Esta misma semana el Consejo de Ministros de Alemania ha aprobado un paquete de medidas para hacer frente a los delitos de odio (antisemitismo y en general el extremismo de la derecha) ante una situación en la que el país se siente amenazado. La alerta, según el ministro de Interior, Horst Seehofer, es “elevada” 

Puede que no haya visto en las noticias del estado español la rueda de prensa que dio el ministro, donde hacía referencia al trío terrorista Clandestinidad Nacionalista (NSU) que en la década entre el año 2000 y el 2009 asesinaron impunemente a trece personas —nueve inmigrantes, un policía, el político local Walter Lübcke, dos judíos en el ataque antisemita en Halle— y que han generado múltiples actos de violencia. Así explicó la necesidad de las medidas que se toman a partir de ahora desde el gobierno alemán.  No lo ha visto porque no lo han contado, claro. 

 
También explicó que el estado federal de Baviera ha considerado que el tiroteo producido en julio del año 2016 en un centro comercial en Munich también fue un acto de la extrema derecha. Fueron nueve las personas asesinadas entonces. 
 
Dentro de estas medidas, se ha hecho hincapié en la persecución del odio que se produce en Internet, se endurece la ley sobre tenencia de armas (señalando que las armas no deben estar jamás en manos de extremistas), se implementarán también medidas de mayor protección a los políticos locales y se llevarán a cabo medidas preventivas para fomentar la democracia. 
 
Esto sucede en Alemania, un país donde hacer el saludo nazi puede salir muy caro: hacer apología del nazismo está prohibido por la ley. Un país donde han sido muy conscientes de la barbarie que supuso en el pasado siglo el auge de la ideología nazi, el supremacismo, el racismo, la xenofobia y el conocido “derecho penal de autor” (que tiene en cuenta en primer lugar quién es el sujeto al que se juzga en lugar de los hechos). 
 
En Italia, saludar de manera fascista es un delito, según confirmó en 2016 el Tribunal Supremo. Se denomina apología del fascismo
 
En Francia, depende del contexto, pero en principio puede costarte una multa de 1.500 euros. 
 
En España comprobamos cómo, en contra de la línea general que han adoptado la mayoría de países europeos —combatiendo la ideología fascista— se ha permitido, por ejemplo, que una ley de amnistía permita que torturadores como Billy el Niño se paseen por la calle y además disfruten de honores dentro de la policía; vemos cómo desde el gobierno se sigue permitiendo la existencia de una organización dedicada a enaltecer al dictador Franco (la Fundación Francisco Franco ha llegado incluso a recibir subvenciones de dinero público). 
 
La Ley de Memoria Histórica, en su artículo 16, prohíbe de manera expresa hacer manifestaciones de enaltecimiento de la dictadura en el recinto del Valle de los Caídos. Y hace unos días, con la ministra de justicia presente, Dolores Delgado, los familiares y allegados del dictador se pasaron la ley por el arco del triunfo y allí nadie hizo nada; es más, desde el gobierno han afirmado que no tomarán medidas por ello. 
 
Ha sido precisamente desde el Parlamento Europeo donde han señalado la necesidad de prohibir la Fundación Francisco Franco, al ser una entidad que exalta una dictadura. Adivinen quién votó en contra: el PP de Pablo Casado y de Cayetana. 
 
No solamente se hablaba en aquella resolución del Parlamento Europeo de la Fundación Francisco Franco, sino que también se hacía referencia a la necesaria exhumación del Valle de los Caídos, así como se pedía a las autoridades españolas que suprimieran de manera efectiva todos los símbolos y monumentos que exalten el levantamiento militar, la Guerra Civil y la dictadura de Franco. 
 
El texto del Parlamento Europeo hace un repaso, no sólo del pasado de Europa sino del presente, advirtiendo de la necesidad urgente de tomar medidas ante el avance de la extrema derecha. Puede leer el texto completo aquí: http://www.europarl.europa.eu/doceo/document/RC-8-2018-0481_ES.html
 
Por el momento, en España, lo que estamos viendo es que vitorear a Franco no es delito (como ya señaló la fiscalía ante la denuncia que puso Podemos por lo sucedido en el entierro de Utrera-Molina); sin embargo, hacer comentarios en redes sociales sobre la muerte de Luis Carrero Blanco —fascista heredero del dictador Franco— puede costarte hasta tres años de cárcel por considerarlo “enaltecimiento del terrorismo y humillación a las víctimas”. 
 
Y permitir este tipo de cuestiones no es cuestión de nostálgicos, sino de connivencia con el fascismo. Y tiene consecuencias directas y peligrosas. 
 
Discursos como el que dio la semana pasada Santiago Abascal en Granada (https://diario16.com/santiago-abascal-recita-el-listado-de-personas-de-origen-musulman-que-reciben-ayudas-al-alquiler-mientras-los-militantes-abuchean/), donde manipulaba el listado de las personas solicitantes de ayudas al alquiler en la Comunidad de Madrid, recitando apellidos de origen magrebí mientras el público abucheaba y silbaba, es un hecho muy grave. En primer lugar, la manipulación del listado para querer dar a entender algo rastrero, esto es: que los inmigrantes consumen los recursos públicos de los españoles (como si los que tienen apellidos de origen magrebí no lo fueran); promover esa idea de los españoles primero; generar el bulo de que los inmigrantes se aprovechan del sistema… y tener que mentir y manipular para ello es un hecho de tantísima gravedad, que una formación como Vox debería estar prohibida en una democracia europea. 
 

Mientras la extrema derecha sea Vox, los demás serán derecha sensata, liberales moderados, izquierda moderada y vaya usted a saber. 

