Esta semana, el Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) ha hecho público su Barómetro de Opinión Pública. La primera preocupación de los catalanes es la vivienda, o mejor dicho, la dificultad para acceder a una vivienda. Es un hecho relevante constatar que la encuesta indica que la opinión pública coincide con la opinión publicada, porque este problema se ha hecho grande, en gran medida, porque se habla constantemente de ello en los medios de comunicación. Yo también pienso que es el primer problema del país, porque afecta de forma directa a muchísima gente y todo el mundo conoce casos cercanos en los entornos familiares o de amistades. De esto ya hemos hablado antes, así que en este artículo hablaré de otro tema que recoge el CEO. Según este barómetro, el 54% de los catalanes son contrarios a la independencia de Catalunya y un 40% son favorables a la secesión. Pese a que algunos medios han informado de este dato concreto como si fueran las tablas de la ley anunciadas por Moisés en las laderas del Sinaí, no hay nada nuevo bajo el sol: desde 2015 ambas posiciones se van alternando y desde julio de 2019 todos los barómetros indican que ganaría el NO a la independencia. Es la tendencia de los últimos años.
Algo similar ocurre con la lista de preocupaciones ciudadanas. La independencia de Catalunya es hoy la primera preocupación de solo un 5% de los ciudadanos. Es la octava preocupación de nuestros compatriotas. Pero esto es también fluctuante: en octubre de 2023 (hace un año justo), era la primera preocupación de los catalanes. Estos cambios son habituales: por ejemplo, en febrero de este año, la sequía era el primer problema de los ciudadanos y ahora es su decimosexta preocupación, aunque podría volver a escalar posiciones si no llueve y la situación vuelve a ser grave. Todo esto demuestra, en mi opinión, que normalmente las preocupaciones ciudadanas se ven muy determinadas por dos factores: su impacto en los medios de comunicación y su impacto en la vida directa de los catalanes. Es decir: la sequía se convierte en el primer problema de los ciudadanos cuando ocupa titulares y la gente nota su impacto en sus vidas personales. Y lo deja de ser cuando ya no se habla de ello y la gente no percibe ningún impacto directo en su existencia. Lo mismo ocurre con la independencia: si se habla menos y la gente no la ve alcanzable a corto plazo, naturalmente deja de ser su principal preocupación, incluso para aquellos independentistas más firmes.
Los que dicen que el independentismo perdería hoy un referéndum saben perfectamente que, en un entorno político diferente, volvería a subir en las encuestas y podría volver a ser mayoritario
¿Significa esto que el independentismo caiga en picado y los independentistas dejen de serlo? No. Significa que algunos independentistas lo ven muy lejano y se desentienden o están decepcionados y desengañados por cómo evolucionó el procés. No es solo mi opinión, sino que tiene una base sólida, porque hay un dato que recoge el CEO que no se ha explicado demasiado en los medios: un 21% de los encuestados ha cambiado su opinión sobre la independencia de Catalunya, ya sea a favor o en contra. Por tanto, la mayoría de la gente es militante en este tema (un 77% no ha cambiado de parecer), pero uno de cada cinco ha cambiado su punto de vista y, por lo tanto, puede volver a cambiarlo. La frase “no conozco a ningún independentista que haya dejado de serlo” se convierte en falsa en términos absolutos, como también lo es necesariamente la frase “no hay ningún unionista que haya dejado de serlo”. Existe una franja de gente que cambia de opinión, y es exactamente la franja de gente que determina la mayoría democrática.
No deja de ser divertido que los mismos (medios, analistas y políticos) que no paran de repetir que el independentismo perdería hoy un referéndum, sean los mismos que harán todo lo posible para impedir que algún día se celebre un referéndum. Si lo tienen ganado, ¿por qué lo rechazan? Porque saben perfectamente que, en un entorno político distinto, el independentismo volvería a subir en las encuestas y podría volver a ser mayoritario. ¿Qué condiciones deberían ser? Hay muchas, pero puedo poner algunas a modo de muestra. Un gobierno español del PP y Vox haría crecer el independentismo. Un horizonte y un proyecto creíbles con una alianza transversal de los partidos soberanistas (sin puñaladas ni reproches) haría crecer el independentismo. Recuperar el rigor y la seriedad del soberanismo haría crecer el independentismo. La llegada de una nueva generación de líderes soberanistas con la credibilidad intacta haría crecer al independentismo. Demostrar que los independentistas saben gobernar mejor que los unionistas haría crecer el independentismo. El regreso del president Carles Puigdemont a Catalunya, como un hombre libre, haría crecer el independentismo. Por eso el CEO está muy bien, pero la foto nunca es fija, sino que vivimos una película y cuando menos te lo esperas puede haber un giro de guion.