La segunda acepción del término “empacho” nos explica que se trata del “cansancio o aburrimiento causados por algún exceso”. Pues bien, además de los empachos habituales en estas fiestas (comida, dulces, alcohol, compromisos, gastos), se nos ha añadido el de las elecciones catalanas.

No me refiero al hecho de que, como es normal tras unos comicios, se hable del asunto en cuestión. No. Lo que me empacha es tratar de explicar el significado de los resultados. Es evidente que, si no se conoce medianamente lo que está sucediendo en Cataluña, difícilmente pueda llegar a analizarse el resultado de las votaciones. Y es lógico que, atendiendo al bombardeo informativo intencionado, sesgado y manipulado que se recibe fundamentalmente en España, sea comprensible que la lectura siga siendo en términos de la supuesta “izquierda y derecha”. Así, a base de escuchar aquello de que Rajoy solamente quiere hablar con Arrimadas, porque es la que “ha ganado las elecciones en Cataluña”, los medios de comunicación -prácticamente todos los masivos- sigan a pies juntillas esta línea editorial.

Pero el eje “izquierda derecha” no se da en Cataluña. No, al menos, a priori. Lo que se analizaba, lo que se votaba, en realidad era otra cuestión: soberanismo del pueblo catalán frente al reforzamiento de la España aferrada al régimen del 78. Había dos bloques enfrentados: por un lado, el Partido Popular y Ciudadanos, por otro, ERC, CUP y JuntsXCat. En medio PSC y los Comunes. Este era el mapa, intentando describirlo con la mayor objetividad posible, pues estoy segura de que muchos pensarán que el PSC forma parte indudable del bloque del Partido Popular, e incluso alguno también posicionarla con ellos a los Comunes. Trataré de ser lo más aséptica posible.

El Partido Popular, fuerza minoritaria en Cataluña (tras estas elecciones irrisoriamente existente) protagonizó, desde el Gobierno central de España, la confrontación más encarnizada frente a los soberanistas que gobernaban la Generalitat desde hace dos años. Aplaudidos en sus decisiones han sido por Ciudadanos, una derecha renovada que viene con aire de anuncio de El Corte Inglés. Además, los naranjas, se han servido de todas las armas habidas y por haber para tirar la casa por la ventana. Han sido la formación política que más ha gastado con diferencia en esta campaña electoral (2,1 millones de euros), y que, según ellos mismos atribuyen su origen (el de la financiación) a los cafés que han dejado de pagar así como a las aportaciones de los afiliados. Así es la nueva derecha que viene a ocupar el lugar de la corrupta ya conocida. Mientras el Partido Popular ha reducido su presencia al mínimo histórico, quedando finalmente en cuatro escaños, los de Arrimadas han doblado sus resultados, situándose incluso encima de lo que vaticinaban las encuestas, 36 escaños. Sí, 36, porque después del recuento del voto exterior, pasaron de tener 37 a perder uno en beneficio del Partido Popular.

Por su parte, el PSC, después de haber pedido a Sánchez que no acudiera más que en dos ocasiones durante la campaña electoral a Cataluña, ha salvado los trastos ganando, incluso un escaño y quedándose en 17 parlamentarios. No era, desde luego, el resultado que esperaban, pero ciertamente tampoco ha supuesto el batacazo que muchos les vaticinaban. Y es que su posicionamiento junto al PP a la hora de aplicar el artículo 155 ha supuesto una rotura en el seno del Partido Socialista: por un lado quienes no comprenden el giro de Sánchez, que ha pasado de prometer que exigiría la dimisión de Rajoy como primera medida en su mandato, a apoyarle en uno de los mayores golpes a la democracia y a la acción política de la historia reciente de España. No obstante, es preciso recordar el camino recorrido por el PSC y por el PSOE desde tiempos de Zapatero y Maragall, cuando la convivencia entre España y Cataluña alcanzó su mejor momento y la situación actual, en la que la formación ha perdido liderazgo, frescura y dinamismo a la hora de ser el interlocutor ideal entre la Generalitat y Moncloa.

Los Comunes se han quedado colgando de la brocha con sus ocho diputados. Y quizás no sea porque su apuesta política no sea sensata, sino porque su manera de defenderla ha sido timorata y nada pedagógica. Una voz diáfana, clara, no independentista pero sí soberanista (básicamente el mensaje que mantienen los Comunes) era la de Albano Dante y fue aniquilado de manera vergonzosa y vergonzante. Este hecho complicó aún más la posibilidad de entender la intencionalidad de la formación, precisamente en un momento en el que la sociedad catalana exigía claridad nítida en los mensajes políticos. Está por ver, todavía, qué papel jugará en la conformación de gobierno.

Y cruzando al otro lado, el bloque claramente soberanista. Atención porque entre el empacho catalán está el problema de no comprender la diferencia entre “soberanismo”, “independentismo”, y “nacionalismo”. Grandes términos que marcan enormes diferencias para comprender las victorias de estos comicios.

La lista más votada en este lado ha sido la encabezada por Puigdemont. JuntXCat ha conseguido  obtener 34 escaños. No representa a un partido político en concreto, sino que se conforma por distintas personalidades que han presentado un mensaje: por encima de las ideologías, Cataluña como Estado independiente del Estado español. Ha obtenido un gran respaldo, fundamentalmente por la figura del Presidente Puigdemont, quien ha sido laureado por la población soberanista como un “mártir” de la causa. Es por esta razón por la que no ha habido pocas personas que, aún siendo votantes de ERC, han optado por dar su voto a esta lista. Entendiendo que así hacían un ejercicio que pasaba más allá de su ideología. Esta razón puede encontrar su causa en el hecho de que ERC defendiera durante la campaña que apostaría como Presidente por Junqueras, su candidato, actualmente en prisión preventiva y considerado preso político. Esta cuestión ha sido ya aclarada con posterioridad, pero sin duda, de haberlo hecho antes del 21D habría podido cambiar los resultados.

