La democracia española, a punto de que se cumpla el 40º aniversario de la Constitución, acumula imágenes inauditas. Impensables. Grotescas. Con aquel punto de surrealismo trágico tan del país. De país que nunca acaba de conjurar a sus fantasmas. Ahora resulta que los presupuestos del Estado, las cuentas del reino, se negocian en las prisiones. En las prisiones donde hay "hombres presos por hacer política". Esta es la expresión que, cuidadoso —¿de que tendrá miedo?—, utilizó literalmente el líder de Podemos, Pablo Iglesias, después de visitar en Lledoners al presidente de ERC, Oriol Junqueras, y el resto de presos políticos catalanes. España: los presupuestos del reino se negocian en las prisiones con los líderes independentistas encarcelados por el reino porque ahora hace un año intentaron marcharse del reino para hacer su propia república.

Obviamente, la respuesta anunciada de Junqueras al socio parlamentario del presidente Pedro Sánchez fue "no". No se dan las condiciones para que ERC se siente a negociar. ¿Cuál podría ser, sino, la respuesta?. ¿Es normal que el gobierno del Estado que ha encerrado en la cárcel a Junqueras le reclame el sí a los presupuestos que, entre otras cosas, permitirán pagar los sueldos de los miembros del tribunal que lo puede condenar —a él y el resto de procesados por el 1-O— por delitos que no ha cometido? No lo digo yo, lo ha dicho esta semana Pascual Sala, expresidente del Tribunal Supremo y del CGPJ: el eminente jurista, poco sospechoso de nada, no ve por ningún sitio el delito de rebelión. ¿Qué hacen, pues, todavía, en prisión preventiva Junqueras, los consellers y los Jordis? Y, entonces, ¿Junqueras, ERC y el PDeCAT tienen que dar el sí a los presupuestos de donde saldrán las misas del Cuerpo Nacional de Policía, de la Guardia Civil, del Tribunal Supremo y de la Casa Real? Además de cornudos, ¿apaleados?

¿Es normal que el gobierno del Estado que ha encerrado en la cárcel a Junqueras le reclame el sí a los presupuestos que, entre otras cosas, permitirán pagar los sueldos de los miembros del tribunal que lo puede condenar por delitos que no ha cometido?

El pasado verano, un votante de Podemos, residente en Madrid, me comentaba que él está a favor de la república, pero que eso de los catalanes es "una revolución de ricos". Es lo mismo que piensan más de uno y más de dos "amigos" españoles, de izquierdas, de la causa catalana. No se acaba de entender esto de que los "ricos" estén en la cárcel y los "revolucionarios" vayan a negociar con ellos los presupuestos. Rompe algunos esquemas. Sin embargo, quiero creer que Iglesias, quien tuvo la decencia de pedir la libertad de esos "hombres presos por hacer política", se habrá dado cuenta de la magnitud real de la tragedia y el despropósito, en la visita a Lledoners. Del inmenso boquete abierto por la respuesta impolítica dada por el Estado español a la ofensiva, democrática y cívica, del independentismo catalán. Acertada o no tanto, pero democrática y cívica. Si algo ha quedado claro después del 1-O es que España ha hecho inmensamente mayor su problema con Catalunya. Quizás porque se lo olían, los estrategas del "A por ellos" intentaron no solo decapitar el movimiento independentista, enviando a Junqueras a prisión y forzando el exilio de Puigdemont, sino liquidarlo de raíz con el golpe constitucional del 155 y las elecciones del 21-D. Unos comicios celebrados con candidatos encarcelados y en el exilio, a los que, una vez elegidos por la ciudadanía, se les ha impedido y se les sigue impidiendo el pleno ejercicio de sus derechos poíticos. Ahora y por mucho tiempo, como indica la presentencia del 1-O ya impresa en todas las portadas.

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Asens, Iglesias y Martín tras visitar a Junqueras en la prisión de Lledoners, en Sant Joan de Vilatorrada / EFE

El no de Junqueras a Iglesias y las cuentas del reino ha coincidido con el batacazo del proyecto de presupuesto de Sánchez en Bruselas por el incumplimiento de las cifras de déficit. Al presidente del Gobierno se le echa el trabajo encima, mucho trabajo. No solo para rehacer en tres días las cuentas públicas tal como le exige la Comisión Europea, sino para ajustar el discurso: el "problema" para aprobar los presupuestos ya no son los independentistas catalanes, sino el equipo de la Moncloa, que termina los deberes tan bien como los másteres. Otrosí, la decisión del Tribunal Supremo de revisar su propia sentencia sobre el impuesto de las hipotecas dice mucho de la seguridad jurídica que ofrece el país para la inversión: la misma que las monarquías bananeras.

La visita de Iglesias a Junqueras es la gran metáfora del momento, dibuja con precisión su entera anatomía: España tiene sus presupuestos encarcelados en Lledoners y suspendidos en Bruselas 

La visita de Iglesias a Junqueras es la gran metáfora del momento, dibuja con precisión su entera anatomía: España tiene sus presupuestos encarcelados en Lledoners y suspendidos en Bruselas. He ahí cómo se las compone el Estado español después de su contraofensiva del 1-O. Lo quiera o no Inés Arrimadas, el mismo Estado que ha encarcelado a Junqueras y ha impedido a Puigdemont ser (re)investido president es el que en 1940 fusiló a otro president de la Generalitat, Lluís Companys. Por el solo hecho de serlo. Si la presidenta de Ciutadans —y algunos otros— no lo tienen del todo claro, podrían preguntarse por qué la Alemania de Merkel todavía paga indemnizaciones por el Holocausto, a las víctimas de los nazis y sus descendientes. En realidad, Arrimadas sabe que el Estado español tiene que pedir perdón por el fusilamiento de Companys. Pero su catecismo revisionista, el manual neofranquista que usa, le impide admitirlo. Si lo hiciera, tendría que cambiar de partido. Y de vida. Y, posiblemente, de Estado.

Toma nota, Pablo, este es el tablero (agujereado) donde estáis jugando la partida.