Los catalanes sólo han entrado en Madrid para ocuparla militarmente dos veces en la historia, y formando parte de un ejército de aliados europeos: en 1706 y en 1710, durante la guerra de sucesión al trono hispánico que enfrentó el partido francés, encabezado por Felipe (V) de Borbón, nieto del Rey Sol, y bloque austríaco y sus aliados, entre los cuales Catalunya, con el archiduque Carlos como aspirante. Carlos (III) sólo se quedó un mes en Madrid, la primera vez, y 50 días la segunda. No halló mucho calor ni de la nobleza ni del pueblo y sí mucha indiferencia y hostilidad. De hecho, el apoyo popular que recibió Felipe V en tierras castellanas y andaluzas lo decidió a recuperar Madrid. Y la renuncia a Madrid del archiduque fue un clarísimo error. Asegurado el control de la Villa y Corte, los ejércitos franco-castellanos de Felipe V acabaron ocupando Barcelona en 1714.

También quedó sepultado bajo los escombros del largo y durísimo asedio de Barcelona lo que hoy designaríamos como Estado "plurinacional", "confederal" o "compuesto" inaugurado por la unión de coronas de Isabel y Fernando y sostenido por sus descendientes de la casa de Austria, la que aplastó a los comuneros de Castilla y edificó aquel primer imperio global que llevaría a Castilla al suicidio histórico –"Castilla se deshizo para hacer España"–.Trescientos años y pico después, los últimos austriacistas -incluso los que no lo saben que lo son- se han manifestado en Madrid, no para pedir la reinstauración de ninguna monarquía foralista como la de los Austrias sino, como hizo en 1714, para exigir libertad y justicia para todas las "Españas". Ahora las llaman las "repúblicas".

El 16 de marzo de 2019, ante la estatua de Cibeles, la gran Diosa Madre que Oriente legó a la Roma republicana, símbolo del Madrid que quiso ser ilustrado y cosmopolita, representantes de varios pueblos y nacionalidades del Estado español –catalanes, valencianos, andaluces, gallegos, vascos, canarios– hicieron un ensayo de proclamación de las "repúblicas". Y tozudamente dignos, cantaron la Estaca. Y se volvió a sentir el "¡No pasarán"! en las calles de Madrid. Y tú no estabas, Pablo Iglesias. Ni tú, tampoco Ada Colau. Parece mentira, vosotros que sois tan de llenar las plazas...

¿Madrid lo absorbe todo, lo aguanta todo? Madrid todo él disimula muy bien el canguelo, o la vergüenza. El sábado, unas decenas de miles de catalanes, de valencianos, de andaluces... le proclamaron las "repúblicas" a Felipe VI en Cibeles. ¿Rebelión? ¿Sedición? ¿Malversación?

¿Madrid lo absorbe todo, lo aguanta todo? Madrid todo él disimula muy bien el canguelo, o la vergüenza, cuando le conviene, diría yo. Incluso los podemitas y los comunes se han asustado del desafío independentista-republicano en el epicentro del Madrid "partisano". Este sábado, unas decenas de miles de catalanes, de valencianos, de andaluces... le proclamaron las "repúblicas" a Felipe VI en Cibeles. ¿Rebelión? ¿Sedición? ¿Malversación? Trescientos años y algo más después, los catalanes han vuelto a ocupar Madrid, ahora armados únicamente con la fuerza de la razón democrática. Algo se mueve en el viejo solar hispánico y el movimiento va desde la periferia hacia adentro, hacia el centro. Cuidado porque ese es el sentido en que históricamente se han definido los cambios en España, para bien o para mal, los últimos 500 años.

Pedro Sánchez lo tiene clarísmo -también José María Aznar (Pablo Casado apenas es su sombra)-. Pedro Sánchez ha pretendido aprovechar la manifestación independentista del 16-M en Madrid como la prueba del algodón que España es una "democracia". Dime de qué presumes y te diré de qué careces. Pero lo más inquietante del manual de Sánchez para maquillar las credenciales del régimen del 78 es el cinismo. El argumento perverso que España, lo mismo que encarcela y juzga y condena antes de que acabe el juicio a los líderes independentistas (el presidente ya ha hablado de los que se"saltan" la ley), permite manifestarse a sus seguidores. Pablo no estaba, en Cibeles, y Pedro quiere que el independentismo, humildemente, agache la cabeza y le dé las gracias; y los catalanes en general la mayoría en las elecciones del 28-A y de nuevo la investidura. ¿Y entonces, de qué se trataba? ¿De volver a zurrar a los independentistas como hizo a la policía y la Guardia Civil de Zoido durante la, esta sí, (re)ocupación armada de Catalunya del 1 de octubre -y van...-?

Sí, Pedro Sánchez, el renacido, es aquel líder del PSOE que consiguió presidir España durante 8 meses gracias a los diputados escogidos por esa gente que se ha manifestado en Cibeles con esteladas y lazos amarillos y que volverá a votar de aquí a poco tiempo quién les representa en las Cortes españolas. Libres e iguales, ¿verdad, Cayetana?