“Cuando alguien trata a los hombres como perros en sus argumentos temo que los trate también como perros en la práctica”

G.K. Chesterton

No había nada más evidente que la emergencia de ponernos a cubierto de la extrema derecha. Todos. Porque ni mesetarios ni catalanes ni vascos ni nadie con verdaderas ideas democráticas estaba a cubierto. Así lo escribí en la misma noche electoral y así llevo reflexionándolo desde entonces, compungida por el hecho de que tres millones y medio de personas hayan comprado la idea de que romper con los derechos y libertades puede ser la solución a nada.

Esta inquietud era generalizada. El ambiente que se respira en algunas zonas, y en Madrid es particularmente evidente, resultaba inquietante. Pedro y Pablo, Pablo y Pedro, lo han tenido que sentir como todos los demás. Lo que ha cambiado desde junio es, desde luego, el más de medio centenar de ultraderechistas que sentarán sus reales en el órgano de máxima expresión de la soberanía popular. De hecho, se les notaba impacientes. Que si bloquear las euroórdenes que si detener a unos o ilegalizar a otros. Era preciso dar un gobierno cuanto antes a España y con vocación de estabilidad porque sólo cuatro larguísimos años, que en el actual tiempo aún lo son más, pueden permitir reconducir, calmar, avanzar, hablar, paliar, crear y todos aquellos verbos que se nos ocurran y que sean contrarios a involución y desastre.

Así que ha llegado el pacto del sentido común. Un pacto que es una alegría, desde luego, para más de trece millones de votantes pero que se presenta como la opción menos mala, la más esperanzadora, para otros muchos votantes de otros muchos partidos de los 16 que pueblan el Parlamento. Un estado centralista, la cadena perpetua, el racismo, las detenciones por orden política, el fin de las pensiones, la suspensión de las autonomías y tantos despropósitos más tienen que volver a caer bajo el manto de la irrelevancia. Hay que volver a explicar a mucha gente que les han engañado y que los problemas que les agobian tienen soluciones perfectamente democráticas. Estamos, sin lugar a dudas, ante un cambio de pantalla y un nuevo escenario que irá modificando las cosas como debe ser, poco a poco, sin bandazos, con miradas y soluciones apartadas de la reacción y del centralismo involucionista.

Se abren nuevos horizontes. Se avistan nuevas perspectivas. Creo que mediante apoyos o abstenciones, la mayor parte del arco parlamentario se negará a votar al lado de Vox y en contra del gobierno que se prepara

Hoy mismo hemos sabido que el abogado general de la UE le dice al tribunal del TJUE dos cosas claras: una, que Junqueras tenía inmunidad y que debió pedirse suplicatorio al Europarlamento para juzgarlo y otra, que esto en este caso se ha quedado desfasado puesto que ya está condenado e inhabilitado en firme. No obstante, esto tiene más aristas. Los argumentos que apunta el abogado general son los mismos que, en otro recurso, han planteado Puigdemont y Comín. Ahora decide el tribunal pero hay muchas posibilidades de que estos últimos vean llegar su acta como eurodiputados en unos meses y que puedan sentarse en el Parlamento Europeo. ¿Cómo se acepta entonces que Junqueras esté en la cárcel siendo que era inmune? ¿Qué reacción tendrá ante esto un gobierno progresista?

Europa es la clave en muchas cosas. Por eso es evidente que la extrema derecha de Vox va a comenzar a socavar la misma idea de Europa, porque es el freno último ante los abusos. Pero esa misma Europa puede dejar claras algunas otras cosas, en torno a la legalidad de los actos efectuados en España, que tendrán que ser asumidos por un gobierno que será, de eso no hay duda, fervientemente europeista.

Se abren nuevos horizontes. Se avistan nuevas perspectivas. Creo que mediante apoyos o abstenciones, la mayor parte del arco parlamentario se negará a votar al lado de Vox y en contra del gobierno que se prepara. Es algo a pensar mucho. También espero que se use la seducción y que ésta prospere en otros apoyos y abstenciones.

Yo estoy contenta porque no habiéndose resuelto los problemas aún, renace la esperanza de que vayamos a poder afrontarlos con la mente clara y la voz abierta a hacer la política que durante décadas no se ha practicado. También con Catalunya.

No había otra opción sensata que no pasara por hacerle un cordón sanitario al fascismo y el mejor cordón que se me ocurre es el que va a tejerse. Seguirán viniendo curvas pero habremos dejado fuera a los kamikazes que quieren coger el volante.