Dicen dicen que el ayuntamiento de Esplugues quizás empezará a rotular también en castellano las señales de tráfico que incorporen algún texto. La medida se ha votado por iniciativa de Ciudadanos, con el apoyo del PP y del PSC, que gobierna el Ayuntamiento y ha tenido la cara de decir que apoya la propuesta, por imperativo legal.

Yo me alegro de que los hijos de Franco y de Primo de Rivera no tengan, por fin, más remedio que comportarse como los colonos que son y han sido siempre. Contra los que han vivido pensando que teníamos que vigilar de no ofender a los más de dos millones de trabajadores que el Estado utilizó para comprarse la burguesía y poder someter a Catalunya durante la segunda mitad del siglo XX, yo siempre he creído que la verdad agranda el amor y, por lo tanto, la economía y la cultura.

En el fondo de su corazón, todo el mundo sabe qué motivos tiene Ciudadanos para impulsar una medida como esta y porque el PSC le da apoyo cobardemente excusándose en la legislación española. Cuando se discutía el Estatuto de 1932, y más del 90 por ciento de la población del país hablaba catalán en casa, la prensa iba llena de artículos que advertían de los atropellos y los accidentes de coche que habría si la lengua del país se convertía en oficial.

Naturalmente, si los mismos que piden la rotulación bilingüe fueran defensores del derecho a la autodeterminación de Catalunya, la situación sería otra, y mi razonamiento también. Pero las cosas son como son, es decir, como han estado siempre. La diferencia es que ahora no hay suficente policía ni bastante hambre en la calle para disimular que Catalunya es un país ocupado y eso pondrá a cada uno en su lugar más de prisa de lo que mucha gente se piensa.

El acuerdo entre el PP y el PNV es un paso más en esta dirección. Y también la petición que Mas ha hecho a la justicia española para que le permita presentarse a unas nuevas elecciones autonómicas. Será divertido ver cómo Albert Rivera pacta los presupuestos, después de las concesiones que Rajoy ha hecho al concierto vasco. Los ataques al catalán de Ciudadanos son como las posturitas de Mas ante los juzgados: se trata de atizar el viejo odio, para disimular incumplimientos electorales.

Últimamente pienso en un día que paseaba por Vitoria, y mi amiga Marisol me preguntó: "Tan bien que viven los vascos, ¿porque se tiraron al terrorismo"?. Yo miré aquel escenario de cartón piedra, tan rico y anodino, y pensé: "Pues porque igual que hicieron las élites de los países musulmanes que ahora entrenan a los terroristas, las élites vascas sólo tuvieron objeciones a venderse las madres de los banqueros".

En Catalunya, a pesar de los esfuerzos que se hacen para convertir a la CUP en una nueva FAI, eso no pasará porque la alta burguesía ya no tiene ningún peso en el progreso del país. Lo que pasará es que Ciudadanos cada vez tendrá más necesidad de utilizar el españolismo barato para disimular que está expoliando a sus electores de Catalunya y el País Valenciano a cambio de favores y salidas personales. Igual que la vieja CiU, el partido de Albert Rivera utiliza el nacionalismo folclórico para disimular -por qué debe ser?

El equilibrio político de los últimos 40 años se basaba en la explotación del sentimiento de culpa de los catalanes hacia la inmigración de lengua castellana. Todo eso se ha acabado y las excusas para tolerar el colonialismo español con discursos de anuncio de compresa se van agotando. El catalán, después de 40 años de normalización, ya empieza a ser la lengua de los ciudadanos libres del país que no se dejan pisar, más allá del origen y del idioma familiar.

Igual que Arrimadas ha cultivado el catalán para esconder la rabia que su partido tiene en Catalunya, cada vez veremos a más españoles tratando de chapurrearlo para marcar distancias con las pulsiones quinquis de un Estado que, inútilmente, lo intenta exterminar. Por eso produce cierta ternura ver a Jordi Amat haciendo preguntas en castellano en una presentación barcelonesa de las conversaciones de Ignacio Peyró con Valentí Puig.

Es con pequeños detalles de servilismo absurdo que todo se irá hundiendo, empezando por La Vanguardia i El Periódico, que hace tiempo que recortan sueldos de sus trabajadores para vender a cualquier precio la moto de la unidad de España.