Tal día como hoy del año 1820, hace 203 años, en el lugar llamado Cañada de la Cruz (100 kilómetros al noroeste de Buenos Aires), se libraba la última batalla de la primera Guerra Civil argentina, que algunos historiadores llaman también La Guerra de los Siete Años (1815-1822). Este conflicto enfrentaba, por una parte, las fuerzas politicomilitares de Buenos Aires; partidarias de una arquitectura unitaria del nuevo Estado argentino; y, por la otra, las fuerzas politicomilitares de las provincias autónomas del valle del río Paraná, que velaban por un mapa federal de la nueva república.
En el enfrentamiento de Cañada de la Cruz, el general unionista Soler —que dirigía una tropa de unos dos mil efectivos— sufrió una estrepitosa derrota, que precipitaría el fin de aquel conflicto. Posteriormente, en la Batalla de Cañada de la Cruz, todavía se producirían pequeños enfrentamientos. Pero, finalmente, las élites de Buenos Aires, convencidas de que no tenían bastante fuerza para imponer su modelo de Estado al resto de territorios, aceptaron constituir la ciudad y territorio en provincia autónoma y el mapa político de Argentina empezaría a tomar su forma definitiva.
El general Estanislao Soler era hijo de Manuel Soler (descendiente de mallorquines) y de Amèlia Guió (descendiente de alguereses). Según la investigación genealógica, el general Soler (Buenos Aires, 1783 – 1843) era tataranieto de Antoni Soler y Adrover, nacido en 1757 en Felanitx (Mallorca) por lado paterno; y era, también, tataranieto de los Cazalla valencianos que habían llegado a Río de la Plata, vía Génova, a finales del siglo XVIII. Y, por lado materno, era bisnieto de los Guió de L'Alguer que, según el archivo de caballeros de la orden de Montesa, eran de la pequeña nobleza local de origen catalán.