Por si alguien tiene dudas al escuchar el aberrante discurso de Vox, que sepa que la inmigración en España aporta más a las arcas de la seguridad social de lo que recibe. Aunque no sea este el tema de mi artículo, no quiero dejarlo pasar, porque me parece gravísimo. 
 
Pero aquí nadie dice ni hace nada, porque una formación ultraderechista beneficia a las demás: les sirve para ubicarse en su mapa político. Mientras la extrema derecha sea Vox, los demás serán derecha sensata, liberales moderados, izquierda moderada y vaya usted a saber. Además, intentar echarle la culpa al independentismo catalán del surgimiento de Vox es otra de las mentiras que utilizan los partidos para ver si así sacan votos. 
 
El origen de Vox no es el independentismo. El origen de Vox es el franquismo. El origen de Vox es la impunidad de la extrema derecha en España, es el hecho de que aquí no se hayan depurado responsabilidades por las tortutras, desapariciones, robos de niños, violaciones, robos de propiedades. El origen de Vox es únicamente la absoluta impunidad del fascismo, su absoluta comodidad en las instituciones, en las empresas, en las líneas editoriales de los medios de propaganda. 
 
Y mientras han vivido de lo público, ellos sí, y nadie les ha incomodado, no hacían ruido. Ha sido cuando el antifascismo ha comenzado a ganar elecciones en territorios como Euskadi y Cataluña, cuando se han empezado a revolver. 
 
Mientras tanto, ahí estaban: que le pregunten a Abascal cómo ha vivido todos estos años bajo el ala de Esperanza Aguirre y de dinero público. Que le pregunten a todos los grupúsculos de extrema derecha de dónde sacan su financiación y por qué son intocables. Me lo confirmaba una agente de policía el otro día en una manifestación en Madrid: mientras teníamos a un grupo de fascistas, brazo derecho extendido y soltando burradas franquistas, la policía les servía de línea de contención frente a la manifestación en contra de la sentencia al procés catalán en la Puerta del Sol. 
 
Allí pude hablar con una agente. Le pregunté cómo era posible que estuvieran mostrando simbología fascista, levantando el brazo y diciendo todo aquello. Me dijo que porque, sencillamente, aquí no era delito. Y me lo decía harta. Me explicaba que esos que teníamos ahí enfrente eran de familias de mucho dinero, con mucho poder y que hicieran lo que hiciesen, al final eran intocables. 
 
Otro agente me contaba hace años que suelen ser, precisamente, estos grupos de extrema derecha quienes se organizan, se encapuchan, se infiltran y generan altercados y violencia en manifestaciones. Precisamente para provocar, para incriminar a otros, para conseguir que la policía cargue contra todos y vengan después las detenciones, que nunca les suelen tocar a ellos. Me explicaba  que ellos suelen actuar sabiendo dónde cuentan con la complicidad de algunos agentes del cuerpo que hacen la vista gorda porque precisamente, tienen unas redes bien tejidas en todas las instituciones. Precisamente, por eso me explicaba el agente que es un peligro ir a una manifestación encapuchado: porque ese discurso del miedo, del “si no te proteges, irán a por ti”, en realidad, es al revés. Si te cubres la cara, te harán pagar por lo que hagan aquellos que se saben impunes. Y lo tendrás muy difícil para demostrar que no eras tú. 
 
La pasada semana agredían a una frutera gallega “porque vendía peras catalanas”. Parece ser que se ha abierto la investigación por un presunto delito de odio. 
 
Días después, en Melilla, una monitora de una ONG decidió llevar a tres de sus alumnos a merendar al McDonalds. Cuando tenía el pedido hecho y los niños esperando a que les dieran su juguete, el encargado echaba a los pequeños del local, al considerarles delincuentes
 
Y la misma semana, la Falange protagonizaba titulares al haber alquilado el salón de actos del Ateneo de Madrid para reunirse, cantar el Cara al sol y hacer formación con el saludo fascista. 
 

 La circular sobre delitos de odio que emitió la Fiscalía General del Estado considera que también ha de protegerse a los nazis, pues pueden ser objeto de delitos de odio.

Son unos ejemplos muy directos y actuales. Para que entendamos que el problema que tenemos es el fascismo y su impunidad. Que están intentando influir en la opinión pública para que parezca que el problema son los independentistas, cuando en realidad, y la historia así lo avala, tanto el independentismo vasco como el catalán, incluidas las derechas, siempre han sido antifascistas. Precisamente porque tanto en el País Vasco como en Cataluña tienen una mayoría social antifascista, están intentando intoxicarnos a todos los demás contra ellos, para conseguir que no podamos plantarles cara de manera absoluta.  
 
Y si esta afirmación les resulta exagerada, recuerden que la circular sobre delitos de odio que emitió la Fiscalía General del Estado considera que también ha de protegerse a los nazis, pues pueden ser objeto de delitos de odio. Aquí le dejo, querido lector, como broche a mi columna de hoy, el párrafo que rubricaba la Fiscalía General: En la circular 7/2019, sobre pautas para interpretar los delitos de odio tipificados en el art. 510 CP, el organismo señala que “el origen del delito de odio está relacionado con la protección a los colectivos desfavorecidos” pero desvincula la “vulnerabilidad “ de un colectivo como “elemento del tipo delictivo que requiera ser acreditado”, aclarando que es el legislador el que “al incluirlo en el tipo penal, toma como punto de partida esa vulnerabilidad”. El documento señala que tampoco es un elemento delictivo a acreditar “el valor ético que pueda tener el sujeto pasivo” del supuesto delito, por lo que “una agresión a una persona de ideología nazi, o la incitación al odio hacia tal colectivo, puede ser incluida en este tipo de delitos”.