Ya que, en Catalunya, comparten el mismo electorado españolista, el PSC (o simplemente el PSOE), Vox (también llamado Mocs, por su sinople heráldico), el PP y las Comunas, todos se han lanzado a devorar, como auténticas pirañas, el cadáver electoral de Inés Arrimadas, la hija del policía. De modo que, por un puñado de votos, vemos y aún veremos episodios formidables, que ensucian los diarios de un poético reguero de sangre. Uno de estos episodios más intensos es que las Comunas ya han oficializado definitivamente que abandonan el catalanismo político. Pum. Han dado un ruidoso portazo y, como en cualquier trámite de divorcio, ahora proclaman su versión, su verdad. Merece ser escuchada. Si debemos creer a Jéssica Albiach hoy no existe enemistad con los viejos amigos y aliados independentistas. Reiteradamente, las Comunas repiten la idea de que el independentismo catalán es xenófobo, de derechas, insolidario, antisocial, inhumano, comparable al nazismo y a la ultraderecha, pero eso no implica ningún ensañamiento especial. Incluso en una reciente entrevista concedida a Laura Aznar y Sergi Picazo en Crític (19 de noviembre de 2020) la jefa de filas Albiach se presentaba conciliadora y empática, dispuesta a trabajar por la liberación de los presos políticos y negaba que ella fuera delatora alguna. Que no es cierto que fuera coautora del intento de criminalización de la mayoría de los diputados independentistas en el Parlamento de 2017. Del intento que se pudo ver por televisión. Que todo es “una leyenda urbana según la cual, si nosotros enseñábamos el voto, estábamos colaborando con la represión. Es falso: nadie ha sido perseguido por su orientación de voto ese día.” Es decir, que la acusación que yo publiqué en mi artículo de hace dos días (Urgente: Illa necesita nazis catalanes) en el que denunciaba que había sido una colaboradora de la represión españolista estaba equivocada. Que no es verdad que fuera una “señora de la limpieza sucia” como la califiqué, una criada de la sucia ofensiva españolista de Joan Coscubiela. Según Albiach “Nosotros enseñamos el voto; fue una decisión colectiva, porque entendemos que la ciudadanía merece saber que nosotros votamos que no. Y sobre todo, porque tenemos claro que, en ningún caso, esto tendría efectos sobre nadie”.

Cuesta mucho pedir perdón y reconocer que te has equivocado pero, cuando es necesario, se debe hacer. La prensa libre e independiente no puede perder la credibilidad, que es su único capital. De modo que, cuando consigo hablar con Albano-Dante Fachín, le pregunto qué pasó ese día. Fachín era el líder de Podemos en Catalunya, por sufragio, en el año de la proclamación de la fallida República Catalana, en 2017. Un líder que fue destituido, purgado, por Pablo Iglesias, acusado de situarse excesivamente cerca de los partidos independentistas. Le consigo atrapar saliendo de un programa de televisión cuando me responde al teléfono. “No, no, Galves, no enseñamos el voto ni Joan Giner, ni Ángeles Martínez Castells, ni Joan Josep Nuet ni yo para que los diputados independentistas no fueran perseguidos, esta es la verdad. Por eso no pudieron castigar a nadie. Y Jéssica Albiach, al contrario, enseñó su voto porque obedeció las órdenes directas de Joan Coscubiela para que hiciera exactamente lo que hizo. En nuestro grupo parlamentario no habíamos votado ni decidido nada y algunos diputados de nuestro grupo actuaron coordinadamente, siguiendo órdenes.”

La tentación es demasiado grande y le pregunto: “¿Piensas, sinceramente, que la expresión que utilicé en mi último artículo, ‘mujer de la limpieza, de la limpieza sucia’ referido a la diputada Albiach es clasista y machista?” Al otro lado de la línea se produce un silencio, una pausa, por un momento creo que la comunicación se ha cortado. “Mira, sinceramente, no lo sé. Lo que sí sé es que Albiach estuvo en todo momento a las órdenes de Coscubiela, con una actitud en nada feminista. Lo que me llama poderosamente la atención es que Albiach te acuse de machista a ti pero, en cambio, no se preocupe para nada del machismo imperante en los Comunes. Te puedo asegurar que los Comunes, internamente, son una estructura política machista, una organización perfectamente antifeminista. Sólo te pondré un ejemplo, muy duro, que recuerdo ahora, la actitud intolerablemente agresiva, de ir a machacar, de acoso verbal de Adrià Alemany, el poderoso marido de Ada Colau, contra dos compañeras del partido, Rut Moreta y Noelia Valle, para imponer su pensamiento político. Fue muy violento”. (Continuaremos mañana)