Faltaban dos minutos para las 12 y media de la madrugada y Pedro Piqueras, uno de los tres presentadores del monólogo a cuatro, también denominado debate por los más optimistas, nos ha dicho: “Aquí acaba el único debate a cuatro de estas elecciones”. Y en casa hemos respirado. Muy profundamente. Que suerte que sea el único. Otro como este habría provocado unos disturbios peores que los de la Eurocopa. De la gente huyendo.

Antes, hemos tenido que soportar dos horas y dieciséis minutos de juego individual esperando a ver si nos explicaban con quién narices pactarán. Y cuando lo han explicado han cantado el “Fum, fum, fum" a cuatro bocas solistas. Sánchez ha dicho: “Sólo un PSOE fuerte y ganador podrá garantizar un cambio y un cambio progresista”. Muy bien, chato... Rajoy ha dicho: “Yo pactaré con los españoles y haré una coalición con partidos y líderes moderados y sensatos”. Mira por dónde... Rivera ha soltado que “queremos un cambio y ofrecemos nuestra mano al PP para que se regenere. Y habrá acuerdos, pero la pregunta no es con quién, sino para hacer qué”. Vamos bien... Finalmente Iglesias ha explicado alguna cosa más: “Sólo hay dos opciones, un gobierno donde esté el PP o un gobierno donde haya Podemos y el PSOE. Y el presidente tiene que ser quien de los dos líderes saque más votos”. O sea, que el matrimonio pactista no se ha consumado.

El formato, que ha empezado con 7 minutos de retraso, ha sido lo más original de todo: una entrevista de una señora y dos señores de pie a 4 señores también de pie, puestos delante de los anteriores y que se ignoraban mutuamente. Fabuloso.

Antes, todas las cadenas que lo han emitido han hecho predebates para caldear el ambiente. El de La Sexta lo han conducido la pareja Antonio García Ferreras-Ana Pastor. Ella le daba paso a él diciéndole “Ferreras” y él a ella diciéndole “Pastor”. Nos hemos quedado con la duda de saber si en casa también se dirigen en estos términos o se llaman "pichurrín".

Enseguida hemos visto que continúa la terrible moda de sacar papeles y enseñarlos no-se-sabe-dónde. O en todo caso a todo el mundo menos a nosotros, que somos quien nos miramos la TV. A las 22.18 Rajoy nos ha enseñado la parte posterior de un folio y un recorte de periódico estrujado. Rivera ha sufrido un gran ataque de cuernos carteleros y se ha dedicado a no mostrarnos todo tipo de cosas que ignoramos qué eran porque no las hemos visto. Glorioso. En la era de Periscope todavía enseñamos papelitos y hacemos fuego con dos piedras.

Por cierto, hablando de caspa. La musiquilla que han puesto al inicio del debate y en las medias partes era tan moderna que ya no sonó ni el día del Big Bang. Por antigua...

Y si eso de enseñar cartelitos tendría que ser motivo de “sesse” inmediato, como diría el dúo Nuñez-Gaspart, repetir datos, cifras y porcentajes tendría que ser detención inmediata y cadena perpetua sin juicio.

La primera pausa la han hecho a las 22.43. Los 10 minutos que ha durado han servido para darme cuenta de que los cuatro candidatos me habían convencido totalmente... de que hoy habría tenido que haber ido al cine. Y no. Ya lo ve usted...

La cosa monologuista la han organizado tres cadenas de TV y una academia de la TV. Había los mejores profesionales. Era el gran debate. Con conexiones previas, debates del no-debate, 28 cámaras, no-sé-cuántos periodistas acreditados y... y a uno de los 4 intervinientes le han puesto el micrófono de manera tal que le fregaba con la ropa. Y se oía. Y mucho. ¡Insuperable!

Y, sobre los 4 monologuistas, ¿qué?, se pregunta ahora usted. Bien, normalmente al final de los debates se pregunta a la gente: quién cree que ha ganado. Hoy la pregunta tendría que ser: ¿quién cree que no ha perdido?

Nicolás Maduro no ha salido hasta las 23.37 y lo ha sacado Rivera. ¡Premio de una chochona pal caballero!

La persona más citada del debate ha sido Jordi Évole, con lo cual se convierte en el candidato tapado. Bien, y en el periodista político de referencia en España.

El gran pique dialéctico, el único momento en que ha habido debate, ha sido entre Rivera y Rajoy. En cambio, todavía ahora Sánchez y Rivera ignoran que el uno estaba plantado al lado del otro (y viceversa).

Cuando han hablado sobre Catalunya, Rajoy ha dicho: “Yo, la posición que mantengo es la que mantenemos muchísimos catalanes y muchas personas que viven en el resto de España”. ¡Fastuoso! Por lo demás, ninguna propuesta nueva, ninguna idea, ninguna oferta, ninguna solución. Si me permite un juego de palabras a la altura del multimonólogo: Ruis de ruis.

En el llamado “minuto de oro”, Rajoy ha hecho un merecido homenaje a Pere Navarro en forma de “simiri, buenas noches”, que me hago absolutamente mío.

Simiri, buenas noches. Y no se tape mucho que hace mucho calor. Y no es precisamente por la pasión que ha provocado la cosa.