De Pedro Sánchez podemos esperar cualquier cosa. De pronto, defiende tanto una cosa como la contraria. Y no me parece mal que en esta vida se cambie de opinión, porque si se hace de manera argumentada, rectificar es señal de aprendizaje, de sabiduría, como se suele decir. Sin embargo, como decía Felipe González estos días al respecto de Pedro Sánchez: “Rectificar es de sabios, pero es de necios hacerlo cada día”. 

De Felipe ya sabemos también lo que nos podemos esperar. Ahora ya se puede decir abiertamente lo que hace a penas cinco años me costaba reprimendas por aquellos que aún tenían la foto de González en el salón de su casa. Hoy ya no la tienen, y algunos incluso me han reconocido haber estado cegados. No se preocupen, que eso es lo que vienen haciéndole a la mayoría social de este país desde hace mucho tiempo. Todos hemos sido engañados y seguimos siéndolo, en mayor o menor medida. Así es como algunos llevan toda su vida funcionando al ritmo y nivel que lo hacen y otros agobiados con el agua al cuello y la hipoteca en la almohada. 

Felipe fue un engaño. Como casi todo lo demás. Porque nos han considerado siempre imbéciles sin criterio a los que hay que contar las cosas a medias, o por qué no, mentirnos. Ellos saben lo que tenemos que pensar, opinar, comprar, contratar. Ellos. Los que llevan toda la vida diciendo que son honrados mientras es evidente que han vendido los valores con los que nos convencieron para limpiarse el culo con ellos. Perdónenme por la escatología. Pero no imagino otra cosa más gráfica para describir lo que estos que fueron “compañeros” míos de partido han hecho y hacen con los principios socialistas. 

Decía también Felipe que Pedro no sería capaz de hablar más de media hora sobre España. Pues imaginemos cómo va a gobernarla si no tiene claro un proyecto para este país anegado de corrupción, de falta de ética en todo lo que requiera el interés común. 

No sé cuánto tiempo es capaz de hablar de algo. Lo que sí me importa es la capacidad de dar titulares vacíos de contenido sin hacer absolutamente nada. 

Ellos saben lo que tenemos que pensar, opinar, comprar, contratar

Ayer el Polònia de TV3 mostraba una escena brutalmente real, y de tan real, era graciosa: esa en la que Pablo Iglesias entra en tono altivo al despacho del presidente del Gobierno para ponerle sobre la mesa sus exigencias de cara a los presupuestos. 

Pedro las firma todas, incluidas las que no entiende. Y Pablo, mosqueado, se marcha dándole vueltas a su exitosa reunión. 

La cuestión es que al final, Pablo regresa indignado y le dice a Pedro que se siente engañado, pues Pedro sabía que los independentistas catalanes bloquearían los presupuestos y que, precisamente por eso, no puso pega alguna a las propuestas de Pablo. 

Cuando crees que no te puedes reír más, porque lo cierto es que a Sánchez lo bordan en el Polònia, Pedro le explica a Pablo que si quiere seguir viviendo de la política (que para eso se ha comprado una casa a precio de político profesional), que se una al discurso de que no pueden aprobar los presupuestos por culpa de los indepes. ¡Eureka! 

Si lo dice el Polònia, te ríes. Pero lo cierto es que bien parece la pura realidad. Y ya comprobamos que ahora el Gobierno parece “acobardarse” y no se atreve a sacar a la luz la propuesta de los presupuestos. Y Pablo hace que se enfada amagando con unas elecciones anticipadas. 

No podemos esperarnos nada. Todo son siempre frases para ocupar portadas

Lo cierto es que los presupuestos no son lo único que se va a quedar en el cajón. 

Se quedará la reforma que tanto exigía el PSOE desde la oposición de la Ley orgánica del Poder Judicial y la de Seguridad Ciudadana. Y la devolución de las cuotas pagadas en el IRPF por la percepción de las ayudas a las madres; y las cuestiones de los autónomos (que no se tiene claro de qué va el asunto); o el referéndum pactado; o la negociación de las leyes catalanas tumbadas por el Constitucional; o el acercamiento de los presos ―sobre todo al País Vasco―. 

Nada. No podemos esperarnos nada. Todo son siempre frases para ocupar portadas. Pero a la hora de la verdad, nada de nada salvo victimismo y mentiras. Y la verdad es que no está el patio para tanto vacile. 

Resulta bochornoso el debate sobre los restos del dictador. Y mientras, no hablan de los restos de miles de personas que allí fueron enterradas sin conocimiento de sus familias que en muchos casos no saben ni por qué ni dónde perdieron a sus familiares represaliados. Esos no son importantes para Sánchez. Se cree que cumple con la memoria histórica sacando al dictador. Desviando el foco. Como siempre. 

¿Qué se puede esperar? Pues nada. Porque ya en el PSOE lo vimos: parecía buen chico, con ganas de cambiar cosas. En realidad lo que le importaba era llegar, a toda costa. Y una vez ahí, seguimos viendo como la imagen es lo más importante. 

Y así no se construye ni se regenera. Así es como quien se echa colonia en lugar de ducharse. ¡Imagínese qué peste!