de raíz darwinista, depredador de la naturaleza hasta el agotamiento (crisis ecológica) y que sólo piensa en el beneficio y el lucro inmediato de las corporaciones multinacionales (la doctrina de Friedman y la Escuela de Chicago que desde hace 30 años gobierna la globalización) viene seguido (después) por una reacción en cadena de acontecimientos como son la pérdida creciente de puestos de trabajo en la economía productiva y la aparición de una clase social llamada "precariado", los recortes en bienestar social en Europa y en los países desarrollados, las condiciones de vida miserables y de explotación que soportan la mayor parte de la población mundial, etc. En este sentido, añadiría que quizás no es la crisis del coronavirus la "causante" de la crisis económica, sino que esta es la que hace años que viene primero en el tiempo y ha estado seguida también de la aparición de epidemias y pandemias víricas recurrentes, fruto de la destrucción de hábitats naturales que ponen en riesgo ecológico a todos los habitantes del planeta: el VIH ya a finales de 1980, el SARS (2002), la gripe aviar (2003), la gripe porcina (2009), el Ébola (2014), etc.

Quizás ha llegado el momento de hacer una pausa (¡ahora que estamos confinados y tenemos tiempo!) y aceptar que el capitalismo nos pone enfermos a todos sin excepción: a la naturaleza, desencadenando una crisis climática sin precedentes; a los humanos, extendiendo unas crisis sanitarias que si no ponemos remedio de raíz, podrían ser recurrentes a partir de ahora. Contra aquellos Chicago Boys que decían "el estado es el problema", quizás deberíamos repensar si "el mercado es el problema", y plantearnos si un modelo económico de crecimiento basado en la máxima del beneficio inmediato, a base de privatizaciones, externalizaciones y globalización, es viable (¡el virus ha puesto de manifiesto lo importantes que son los recursos del estado para combatirlo!). Desde hace muchos años, otros economistas de nuestro país (a los que, por cierto, no invitan a muchas tertulias) claman por un capitalismo decreciente y responsable, y reclaman un cambio de modelo economicosocial. El objetivo tiene que ser el bienestar social y no el beneficio de las empresas. Y el modelo que tendríamos que empezar a diseñar tiene que aprender de este virus: hay que ir hacia un "capitalismo del cuidado", donde el centro esté en el mantenimiento y la reproducción de la vida digna. Dejar de producir destructivamente y de favorecer un consumismo depredador, con el fin de invertir en los servicios esenciales para la vida y los cuidados que le son imprescindibles (sanidad, servicios sociales, dependencia, educación...). Y eso a escala mundial.

Volviendo a la tertulia, noto que curiosamente la única voz experta que también lo pide y que nos alerta de los peligros de continuar como si nada con el modelo capitalista de antes es la femenina (sic). En fin, de la crisis del 2007 quizás sería bueno que ahora aprendiéramos no tanto a rescatar la economía, sino a rescatar a las personas y a la naturaleza que las acoge. Decía Aristóteles que la única vida que vale la pena ser vivida es la "vida buena", que pasa no por vivir en el confinamiento en soledad, sino con la comunidad en dignidad. Pues eso.

 

Emília Olivé es filósofa