En cualquier caso, esta vez ERC y los de JuntsXCat decidieron presentarse por separado. Algunos han querido ver en esto divisiones, malestar y confrontación. Nada más lejos de la realidad, pues se ha debido, fundamentalmente, a estrategia política. La experiencia ya conocida de las anteriores elecciones, cuando ambas propuestas se presentaban en la misma lista, JunsXSí, ha demostrado que hubo electorado de ERC reticente a votar candidatos de derechas (recordemos que estaba la figura de Artur Mas encabezando la lista). Además, no quedaba claro el apoyo ideológico concurriendo en una misma lista, por lo que después, se haría más difícil ponderar el peso real a la hora de elaborar proyectos de gobierno. Por lo tanto, la manera más honesta y más estratégica, desde un sentido cuantitativo, pero también cualitativo, era la de presentarse por separado. Y por el momento, no ha fallado su objetivo: cuando se presentaron en la misma lista, como JuntsXSi obtuvieron 62 escaños, mientras que ahora han obtenido 66.

La CUP ha perdido 6 escaños. Es en cierto modo comprensible, pues se ha realizado una movilización hacia el voto útil, concentrándose principalmente en ERC.

En base a estos datos, la lectura que podría hacerse de los resultados nos ofrece varias posibilidades:

- Ciudadanos y el Partido Popular, formaciones decididamente centralistas, impulsoras y orgullosas de la aplicación del 155, han obtenido 40 escaños (36 y 4).

- El PSC, a pesar de haber apoyado a través del PSOE la aplicación del 155 por parte del Partido Popular, ha intentado alejarse todo lo que ha podido, mostrándose conciliador con Puigdemont y planteando propuestas federalistas. Por estas razones sería difícilmente sumario a los 40 diputados de los anteriores.

- Los Comunes, que se han mostrado partidarios de un referéndum pactado, jamás darán sus votos al Partido Popular ni a Ciudadanos. Por lo tanto, sus ocho escaños probablemente queden en un punto medio, junto a los 17 del PSC, y puedan sumar en momentos puntuales para abrir un diálogo que ponga en jaque la unilateralidad del Gobierno de España. De ser el caso, hablaríamos por tanto de la suma de 25 más la del bloque soberanista, 70. Un total de 95 escaños frente a 40. Fuerza más que considerable para poder hablar de federalismo, consulta pactada y entendimiento entre España y la Cataluña soberanista.

- ERC, JuntsXSi y CUP sumarían esta vez un total de 70 diputados (34, 32, 4). Suficientes para gobernar (la mayoría se establece en 68) y por lo tanto, con representación parlamentaria para retomar las leyes que el Tribunal Constitucional, a instancia del Partido Popular, les ha tumbado sistemáticamente. Será precisamente gracias a la diferencia de peso entre las formaciones, donde podrá verse la influencia de la izquierda en este bloque soberanista, puesto que ERC y CUP conforman una mayoría de 36 escaños frente a los 34 de Puigdemont, y por lo tanto, podrán hacer valer su peso a la hora de establecer medidas eminentemente de izquierda.

Así marcado el mapa, decir que “en Cataluña ha ganado la derecha”, tal y como se ha querido explicar el resultado en la mayoría de los medios masivos de comunicación españoles, es falaz. Primero porque la lista encabezada por Puigdemont no puede considerarse de derechas en sentido estricto, ya que no se trata de una formación política, y ha sido configurada con perfiles independientes que han sumado fuerzas para defender el proyecto soberanista. Y además, porque estando en las circunstancias en las que nos encontramos, es materialmente imposible que pueda contabilizarse de ningún modo el resultado del PP, Ciudadanos y JuntsXSí de manera conjunta. El eje, pues, ha cambiado.

Se configura así una nueva realidad socio-política: por un lado, el bloque monárquico que respalda al régimen del 78, donde la derecha tiene una amplia mayoría, un bloque soberanista que plantea el establecimiento de una República y un Estado independiente del Español (pero que no rechaza la posibilidad de entendimiento entre estados federados dentro de una república conjunta), y un bloque intermedio que, fundamentalmente es federalista, republicano, pero que plantea un camino más lento hacia la creación de un nuevo sistema territorial para España donde incluye a Cataluña. 40 frente 95 posibles, y sin lugar a dudas, frente a 70.

Esos son los resultados de las elecciones de Cataluña. Y evidentemente, Arrimadas podrá ser la lista más votada pero en absoluto la ganadora.

Así establecido el nuevo eje político, será necesario replantearse las circunstancias en España. Porque lo que está sucediendo en Cataluña puede ser la antesala para una segunda transición que, por fin, de carpetazo al régimen del 78. La clave en este momento la tiene Sánchez al frente de un PSOE que bien podría plantear una moción de censura, aceptando el apoyo de los nacionalistas e independentistas que, tal día como ayer, pero hace dos años, le negaron por activa y por pasiva en un Comité Federal del PSOE, momento en el que comenzó la debacle sin rumbo de los de Ferraz.