En las últimas fechas, la CUP ha vuelto a poner en tela de juicio su apoyo a los presupuestos de la Generalitat y ha condicionado su voto afirmativo en el Parlament a que tengan un marcado carácter social. No es la primera vez que la CUP practica el juego del gato y el ratón con los diputados de Junts pel Sí y que hace una interpretación sui géneris del acuerdo político que desembocó en la renuncia de Artur Mas a su investidura, la elección de Carles Puigdemont como president de la Generalitat, la dimisión de dos diputados de la CUP, la autocrítica pública de la formación anticapitalista y el compromiso a la estabilidad del Gobierno catalán.
Mireia Boya, la nueva diputada cupaire que ha sustituido al parlamentario por Lleida Ramon Usall, ha sido la última en referirse a esta cuestión y al plan de choque social acordado entre JxSí y la CUP en un tono que dista mucho del compromiso público adquirido. Sería deseable que en una cuestión tan relevante como son la aprobación o no de los Presupuestos se cumplieran los acuerdos de estabilidad del Govern acordados, ya que, entre otras cosas, su rápida tramitación y aprobación permitirían acudir en auxilio de muchas personas necesitadas de las partidas presupuestarias acordadas en el plan de choque. Consta que el vicepresidente y conseller d'Economia i Hisenda, Oriol Junqueras, mantiene un diálogo fluido y abierto para que los presupuestos puedan ser presentados y aprobados, ya que la prórroga presupuestaria bloquearía las partidas del plan de choque y ofrecería una excusa perfecta para que se abriera una crítica a la debilidad del Govern, incapaz de aprobar la que tradicionalmente suele ser la ley más importante del año.
Los retos del Govern en los próximos tiempos son ingentes y el Ejecutivo español ya ha avanzado que su respuesta será implacable ante cada iniciativa que sobrepase el marco de la Constitución. Por ello, es quizás más necesario que nunca que los Presupuestos se aprueben lo antes posible y el galimatías de la política española debería también ayudar a ello.