Han bastado dos circunstancias tan diferentes como la presentación, el pasado jueves, de la encuesta del CIS, que situaba al PSOE en una posición comprometida y teniendo incluso en riesgo la segunda plaza frente a Ciudadanos, y tres días después, el lunes, el insulso debate televisivo a cuatro entre Pedro Sánchez, Albert Rivera, Pablo Iglesias y Soraya Sáenz de Santamaría, para que la cuestión principal y hasta morbosa en estos momentos de la campaña haya pasado a ser si realmente el PSOE se está hundiendo por debajo incluso de sus ya pobres expectativas. Una sensación que viene alimentada por el empeoramiento de sus posibilidades en comunidades con muchos escaños en juego como Catalunya, Madrid, Valencia o incluso Andalucía. Un analista lo explica así: "El PP está mal pero no tan mal como el PSOE, cuyo suelo se está desmoronando; primero fue en beneficio de Ciudadanos y ahora empieza a ser de Podemos".

Un caso claro es Catalunya, bastión inexpugnable del PSC en todas las elecciones generales hasta el 2011 y siempre clave en todas las victorias socialistas que han acabado con el candidato a presidente del gobierno directamente en el Palacio de la Moncloa. La plataforma política En Comú Podem, que avala la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, tiene a su alcance la victoria el 20D si el PSOE no consigue despertar a su votantes dormidos que directamente prefieren irse a la derecha (C's) o la izquierda (ECP). Quizás por ello, los socialistas han optado por recurrir antes de hora a su tótem electoral Felipe González, sin esperar a los últimos días de campaña. González y Rubalcaba como ticket por España mientras Sánchez implora a los presentes en los mítines que saquen la raza que llevan dentro. Vamos, que se dejen de historias.

La política tiene estas cosas. Que la campaña que se iba a hacer larga a Mariano Rajoy acabará siendo interminable para Pedro Sánchez. Otra cosa serán los pactos después del 20D. Pactos para gobernar, claro. No para cambiar la Constitución que continuará cerrada a cal y canto para todos aquellos que consideran que un referéndum pactado es la mejor solución a las demandas planteadas desde Catalunya.